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Tras las violentas protestas contra la película que difama al profeta Mahoma y que abarcaron a 30 países musulmanes, los principales clérigos llamaron a la calma, pero reclamaron leyes internacionales contra la blasfemia. El jeque Abdulaziz bin Abdullah al Sheij, afirmó que “quien ceda a su ira sólo hace un favor a los autores del video incitador del odio”.