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Agravia porque no puede ocultar su pacto con el gobierno 

Martes, 01 de octubre de 2013 01:54
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Alfredo Olmedo apela al agravio porque es su argumento frente a una realidad molesta: desde hace dos años se muestra como opositor pero es un aliado del oficialismo, nacional y provincial. La información de este diario le puede molestar, pero no puede desmentirla.

Ayer, además del agravio, recurrió al terrorismo verbal, cuando responsabilizó a El Tribuno por su seguridad y la de sus hijos.
Como legislador nacional debería saber que la seguridad es responsabilidad del Estado y que la responsabilidad operativa de esa seguridad, además, está a cargo de los gobiernos nacional y provincial, con cuyos votos en el Congreso viene coincidiendo desde hace dos años.
El Tribuno jamás se ha referido a la familia del diputado Olmedo. Solo habla de las figuras públicas y en referencia a sus funciones. Es cierto que este diario informó sobre el diputado Olmedo, pero sin referirse en ningún momento a su vida personal ni regodearse en las excentricidades que le han dado cierta notoriedad a nivel nacional. Tampoco este diario se ha hecho eco de las críticas que, cuando era opositor, le hacían los medios oficiales provinciales, convertidos ahora en sus defensores y voceros.
El Tribuno informó sobre su desempeño parlamentario; advirtió que, una vez más, Olmedo iba a ser funcional al Poder Ejecutivo y, luego de la sesión de Presupuesto, confirmó lo que él había hecho, que es lo mismo que hizo cuando ayudó a sancionar el pacto con Irán y la reforma judicial.
Pero hay conductas que agravian a quien las pone en práctica. El diputado Olmedo, cuyo discurso no escatima violencias brutales contra la ley y las personas, acusa a El Tribuno de estar agitando a la provincia. Es una acusación vacía y sin fundamentos, idéntica a las que formulan Juan Manuel Urtubey y sus ministros, con los que él niega cualquier tipo de alianza.
Olmedo no explica por qué dice lo que dice, porque es inexplicable. Esta calumnia de ayer no es más que una cortina de humo para ocultar lo inocultable, su pacto político con el gobernador.
Un pacto político no tiene nada de malo siempre y cuando se haga a la luz del día y sin dinero de por medio. No está documentado que haya algo más que simpatías políticas en el acuerdo, pero Olmedo está desencajado porque ese pacto quedó a la luz del día.
Su disparatado ataque a El Tribuno tiene antecedentes. En 2011, Manuel Santiago Godoy, que por entonces era enemigo de Olmedo, fabuló una acusación similar contra el diario.
Olmedo ya había invocado su seguridad y la de sus hijos cuando acusó a Urtubey y su gobierno de haber gestionado una persecución de la AFIP y de haber intervenido sus teléfonos, en plena campaña de 2011, cuando todavía lo veían como opositor.
El problema de Olmedo es que no honró su compromiso con los votantes. Su historia, a partir de 2012, se parece cada vez más a la de la ex renovadora, ex antikirchnerista y ex antiurtubeycista Cristina Fiore.
El lo sabe.
Para quien gastó decenas de millones de dólares -heredados- en construir una imagen popular y antipolítica es insoportable que se sepa que él resignó el rol opositor y se contaminó con las peores mañas de la vieja política.

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