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Gabriel vende papas en el desierto y ahora necesita "dar el salto"

Es un productor de San Bernardo de las Zorras que precisa transporte para llevar sus productos a otros centros de venta.
Lunes, 03 de noviembre de 2025 01:26
Gabriel Copa, con su puesto de venta en Puerta de Tastil. Fotos: Carlos Fugueroa
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Gabriel Copa no le teme a la soledad de la Quebrada del Toro, ni a sus vientos fríos que paspan la cara, ni al sol que arde con el cielo diáfano. En San Bernardo de las Zorras, donde todo parece un desierto pedregoso, el hace crecer las habas, los choclos capia, las arvejas y los codiciados papines andinos. Con el cultivo hace escabeches y también cría unos pocos animales para sacarles leche y fabricar deliciosos quesos. Allí construyó un vivero semi enterrado, haciendo una excavación, para aprovechar una de las paredes y evitar el viento, además de permitirle usar plásticos transparentes que evitan el sol de lleno y las bajas temperaturas sobre sus cultivos.

Como si todo lo que ya contamos fuera poco, este vecino de los cerros de Rosario de Lerma se instala todos los sábados a la vera de la Ruta Nacional 51, en la llamada Puerta de Tastil, unos 8 kilómetros antes de llegar a Alfarcito, para vender sus productos. Lo hace siempre con esperanzas aunque mire a su alrededor y solo sople el viento. Y su fe no lo defrauda. Tiene clientes que ya saben que lo encontrarán ahí y otros ocasionales que se sorprenden al encontrarlo en lo que francamente se parece al desierto.

Es tan trabajador Gabriel, tan hombre de buena madera, que se las ingenia para proteger con la misma tierra sus cultivos, del viento, del frío y del sol. "Es una persona muy ingeniosa, construyó en la tierra diferentes estructuras para poder lograr una mejor producción y resguardo de sus productos. Lo último que hizo fue un refugio que se llama "Gualipini", una construcción subterránea, una especie de sótano, donde pone a resguardo sus productos y a él mismo, porque en esas alturas el viento y el sol son agresivos", explicó Carlos Figueroa, vocero de la Fundación Alfarcito, que colabora con los emprendedores de la Quebrada del Toro, de acuerdo al legado del Padre Chifri, fundador de esa organización.

Y claro, no es para menos; Gabriel tiene 55 años y desde muy joven debió proveer a sus cinco hijos. "Sus hijos son José, de 36 años y ya trabaja en Mercado Pago; Fernando de 31 años, trabaja en ARCOR; Álvaro de 26 años, es técnico en Refrigeración; Ángel, de 25 años, es técnico Radiólogo; y Elena, de 12 años, estudia en la Escuela 4.526 de El Rosal, en la Quebrada del Toro", señaló Figueroa.

No solo es ingenioso para producir en un terreno hostil, sino que además es un vecino solidario. Figueroa destacó: "Gabriel apoya a algunos vecinos como lo hizo con doña Angélica Guanuco, en Las Cuevas. Allí excavó para la instalación de una toma de agua, también colocó las mangueras, los tanques y los filtros. Así se concretó el proyecto "Impacto Verde en la Puna" que llevó a cabo la Fundación Alfarcito".

Sin dudas es un luchador, pero necesita dar el salto y para ello contó que precisa ayuda para transportar sus productos a otros centros de venta.

 

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