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Joaquín Piña, el sacerdote que en 2006 impidió que la reelección indefinida sea incorporada a la Constitución de Misiones, dando un duro revés al kirchnerismo, murió ayer a los 83 años. Pero el obispo emérito de Iguazú, Joaquín Piña, no solo será recordado por su incursión política aquel año, frenando las aspiraciones del entonces gobernador Carlos Rovira, sino también por su tarea pastoral en esa provincia.
El 17 de junio de 1986 Juan Pablo II lo eligió obispo de Puerto Iguazú, cargo que ejerció hasta presentar su renuncia por edad el 3 de octubre de 2006. Ese mismo año, el religioso jesuita derrotó por más de doce puntos a Rovira. Su candidatura tuvo la bendición del cardenal Jorge Bergoglio, por entonces presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, y abrió un fuerte debate sobre la participación política de los clérigos.
Piña fue muy crítico de los políticos que intentan perpetuarse en el poder, y en 2012 criticó una posible segunda reelección de la presidenta Cristina Fernández. “Sería como volver a la última dictadura militar”, declaró en una entrevista.
También cuestionó las políticas del kirchnerismo, al asegurar que “viven en otro mundo y no escuchan”, y consideró que el Gobierno “se puede parecer un poco a lo que fue el final de Carlos Menem”.
Piña sufrió un ataque cardíaco y no resistió una intervención quirúrgica al que fue sometido en el Hospital Austral, adonde había sido traslado el domingo desde Puerto Iguazú. Fuentes eclesiásticas criticaron a las autoridades misioneras por no poner a disposición un avión sanitario, lo que obligó a llevar al obispo en automóvil desde Posadas hasta Puerto Iguazú, en medio de una fuerte tormenta. “Fue imposible conseguir un avión sanitario para llevarlo directamente a Buenos Aires y el viaje en automóvil agravó su delicado estado de salud”, reveló un sacerdote.
Los restos del cura español serán velados desde esta tarde, a las 18, en la catedral Virgen del Carmen de Puerto Iguazú. Piña residía en Posadas y sufría complicaciones circulatorias en las arterias coronarias y en miembros inferiores.
Aspiraciones electorales
El religioso jesuita encabezó la lista de candidatos del Frente Unidos por la Dignidad (FUD) y en 2006 fue consagrado por el voto de los misioneros como convencional constituyente en un plebiscito impulsado por el entonces gobernador Rovira.
El obispo, ya alejado de sus funciones al frente de la diócesis de Puerto Iguazú, se puso al frente de las deliberaciones que echaron por tierra las pretensiones no solamente de Rovira, sino de otros mandatarios provinciales allegados al kirchnerismo de perpetuarse en el poder. Es que el contundente triunfo de Piña en Misiones desactivó los proyectos reeleccionistas del jujeño Eduardo Fellner y el bonaerense Felipe Solá.
Desde aquella incursión en política, Piña fue tentado en varias ocasiones para ser candidato a un cargo electivo por fuerzas opositoras, tanto en el ámbito provincial como nacional. Las rechazó con el fundamento de su trabajo pastoral y su retiro.
Una vez alejado de la diócesis y reemplazado por el obispo Marcelo Martorell, se constituyó en referente de la oposición a las reelecciones indefinidas en ámbitos ejecutivos.