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Hoy, gracias a Dios, mi marido está en casa, después de un año de estar internado. Mi eterno agradecimiento a todos los que hicieron posible que eso sucediera. A la Clínica San Rafael, a todo su personal y en especial a los doctores César Aguirre y Miguel Ovejero, que durante los cinco meses de internación, buena parte de ellos en terapia intensiva, nos hicieron sentir protegidos y contenidos. Todo un logro. Al Samec, que el 5 de enero lo trasladó al Hospital Italiano en Buenos Aires para continuar su tratamiento. Ante mi desesperación encontré un conjunto de seres humanos solidarios y comprensivos que posibilitaron el traslado, como el Dr. Palacios, Susana, Dr. Eckhardt. A nuestra familia y amigos por su apoyo incondicional. A la Empresa Fadua S.A., a mis compañeros y ex compañeros. A Sancor Salud por la cobertura brindada. A todos los que con sus oraciones nos acompañaron, mil gracias! Hoy tenemos el corazón lleno de gratitud por todo lo bueno que nos pasó.
Sonia Torres de Albarracín
Vaqueros - Salta
El campo
Según leí, el origen de los dueños de "el campo", como se suelen denominar los poseedores de grandes extensiones de tierras argentinas, es impresionante y trágico en el sur argentino. Los habitantes nativos de esas tierras australes son los onas y los tehuelches. La instalación de los primeras estancias europeas fueron desplazando a los nativos, hasta que finalmente comenzaron a considerarlos como un peligro. Así comenzaron los colonos a proveerles de licores de la peor especie, a cambio de pieles, oro, y demás productos. Y como por obra de algunos misioneros salesianos los nativos se estaban instruyendo, consideraron esto como un peligro para sus futuros intereses. Entonces resolvieron destruirlos en masa. Surgieron entonces los “cazadores de indios”, quienes cobraban una libra esterlina por cada par de orejas. A tanto llegó la maldad que un inglés a quien apodaban “Chancho Colorado”, les invitó a los nativos, siempre mansos y confiados, a un banquete de amistad, pero, después de comer y beber sin tregua, “Chancho Colorado” mandó a sus secuaces ya apostados, a abrir fuego graneado contra confiados hombres, mujeres y niños nativos. En otra ocasión se obligó a embarcar en un buque francés a un grupo de onas, los que en Francia fueron exhibidos comercialmente, en jaulas de hierro, con la acusación de ser "caníbales". Estas son solo algunos hechos realizados, por los tenebrosos conquistadores de estas tierras patagónicas, cuyos descendientes son hoy, grandes terratenientes de guantes blancos
Cristóbal Yapu
Ciudad