Cristina Kirchner está decidida a encabezar una campaña mucho más activa que la de las primarias, quizás hasta más lógica para una fuerza que ya lleva más de diez años en el poder. La nueva estrategia, que incluye cambios de políticas pero también en la comunicación, tiene dos objetivos centrales: mostrar medidas concretas de alto impacto en la opinión pública y quitarle banderas clave a una dirigencia opositora motivada como nunca tras el triunfo en las urnas.
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Cristina Kirchner está decidida a encabezar una campaña mucho más activa que la de las primarias, quizás hasta más lógica para una fuerza que ya lleva más de diez años en el poder. La nueva estrategia, que incluye cambios de políticas pero también en la comunicación, tiene dos objetivos centrales: mostrar medidas concretas de alto impacto en la opinión pública y quitarle banderas clave a una dirigencia opositora motivada como nunca tras el triunfo en las urnas.
La demorada suba de Ganancias, que se decidió en menos de una semana y sin ningún descalabro financiero, fue un ejemplo emblemático de ese giro hacia la moderación política, ya que hasta ahora solo la asignación universal por hijo había tenido tanto consenso como el anuncio del martes. Es evidente que Cristina quiere salir del aislamiento al que ella misma se había retirado, oponiéndose a debatir asuntos que públicamente todos discutían menos la mandataria. La iniciativa política volvió a posarse en la Presidenta tras varias semanas en la retaguardia.
Contrariamente a lo que podría suponerse, tanto Ganancias como la AUH fueron sacadas por decreto luego de duras derrotas electorales del kirchnerismo. Pese al acuerdo generalizado que mostraron todas las fuerzas políticas en estas cuestiones, no existe una ley que las reglamente ni un esquema de actualización previsible que las encuadre.
Eso, más allá del conformismo actual por el dinero fresco que muchos trabajadores recibirán en el bolsillo, abre un escenario de cierta imprevisión para el año siguiente, ya que la inflación y las paritarias seguirán, y se desconoce si el piso volverá a elevarse.
¿Por qué sacar estas medidas por decreto y no enviarlas al Parlamento para formalizarlas como políticas de Estado? La única explicación que aparece es la búsqueda del rédito político, hasta el extremo de que figurará discriminado en el recibo de sueldo para que todos sepan el esfuerzo que hicieron las arcas nacionales.
El Ejecutivo envió los últimos años al Congreso otras leyes mucho menos populares como para absorber solo esos costos: el acuerdo con Irán, la ley de ART, la ley antiterrorista, la reforma judicial y los cambios al mercado de capitales, por citar algunos ejemplos.
Los cambios
La actividad proselitista del kirchnerismo para las primarias fue muy diferente a la actual, ya que si bien también tuvo como eje a la Presidenta su rol fue diametralmente opuesto: encabezó muchos discursos de barricada junto a sus candidatos pero sin meterse en la agenda de los problemas cotidianos. Ahora, en solo 72 horas, anunció un plan nacional de seguridad, armó una mesa de diálogo intersectorial, oficializó la reapertura del canje de deuda y encabezó la suba del piso de Ganancias, ampliamente reclamada por la oposición, los gremios y los caceroleros que en diversas manifestaciones se hicieron escuchar con contundencia.
Probablemente las medidas anunciadas no tengan un gran impacto electoral para el oficialismo, que en agosto pudo haber llegado cerca de su techo, pero con seguridad tendrán algún efecto en el discurso opositor: Ganancias se había convertido en el principal reclamo de la campaña y ahora deberán buscar otro.
Todo indica que la inflación, que el Gobierno sigue negando y la sociedad padeciendo, ocupará ese lugar de privilegio.