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Los partidarios del depuesto presidente egipcio Mohamed Mursi volvieron a tomar ayer las calles de El Cairo en un claro desafío a las autoridades, entre los temores a un desalojo por la fuerza de sus acampadas.
El gobierno de facto ordenó a las fuerzas de seguridad bloquear los accesos al principal campamento.
Cientos de miles de islamistas se congregaron en las plazas cairotas de Rabea al Adauiya y Al Nahda y salieron en marchas por la ciudad para insistir en sus demandas de que Mursi sea restituido en el poder.
Las advertencias del Gobierno para poner fin a sus acampadas parecieron no calar hondo y la Coalición de Defensa de la Legitimidad, que incluye a los Hermanos Musulmanes, llamó incluso a manifestarse al caer la noche frente a importantes sedes militares y de seguridad, como el cuartel de la Guardia Republicana.
En la jornada, denominada "Egipto contra el golpe", las marchas comenzaron tras el rezo musulmán del mediodía, durante el cual los sermones de los imanes de Rabea al Adauiya y Al Nahda se cargaron de connotaciones políticas. "Dios devuelva sano y salvo al presidente (Mursi) y castigue a los traidores", dijo el imán de Rabea al Adauiya, quien insistió en que lo ocurrido en Egipto es "una conspiración para impedir la aplicación de la sharía (ley islámica)". Las plazas se han transformado en fortalezas, con muros de cemento y sacos terreros flanqueando sus accesos y montañas de piedras listas para ser lanzadas a la Policía si decide desmantelar las acampadas.