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Surgen luces amarillas en el frente externo

Sabado, 03 de agosto de 2013 22:40
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Tras el rally que mostraron los mercados en la primera parte de 2013, la tensión se adueñó de la arena internacional sobre el cierre del primer semestre, luego de que la Reserva Federal norteamericana dejara entrever que podría comenzar a revisar su política expansiva (QE3) en el futuro cercano.

En un contexto en que los mercados han generado una dependencia importante de la instancia acomodaticia o no de la FED, estas señales se tradujeron rápidamente en cambios de magnitud en la valuación de activos, tanto a nivel global como de las economías emergentes.

En este sentido, hay que considerar que se trata de un experimento único en la historia y que, por tanto, los mercados no pueden estar seguros respecto de cuáles serán los efectos de un posible retiro de los estímulos.

Y, si bien se ha recuperado la calma en las últimas semanas, todo parece indicar que el retiro del QE3 comenzaría a suceder en forma gradual antes de fin de año, dando por terminado el programa de relajamiento cuantitativo a mediados de 2014.

Aunque esto no significaría una inminente suba de las tasas de referencia en el futuro cercano, surge la pregunta sobre qué pasaría si el ciclo de elevada liquidez internacional y tasas “0” terminara. Para los países emergentes en general, y para Latinoamérica en particular, esto no constituiría buenas noticias.

Si bien las economías de la región muestran en general fundamentos sólidos, las mismas se verían afectadas por una serie de impactos que ya se han advertido en mayor o menor medida durante los pasados meses (elevada volatilidad, caída de las bolsas, suba en los yields, salida de capitales, depreciación de sus monedas, retroceso en el precio de los commodities), y que podrían derivar en tendencias recesivas.

 

Administrar el ajuste

Obviamente la magnitud de estos efectos dependerá de la velocidad y pericia con que se administre el ajuste. Y la buena noticia es que un ajuste gradual luce hoy como el escenario más probable. Es que, si bien la FED pareciera comenzar a notar que extender demasiado la fiesta global de liquidez puede gestionar la próxima “burbuja” de activos, hoy no aparecen razones de peso para pensar que la autoridad monetaria norteamericana debiera estar apurada en emprender el ajuste, sino todo lo contrario. Hay que tener en cuenta que el desempleo en EEUU todavía está lejos del 6,5% que incluyó explícitamente la FED a fin del año pasado en la determinación de su tasa objetivo, mientras que la inflación y las expectativas permanecen bien controladas.

Mientras tanto, también han surgido ciertas señales de alerta desde Brasil. Por un lado, después de casi dos años de un sinfín de estímulos monetarios, crediticios y tributarios, la economía vecina no logra despegar, lo que ha ocasionado sucesivos recortes del mercado en los pronósticos de crecimiento para 2013 y 2014 (actualmente se aguarda una expansión de sólo 2,3% y 2,6%, respectivamente). Pero además, también se ha sumado una aceleración de la inflación en 2013, que actualmente se ubica por encima del límite superior de la meta del Banco Central (de 6,5%). Esto ha conducido a la autoridad monetaria a decretar tres subas sucesivas de la tasa de referencia SELIC, poniendo fin a un ciclo bajista de casi dos años. Decisión que puede resultar lógica dado el esquema de metas de inflación vigente, y que seguramente contribuirá a poner en caja la evolución de los precios domésticos, pero a riesgo de interrumpir la tibia recuperación.

La fuerza de las protestas

Es que las multitudinarias manifestaciones ocurridas en las últimas semanas en las principales ciudades de Brasil han puesto en cuestionamiento los avances logrados por el país vecino en la pasada década, en especial en lo que refiere a la eficiencia y transparencia del gasto público.

Mientras tanto, también crecen las voces que cuestionan la sostenibilidad del modelo actual de crecimiento chino, basado principalmente en una elevada tasa de inversión y en las exportaciones como motores de la actividad. Es que la economía del gigante asiático presenta dos características preocupantes: un elevado nivel de endeudamiento -concentrado principalmente en el segmento corporativo-, y una banca no regulada de gran dimensión. Pero además, en una visión de más largo plazo, resulta preocupante la caída en el rendimiento de las inversiones (que actualmente resulta bajo o nulo en la mayoría de los proyectos), asociada a su fuerte expansión y al aumento de costos en dólares.

En este contexto, el Gobierno busca moderar las grandes inversiones en infraestructura, con la intención de limitar el gasto en “elefantes blancos”, mientras que apunta a un rebalanceo entre inversión y consumo en favor del segundo como impulsor del crecimiento. Aunque el riesgo pasa por si esto podrá lograrse de manera ordenada, sin que medie un “aterrizaje forzoso”.

En resumen, el contexto externo plantea algunos interrogantes para la economía de la Argentina de cara al futuro. Ciertamente soplan vientos de cambios, pero (al menos por ahora) esto no significa que el mundo “se nos haya caído encima” o que vaya a hacerlo.

 

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