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La brutal agresividad que recibe una mujer en Pinamar por parte de su expareja muestra el rostro de la violencia familiar. El hombre tiene más de 50 denuncias, quien a pesar de ello la sigue acosando. Ella tiene miedo de morir en un ataque y es por eso que testamentó en una escribanía su drama: Pidió que su expareja no que se quede con la custodia de la hija que tienen en común.
El hecho hace recordar a otro femicidio más trágico ocurrido en Salta. El 28 de agosto de 2004, el remisero José Yapura -luego condenado a prisión perpetua- asesinó a cuchilladas a su esposa y a dos de sus hijos. La esposa también había realizado múltiples denuncias y pedidos de intervenciones policiales y judiciales, pero los organismos competentes demoraron la protección. Hasta que se consumaron los homicidios agravados.
La mujer que fue al escribano es Jorgelina Vila y vive con su pequeña hija en la ciudad balnearia de sólo 26.000 habitantes. Pero en esa pequeña comunidad, está segura que su vida corre serio peligro.
“En la justicia me dicen que tengo que estar contenta porque ninguna víctima de violencia logró las restricciones para el agresor que pedí”, comentó Jorgelina.
“Pero este tipo se ríe de las medidas, porque jamás las cumplió y nada pasa”, lamentó.
La mujer sufrió amenazas, torturas y golpizas, sin embargo solo se tomaron medidas restrictivas para el agresor sin extremar acciones cautelares que cuiden la vida de Jorgelina.
El deseo que expresó en el escribano que en caso de asesinato, su hija debe quedar en custodia con su tía o abuela materna.
En Pinamar, al parecer no intervino aún en el caso el flamante Observatorio de Violencia Familiar, cuyos objetivos es evitar el femicidio.
Los responsables de la oficina de protección familiar, los especialistas Adriana Pedernera y Jorge Van der Ghote, la abrieron hace un año para entender, justamente, en este tipo de violencia doméstica.