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Brasil le puso fin a su participación en el Mundial, pero aún cuando la pelota dejó de rodar las pesadillas continuarán en la historia. Para muchos, la Copa del Mundo que se jugó en el vecino país fue la mejor de todos los tiempos, pero menos para los anfitriones que viven con su Selección un desamor tras la humillante goleada 7 a 1 que le propinó Alemania durante las semifinales.
Lo que pasó no se puede borrrar, menos olvidar y así como se mantiene el Maracanazo de 1950 de ahora en más de hablará del Mineirazo y como Brasil volvió a exterminar los sueños de ser campeones del mundo jugando ante su gente. Son frustraciones que no se olvidan.
El equipo de Scolari se desmoronó a partir de la lesión de Neymar, la única carta de triunfo que presentó en el Mundial y eso es objetable. Fred, Hulk, Jo no tuvieron rendimientos que al menos alimentarán una esperanza y lejos están de los delanteros brasileños que hicieron historia cualquiera sea la década que se elija para tratar de establecer un parámetro.
El seleccionado brasileño encontró un final inesperado. Soñó que este era su Mundial, que la sexta Copa del Mundo quedaría en sus vitrinas, que festejaría con la gente, pero terminó dejando la cancha con una lluvia de silbidos.