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Con todos los elementos de seguridad puestos como cinturón y casco, el operario estaba tensando el cable cuando comenzó a sentir golpes secos en la parte inferior del poste.
"El poste comenzó a inclinarse hacia adelante, y los ruidos continuaron uno por uno, entonces me di cuenta de que se estaban cortando los hierros que conformaban su estructura", relató acerca del terrorífico momento.
Al mismo tiempo, por la empedrada calle Humahuaca, Cristian Zárate, de unos 20 años, caminaba empujando un carro cargado con bolsas de abono para plantas. El operario, desde arriba, comenzó a gritarle que se apurara porque el poste podía caerle encima, pero Cristian no entendía lo que pasaba. Tampoco un grupo de albañiles de una obra ubicada justo en la vereda opuesta.
Cristian decidió apurar con mucho esfuerzo el paso y segundos después el poste arrastrando el cuerpo de Gramajo se estrelló contra el suelo. "Si hubiera estado dos pasos atrás me caía encima. Estoy seguro de que Gramajo, con sus gritos, me salvó la vida", comentó el dueño del carrito.
Gramajo hizo mucho más que gritar, según Mariano Zárate uno de los albañiles que lo vieron hacer fuerza para demorar la caída. "Lo vimos aferrarse al poste y hacer una inmensa fuerza con el cable que había envuelto a su alrededor para que no cayera rápido y permitiera que el chico del carro pase y no le caiga encima, todo esto mientras gritaba que se apure, creo que pensó más en la otra persona que en sí mismo", recordaron.
El cinturón de seguridad colocado alrededor del poste lo arrastró en la caída. Gramajo cayó encima de su estructura y por algunos minutos no se movió. Cuando algunas personas llegaron para auxiliarlo, comenzó a moverse mostrando un rostro ensangrentado y gestos de dolor.
A pesar de que todos le pedían que se quedara recostado, Gramajo volvió a pensar en la seguridad de los demás y no en la suya. "La gente me retaba y me pedía que me quede quieto; pero yo vi que habían muchos cables de electricidad tirados en toda la calle. Por eso me levanté y puse los conos que tenía en mi camioneta alrededor del poste, para que nadie se electrocutara por accidente", relató el valiente operario.
En el hospital de Gemes se comprobó que no tenía quebraduras, solo fisuras que fueron tratadas; mientras que la sangre en su rostro fue producto de un corte con el casco de seguridad, que sin dudas lo protegió muy bien; solo restaba un estudio por posibles golpes internos.
Fue el mismo día en que El Galpón sufrió un duro golpe de la naturaleza. Alrededor de las 11 de la mañana, Gramajo subió por una escalera a lo alto de un poste de cemento del tendido de la red de Edesa de unos 8 metros de altura para completar el recambio. Ya la primera parte del trabajo estaba concluida dado que uno de los tramos se había reconectado y solo faltaba unir el otro extremo del cable nuevo a la caja de conexiones.