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La escuela no vive de ilusiones
Es imposible hablar de educación pública en Argentina sin hacer referencia a la figura de Sarmiento. Aquel hombre que buscó incansablemente un modelo en el que todo el pueblo, sin distinciones, pudiera gozar de los beneficios de la educación.Sostenía que el poder, la riqueza y la fuerza de una nación dependían de la capacidad industrial, moral e intelectual de los individuos que la componen y que la educación pública no debe tener otro fin que aumentar estas fuerzas de producción.
No fue partidario, allá por 1845, del sistema educativo europeo; consideraba que no ofrecía una auténtica educación popular, porque las monarquías habían instituido sistemas educativos basados en las diferencias de clases. Se identificó más con el sistema norteamericano y planteó uno de los principios fundamentales para la educación pública: "La educación no es una caridad sino una obligación para el Estado, un derecho y un deber a la vez para los ciudadanos".
En El Zonda, Sarmiento inventa un diálogo entre dos personajes que ya entonces representan el dualismo central que desarrollará años después en Facundo: Civilización y Barbarie. Pepe, uno de los personajes, es iletrado y cuenta lo mucho que se aburre fuera de su trabajo. Manuel, en cambio, instruido, elogia la lectura y niega que, con esa herramienta a su alcance, alguien pueda aburrirse. Explica, además, que la lectura le permite conocer los progresos de otros y -enriquecido por la experiencia colectiva- evitar errores en sus negocios, dirigir mejor los asuntos de su vida. Concluye, al fin, que la instrucción lo hace más feliz a él y, en consecuencia, también a sus hijos, los cuales -también educados- se convertirán, a su vez, en buenos ciudadanos y elegirán un gobierno ilustrado que representará la voluntad de un pueblo instruido y hará del país una nación más próspera y justa. La falta de instrucción hace que Pepe se aburra y que su vida se vuelva rutinaria.
Sarmiento consideraba que la rutina ignora la experiencia que es indispensable para el progreso. Se interesó muy especialmente sobre los métodos de enseñanza y por la formación de las maestras.
Demás está mencionar los resultados tan beneficiosos de este sistema en la educación pública y pasa muchas veces que se tienen nostalgias de esa escuela pública que supo diseñar Sarmiento.
Cuando el problema es la calidad
Actualmente, alrededor del 80% de los alumnos primarios y secundarios en Salta cursan sus estudios en escuelas públicas.
Los principales objetivos de la educación están enunciados en la Ley de Educación Nacional (Nro. 26.206), son más de 20, y destaca el primero de ellos "Asegurar una educación de calidad con igualdad de oportunidades y posibilidades, sin desequilibrios regionales ni inequidades sociales".
Observando las últimas mediciones de los niveles de aprendizaje de alumnos, el único calificativo que es posible derivar de ellos es el de "alarmante"; he allí un problema acuciante para el área educativa a nivel nacional y, por supuesto, también a nivel local.
Es el síntoma más claro que demuestra como inevitable un replanteamiento del actual sistema educativo y del rol de la escuela pública en una sociedad democrática.
El bajo desempeño de los alumnos en las pruebas estandarizadas que se realizan a nivel nacional e internacional, (tales como las ONE, PISA o Terce) son un indicador de la calidad de los aprendizajes que promueve el sistema educativo, no sin desmerecer otras dimensiones que inciden en la educación como lo son la inclusión educativa, el respeto a la diversidad y la justicia social entre otras. Esto plantea un claro desafío que supone mejorar el nivel de competencias básicas alcanzado por los alumnos; hace falta cuidar la infraestructura de las escuelas, mejorar la formación y el desarrollo profesional de los docentes, ampliar el tiempo escolar y elevar el nivel educativo y cultural de la población, para que estos resultados progresen de forma significativa.
Tampoco puedo dejar de advertir que si bien la tasa bruta de finalización de la educación primaria en Argentina es del 97%; la tasa bruta de graduación en educación secundaria alarma: el promedio para Iberoamérica es del 57% pero en Argentina está por debajo del 40%.
Salta no es la excepción: egresan menos de la mitad de los que se inscriben. La educación secundaria es la etapa educativa en la que los alumnos reciben la formación imprescindible para poder afrontar con éxito los retos laborales y sociales posteriores, así como para poder ejercer los derechos, libertades y asumir las responsabilidades de la ciudadanía que demandamos para las sociedades democráticas y participativas de este siglo XXI.
Que se reciban menos de la mitad de los que ingresan nos marca un obstáculo insalvable para que esto se realice.
¿Qué tipos de empleos se pueden generar para estos jóvenes que no terminan el secundario y no adquieren las competencias mínimas?
¿Qué será de estos jóvenes Ni Ni?
Con la importante partida presupuestaria que los gobiernos nacional y local destinan a esta área ¿Por qué no se reflejan en la obtención de mejores resultados en las evaluaciones que hacen los alumnos? ¿Por qué se profundiza cada vez más la diferencia en los resultados de los alumnos de los establecimientos públicos de los privados? Evidentemente no basta con invertir más, sino que es necesario hacerlo de acuerdo con un conjunto de objetivos de carácter educativo y así poder invertir mejor.
Si tenemos en cuenta la distribución del gasto público en educación por niveles educativos en el 2012 (en porcentajes), en Argentina fue para la preprimaria: 7,8%; primaria: 31,6%; secundaria: 40,3% y postsecundaria y terciaria: 20,3%.
Notamos que en el secundario es donde más se invierte; recordemos: se hacen edificios nuevos o se refaccionan existentes, se entregan libros, equipamientos, netbooks a alumnos y docentes, capacitación sobre diversos temas; planes para finalizar secundario o continuar con los superiores (Progresar por ejemplo), transporte gratis para estudiantes, etc. pero no alcanza; son positivos para la inclusión pero no mejoran los rendimientos académicos.
Como si esto fuera poco, vemos incrementar la violencia escolar; el consumo de drogas; la indisciplina; la falta de autoridad y normas; baja exigencia y evaluación; poca valoración del docente, etcétera.
¿Qué pasa entonces con los valores que se enseñan en las escuelas?
La escuela pública que todos deseamos en función de lo que históricamente se pretendió de ella, tiene actualmente una imagen muy deteriorada por múltiples razones y desvalorización en relación a lo que supo brindar. Por varias causas vemos impedido su buen funcionamiento y los resultados en términos de calidad no la dejan bien parada.