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Carta de una Religiosa

Lunes, 28 de septiembre de 2015 00:00
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Carta de una Religiosa

¡Buen día!

"Carta de una joven religiosa desde la trágica Bosnia". Con ese título apareció en el Boletín Salesiano un relato conmovedor, escrito por una consagrada a su superiora provincial:

"Soy Lucy, una de las jóvenes religiosas que ha sido violada por los soldados serbios. Le escribo, Madre, después de lo que nos ha sucedido a mis hermanas Tatiana, Sandria y a mí".

Con estas palabras la religiosa abre su corazón para decir, entre otras cosas, que le escribe para que la ayude "a dar gracias a Dios por haberme asociado a millares de compatriotas ofendidas en su honor y obligadas a una maternidad indeseada". Los últimos párrafos de la carta son un verdadero canto a la vida:

"Todo ha pasado, Madre, pero todo empieza. En su llamado teléfonico, después de sus palabras de aliento, que le agradeceré toda la vida, usted me hizo una pregunta concreta: "Que harás de la vida que te han impuesto en tu seno?". Sentí que su voz temblaba al hacerme esa pregunta, pregunta a la que no creí oportuno responder de inmediato, no porque no hubiese reflexionado sobre el camino a seguir, sino para no turbar eventuales proyectos respecto a mí. Yo ya decidí: seré madre. El niño será mío y de nadie más. Sé que podría confiarlo a otras personas, pero él aunque yo no lo quería ni lo esperaba tiene el derecho a mi amor de madre. No se puede arrancar una planta con sus raíces. El grano de trigo caído en el surco tiene necesidad de crecer allí, donde el misterioso, aunque inicuo sembrador lo echó para crecer.

Realizaré mi vocación religiosa de otra manera... Me iré con mi hijo. No sé adónde; pero Dios, que rompió de improviso mi mayor alegría, me indicará el camino a recorrer para hacer su voluntad. Volveré pobre, retornaré al viajo delantal y a los zuecos que usan las mujeres los días de trabajo y me uniré con mi madre a recoger en nuestros bosques la resina de la corteza de los árboles.

Alguien teme que empezar a romper la cadena de odio que destruye desde siempre nuestros países. Por eso al hijo que vendrá le enseñaré sólo el amor. Este mi hijo, nacido de la violencia, testimoniará junto a mí que la única grandeza que honra al ser humano es la del perdón..."

!Hasta mañana!

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