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Naciones
“La Declaración Universal de los Derechos del Hombre, adoptada en 1948, ha tratado de manera elocuente de los derechos de las personas, pero todavía no hay un análogo acuerdo internacional que afronte de modo adecuado los derechos de las naciones.
Se trata de una situación que debe ser considerada atentamente, por las urgentes cuestiones que conlleva acerca de la justicia y la libertad en el mundo contemporáneo”.
Quien alude a esta materia pendiente de los derechos de las naciones es nada menos que Juan Pablo II en su ya célebre discurso pronunciado ante las Naciones Unidas, con motivo de su quincuagésima asamblea general (5.10.95)
El Papa recuerda luego que el tema se ha presentado repetidamente en la conciencia de la humanidad, suscitando una notable reflexión ética y jurídica. En ella la Iglesia ha desempeñado también un papel preponderante. En nuestros días el tema sin embargo ha ido adquiriendo ribetes particulares:
“El problema de las nacionalidades se sitúa hoy en un nuevo horizonte mundial, caracterizado por una fuerte movilidad que hace que los mismos confines étnico-culturales de los diversos pueblos sean cada vez menos definidos, debido al impulso de múltiples dinamismos como las migraciones, los medios de comunicación social y la mundialización de la economía.
Sin embargo, en este horizonte de universalidad vemos precisamente surgir con fuerza la acción de los particularismos étnico-culturales, casi como una necesidad imperiosa de identidad y de supervivencia, una especie de contrapeso a las tendencias igualadoras. Es un dato que no se debe desestimar, como si fuera un simple residuo del pasado; más bien requiere ser analizado para una reflexión profunda a nivel antropológico, ético y jurídico.
Esta tensión entre particular y universal se puede considerar inmanente al ser humano. La naturaleza común mueve a los hombres a sentirse, tal como son, miembros de una única gran familia. Pero por la concreta historicidad de esta misma naturaleza, están necesariamente ligados de un modo más intenso a grupos humanos concretos; ante todo la familia, después de los varios grupos de pertenencia, hasta el conjunto del respectivo grupo étnico- cultural, que, no por casualidad, indicado con el término “nación”, evoca el “nacer”...”
¡Hasta mañana!