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Ruth Ivana Chavez (37) y Ariel López (38) son dos rosarinos que por su emocionante caso hicieron caer más de una lagrima a quienes los conocen. Hace poco y tras varios años de padecimientos, ella decidió aceptar el órgano de su pareja para poder continuar con su vida. Hoy cuentan su particular historia.
Tienen dos hijos. Un varón de 16 años y la nena de 12. Por cuestiones laborales decidieron emigrar en el 2000 a Buenos Aires. Todo marchaba bien y con una vida relativamente normal. Hasta que en 2005 y estando embarazada de su pequeña hija de 5 meses, los médicos le detectaron la presión muy elevada por lo cual decidieron interrumpir el embarazo. “Me decían que había que salvarme a mí. La bebé nació con 800 gramos y estuvo muchos meses internada pero gracias a Dios se fue recuperando. Los médicos pensaban que la presión se me iba a normalizar pero no fue así. En mi casa estaba cada vez peor, no bajaba y los dolores de cabeza eran muy fuertes. Me vio un nefrólogo y me pidió una biopsia de riñón. Yo nunca me quise hacer porque tenía miedo de que me salga algo grave. Así estuve más de 10 años sufriendo, algunos días bien y otros no tanto”, cuenta Ruth a El Tribuno. A principios de 2014 el cuerpo dijo basta. Los riñones casi no le funcionaban.
“Mi marido y mi hermana se ofrecieron de inmediato para donarme. Yo elegí a mi hermana. Empecé con ella los estudios de compatibilidad y todo daba perfecto. En abril del 2016 nos dan la fecha. Ahí preparamos todo y un día antes de viajar a Tucumán para la operación se arrepintió. Había mucha gente que había venido a despedirnos y después de esa noticia nos vinimos abajo”, subraya Ruth.
La noticia golpeó mucho a la familia pero su lucha siguió. A pesar de que Ariel insistía en que quería ser el donante, ella desistía porque tenía miedo que sus hijos quedaran si sus padres. En ese momento, otra de sus hermanas tomó la decisión de realizarse los estudios y los resultados dieron positivos en un 100%.
“Todo parecía indicar que esta vez si se iba a poder. Los médicos nos dijeron al comienzo que la compatibilidad era casi perfecta. Preparamos todo hasta que un día de golpe los doctores la llaman a una reunión y deciden desistir el trasplante. Los motivos aun los desconozco. Con mis hermanas hoy tenemos una buena relación a pesar de lo que pasó y creo que Dios por algo lo quiso así”, agrega Ruth.
Consternado por la situación, Ariel insistía cada vez más con la esperanza de que su esposa acepte su donación. A pesar de los miedos de Ruth y con la situación apremiante, decide aceptar el órgano de su pareja. El 2 de agosto pasado fueron intervenidos con éxito en el Centro Privado de Cardiología en Tucumán.