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Laberintos humanos. El secreto del Mendito

Lunes, 13 de febrero de 2017 01:30
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Laberintos humanos. El secreto del Mendito


Cuando el Mendito enviudó, las apuestas se revitalizaron. Algunos aseguraban que no iba a durar mucho sin la Lola, que aunque le había vuelto la vida un calvario, se había acostumbrado a ella como termina por tolerarse un dolor de muelas.

Pero ni para eso el Mendito tuvo personalidad, y seguían sus años andando por la calle polvorosa que atraviesa el caserío. Los alegres, creyendo que el secreto de su longevidad era la falta absoluta de personalidad de que sufría, empezaron a aplacar sus pasiones en vano, porque todos se iban antes.

Pero también al Mendito Quito le llegó la hora, y cuando los curiosos, que deudos no tenía, revisaron sus pertenencias, encontraron un diario manuscrito que, aunque no explicaba nada, llenó a todos de sorpresa. En ese diario, el Mendito demostró tener la más frondosa de las imaginaciones.

En sus páginas se describió como el fogoso amante de todas y cada una de las vecinas de su tiempo, y escribió con letra nerviosa peleas por cuestiones de honor que atravesaba victorioso. Lo que jamás vivió, porque de ello nadie tenía la menor duda, el Mendito lo redactó en su diario, me contó el Armando y yo nunca supe si lo estaba inventado.

Como en ese diario todas las abuelas de todos los vecinos tenían sus escenas más picantes, se decidió quemarloen asamblea comunal. Nadie quería, aunque supieran su falsedad, que los nietos leyeran semejantes cosas de sus predecesoras, así que sólo puedo decirle lo que me contaron, me dijo Armando con nostalgia de haber leído lo que no le fue dado leer.

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