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25 de Junio,  Salta, Centro, Argentina
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“Para desarrollarse, la sociedad argentina tiene que construir una alianza de todos los sectores” 

Entrevista con Iván Ordóñez, economista especializado en agronegocios.
Sabado, 03 de noviembre de 2018 00:20

Impactantes datos sobre la percepción que la ciudad tiene del campo y el camino para trabajar al respecto presentaron Iván Ordóñez junto a Jorge Giacobbe en la Tercera Jornada Anual Prograno-ASA que se realizó ayer en Salta. Giacobbe, analista político y consultor en opinión pública, reveló: “Qué piensa la ciudad del campo”; mientras que Ordóñez, economista especializado en agronegocios, expuso las claves para saltar la tranquera y “transmitir lo que hacemos a nuestros vecinos y el país”. Ambas exposiciones se presentaron de manera dinámica y casi simultánea y dejaron una marca en los organizadores del evento que reconocieron la necesidad de trabajar en línea con lo revelado por ambos expertos.

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Impactantes datos sobre la percepción que la ciudad tiene del campo y el camino para trabajar al respecto presentaron Iván Ordóñez junto a Jorge Giacobbe en la Tercera Jornada Anual Prograno-ASA que se realizó ayer en Salta. Giacobbe, analista político y consultor en opinión pública, reveló: “Qué piensa la ciudad del campo”; mientras que Ordóñez, economista especializado en agronegocios, expuso las claves para saltar la tranquera y “transmitir lo que hacemos a nuestros vecinos y el país”. Ambas exposiciones se presentaron de manera dinámica y casi simultánea y dejaron una marca en los organizadores del evento que reconocieron la necesidad de trabajar en línea con lo revelado por ambos expertos.

En diálogo con El Tribuno, Ordóñez repasó algunos de los puntos de su disertación y trazó el camino a seguir a partir de la información disponible.

Los datos que presentaron fueron importantes para el sector, que se planteó la tarea de trabajar para revertir la situación expuesta...

El principal análisis que surge de este estudio es que el productor tiene que dejar de enojarse con la realidad que cambió. El panorama se modificó muy fuerte, la sociedad le exige determinadas cuestiones a los productores agropecuarios para llevar a cabo su actividad y el productor no se puede enojar por eso, tiene que entender que la realidad cambió.

Antes el productor no necesitaba un abogado para producir, después necesitó un abogado; antes no necesitaba un contador para producir, después necesitó un contador; antes no necesitaba un chico de sistemas para producir y ahora tiene que contratar a alguien, aunque sea por horas, para que le arregle determinadas cuestiones. Ahora la sociedad le está demandando cosas, entonces de la misma manera que el productor no se queja porque tiene que tener un abogado, un contador o un pibe de sistemas, tiene que entender qué es lo que le está demandando la sociedad y resolverlo de la manera más eficiente posible, eso es, dejar a la sociedad satisfecha pero que esa respuesta no le destroce el negocio. 

Hay temas que -es cierto- cuestan más plata, pero hay otros que no, entonces para qué estar batallando contra una realidad. El productor está inserto en una sociedad, el productor no es la sociedad. Entonces, eventualmente, si hay demandas, tiene que entender por dónde viene, tratar de, a su manera, influir en cómo se generan esas necesidades y, en última instancia, adaptarse. Adaptarse no es aceptar dócilmente cualquier cosa, es entender que eso está y que él tiene que operar sobre eso. 

En este punto ustedes destacaron la importancia de trabajar en la generación de empatía.

Yo te diría que uno de los problemas es que es una actividad económica dominada por una sola posición: la del ingeniero agrónomo. Claramente está dominado el agro por el ingeniero agrónomo como profesión y eso, obviamente, tiene un montón de ventajas porque el eje de la productividad del agro argentino es el conocimiento y, ese conocimiento, lo tiene el ingeniero agrónomo, pero también genera limitantes porque cuando hay un solo modelo de profesional aportando ese conocimiento hay, obviamente, un ensimismamiento, una lógica única, y el ingeniero es alguien de datos y los datos tienen el problema de que pueden convencer solamente a quienes comparten la lógica de los datos, y la sociedad está compuesta por gente que no comparte esa lógica, de hecho la mayoría de los argentinos no la comparte. Entonces hay que generar empatía con el otro para que el otro se pueda poner en el lugar de uno. Y así generar el diálogo fructífero.

Ustedes marcaron que mucho de lo que el público urbano cuestiona del campo es desde el desconocimiento. ¿Entonces cobra importancia la forma de comunicar?

Sí, pero no solamente eso. Uno tiene confianza en determinadas personas no por lo que te dicen sobre un determinado tema, sino porque fueron construyendo una relación con vos. Entonces vos creés en determinadas figuras porque las conocés, porque sentís empatía con ellas, porque pensás que su punto de vista es entendible más allá de lo que te está diciendo. Eso es clave.

Vuelvo sobre esto, como el ingeniero agrónomo es una persona de datos, lo que te dice es “yo ya te dije cómo son las cosas, te di el argumento y lo podés ver y medir”. Y la sociedad lo que le dice es: “Con eso no me alcanza”.

A partir de la crisis que vivió el campo en 2008 con la Resolución 125 surgió un grupo de dirigentes del agro que ocuparon espacios políticos y públicos en el Congreso, en el Gobierno nacional ahora. Sin embargo, parecen haberse quedado a medio camino porque ocuparon lugares pero no transmitieron lo que el campo quiere transmitir. ¿Qué falló?

Te diría que lo que pasó es que la gente del agro que impulsaba a esas personas se desilusionó muy rápido porque no vio automáticamente resultados concretos. Y la verdad es que son más de 70 años del agro corrido de la esfera pública, del agro no disputando la discusión pública. Entonces pretender que la primera generación que se acerca del campo a la ciudad, encima desde una posición defensiva como fue la 125, sean exitosos, que generen algo propositivo y que la sociedad los acompañe es demasiada carga para una sola generación en ocho o diez años. Hay que interpretar esto no como una carrera de 100 metros llanos donde hay una meta y se alcanzó, sino como una maratón que dura toda la vida. Cambió. Cambió el negocio y la forma de hacer negocios. Entonces o incorporamos esta modificación de la realidad en la forma en que hacemos negocios o no vamos a ser exitosos. Y ser exitosos es construir una alianza con la sociedad para el objetivo que en el fondo queremos todos, que no es un objetivo solo del agro, sino de toda la sociedad, que quiere desarrollo económico porque el desarrollo económico está muy ligado a la felicidad y si no tenemos desarrollo económico es muy difícil ser felices. Es difícil ser feliz si para ir al baño tenés que ir a una letrina afuera de tu casa. Entonces para poder tener un baño con cloacas y agua caliente y fría necesitás plata, y para tener plata tenés que desarrollarte. No alcanza con el crecimiento económico, hay que desarrollarse. Y para desarrollarse la sociedad argentina tiene que construir una alianza, y no solo con el campo, todos los sectores de la sociedad tienen que bajar un poco los decibeles y ver cómo cooperan en vez de cómo conflictúan.

El hombre de campo sabe cómo hacer su trabajo, pero no sabe cómo informar ni generar empatía. ¿Qué mecanismo debe utilizar para lograrlo? 

Lo primero es entender que necesariamente él tiene razón. Y lo segundo es prepararse con determinación. O sea, de la misma manera que considera que es importante entender qué está pasando en determinado lote con una maleza, acá tiene que empezar a entender que es importante cómo él cuenta lo que hace y cómo reacciona porque, si no, la sociedad le va a quitar la licencia para hacer lo que hace. Muchas veces sus problemas se resuelven con temas técnicos pero muchas otras veces no es así.

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