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Profundo pesar en el adiós al padre Diego

Emotivas palabras de despedida “al mejor de los lapachos de las yungas de Orán”.
Lunes, 12 de febrero de 2018 00:00
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Orán derramó sus lágrimas sobre el río Bermejo y la tristeza se esparció por todas las yungas. El último adiós al padre Diego dejó a la comunidad con un profundo pesar.

El sacerdote falleció el viernes por la tarde a los 97 años. Cerca de las 19.30, el féretro con sus restos llegó el mismo viernes al Monasterio Nuestra Señora del Valle de las Hermanas Concepcionistas, ubicado en calle Emilia Bustamante 1450 .

El sábado por la mañana sus restos fueron trasladados a la iglesia Santa Teresita del barrio Aeroparque donde fueron velados hasta la medianoche. Ayer, a las 10, se ofició una misa de cuerpo presente en la iglesia catedral, presidida por el arzobispo Mario Antonio Cargnello, Monseñor Andrés Stanovnik, administrador apostólico y todo el presbiterio de la diócesis de Oran para posteriormente depositar de manera provisoria sus restos en el Cementerio Municipal de la ciudad de Orán, acompañado por cientos de fieles que lo definen como "el santo de Orán".

Emotiva despedida

"Y estas yungas oranenses se quedaron sin su mejor lapacho", expresó el padre Rubén Gutiérrez, quien entre lágrimas escribió que "El más santo, el más misionero, el más "añero' de los curitas, se fue camino del cielo".

"En verdad no podemos disimular la admiración y la gratitud por su bondad y su sencillez en el trato dado a todos sin distinción... Fue un sacerdote ciento por ciento, y además, un hombre con una serena alegría, fruto quizás de tantos años amasando la voluntad de Dios. Con una preparación teológica y una amplitud de inquietudes intelectuales, que lo hacían estar a la altura de los tiempos actuales para descubrir sus signos, con el fin de responder con responsabilidad a la voz de Dios en nuestra historia., dijo.

"Hoy nos toca despedirlo y nuestro corazón se agranda para darle gracias por su entrega generosa, por su testimonio cotidiano y por haber sido un verdadero profeta para nuestra Iglesia de la Nueva Orán", agregó.

Su deseo

Con motivo de su cumpleaños, en el 2016 hizo un anuncio a toda la comunidad que tanto lo quiso: "Por el gran amor a mi misión y a la memoria del Siervo de Dios, el padre Juan Antonio Solinas (uno de los 20 martiries del Zenta, oriundo de Nuoro, Italia), he decidido morir en Orán. Será un honor y un verdadero privilegio. Que mis restos mortales sepultados sirvan a la Diócesis de Orán y Nuoro para confirmar un verdadero intercambio de sacerdotes y ayuda material. Además que mis huesos sean como un llamado permanente para suscitar vocaciones misioneras".

Su imagen pastoral quedará para siempre en la Diócesis de Oran, donde había desarrollado una curiosa manera de acercarse a la feligresía a través de la ayuda especialmente a los niños.

El padre Diego llegó a Buenos Aires en 1980, hace más de treinta años, y en ese tiempo desplegó una actividad inagotable, fue iniciador de muchas comunidades que hoy son parroquias.

Una vida de entrega plena

El padre Diego llegó desde Cerdeña (Italia) para dejar su huella de fe en la Diócesis de Orán. Cumplió 97 años el 21 de noviembre y se realizó una misa en la parroquia Santa Teresita para celebrar tantos años de entrega. Fue la última vez que la comunidad tuvo la oportunidad de verlo públicamente, con una imagen frágil pero un corazón dispuesto a dar hasta el último momento.
En 37 años se entregó plenamente al servicio de los demás en la diócesis. Es uno de los sacerdotes que dejó su huella y su testimonio. Fue fundador del hogar de niños Santa Teresita del Niño Jesús, en Orán, y se dedicó al servicio de los demás incluso hasta los últimos días de su vida. 
 

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