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Cruzar el río Carabajal es una odisea estos días

Los tractores son el transporte de la gente que vive del otro lado del río.
Jueves, 08 de febrero de 2018 00:00
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No hay otra alternativa para los pobladores que habitan del otro lado del río, ni para los productores tabacaleros y ganaderos. Pero el cauce en esta época de lluvias es demasiado peligroso.

Entre enero y marzo, cruzar las crecidas del río Carabajal es una tarea muy riesgosa. Hacia el oeste de Rosario de Lerma, los parajes de Carabajal, Corralito y Cámara posen gran cantidad de tierras dedicadas a la agricultura. Se destaca la actividad tabacalera. Para llegar a esa zona cuando las lluvias aumentan el caudal del río es una verdadera odisea. Desde Campo Quijano, el único puente existente es del río Blanco. 35 kilómetros aguas abajo sobre el río Rosario hasta La Florida, en La Merced, está sobre la ruta nacional 68 el otro puente.

De un lado están las comunidades desarrolladas y del otro, los parajes rurales. Apenas El Toro comienza a aumentar su cauce, Carabajal que recibe su caudal se incrementa. Apenas está a 8 kilómetros de Rosario de Lerma, y parece tan lejos.

"El río recibe las aguas de Corralito, los arroyos de la zona de Cámara y el Toro que llega de Quijano. En esta zona de Rosario de Lerma, el cauce tiene anchos de 2 a 3 kilómetros en la temporada de lluvias. Se nos hace imposible cruzar el Carabajal", cuenta Gustavo Alfredo Hernández, tractorista de hace una década por estas tierras.

A la altura de El Vallenar, el río se hace más ancho. La mayoría de los tractoristas cruza dos veces al día, llevando las cargas de tabaco, de una finca a los acopios. Otras veces, los tractores son el medio de transporte de los pobladores que viven del otro lado del río.

"A veces en los carros traemos poco tabaco; la gente aprovecha para subir y poder pasar el río. Es peligroso, pero no tenemos otra alternativa", describe Hernández la situación poco conocida de esta zona.

Dice que realiza los viajes por la mañana, en la tarde es "jodido" porque el río crece y es traicionero. "Si te quedas en medio de la crecida, tenés que rogar que alguien te ayude a salir pronto. Tenemos dos opciones. Salir con el tractor mientras alguien te tira o lo dejas al tractor en medio del cauce y te salvas vos", dice. Muchos son los que realizan esta arriesgada labor. Si el cauce aumenta y baja con fuerza, ellos no pueden dejar de cruzar. Hubo varios casos de vehículos empantanados a las orillas y que luego son arrastrados por el agua. Incluso, el año pasado, unos imprudentes pescadores fueron sorprendidos por la creciente del río. Después de horas, con ayuda de los bomberos voluntarios pudieron ser rescatados.

"La gente espera a los tractores para cruzar. Desde temprano comienzan a pasar el río Carabajal. Después al mediodía es la otra oportunidad. En la tarde, cayendo la oración, son pocos los que se animan. Si pierdes el pie en un pozo, por imprudente vas a parar el dique Cabra Corral", agrega.

Hernández paró un momento para contarle a El Tribuno su rutina diaria. Esta labor es similar a la de tantos vecinos de esta región que aún deben cruzar ríos torrentosos para llegar a las zonas urbanas. De este lado del Carabajal existe una escuela rural. Los vecinos esperan que las lluvias comiencen a mermar. Porque el comienzo de clases será con guardapolvos arriba de los carritos tirados por los tractores.

 

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