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26 de Agosto,  Salta, Centro, Argentina
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Hilda Horovitz a El Tribuno: “No me siento culpable de nada, yo dije la verdad"

Miércoles, 08 de agosto de 2018 03:16
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 La única forma de comunicarse con Hilda Horovitz, la ex de Oscar Centeno, es por teléfono fijo. Desde que estalló el escándalo, donde su expareja está señalado como el chofer de Roberto Baratta que trasladaba los bolsos con dinero provenientes de la corrupción durante el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, la Justicia le secuestró el celular. Hilda es la mujer que denunció el caso de los cuadernos de las coimas en el que están implicados empresarios y exfuncionarios kirchneristas. Desde su departamento en Ciudad de Buenos Aires, brindó una extensa entrevista con El Tribuno donde comentó estar “tranquila” porque está diciendo la verdad. La ex de Centeno no siente temor por su seguridad y afirmó que no necesita custodia policial. Después de una relación con el remisero que duró casi 10 años, se terminó cuando finalizó el gobierno de la expresidenta, Hilda salió a los medios a contar su verdad.
¿Cómo lo conoció a Centeno?
Lo conocí acá en Buenos Aires, él se vino de Salta, de su pueblo de Cobos (Güemes). Se vino acá a los 17 años cuando se casó con su primera mujer, Marta. Nos conocimos cuando yo empecé a trabajar en un apart hotel en Parque Centenario, cerca del Hospital Durand. Yo era la encargada. Un día me comentó que se había separado de su mujer, buscaba un lugar donde dormir y quería alquilar. Llamó al apart y me dijo que venía. Al otro día llegó para alquilar. Después empezó a traerme picadas o cuando hacía ravioles o churrascos, lo que hacía me traía, como agasajándome. Era comprador, entrador. Era bueno cuando estaba bien, cuando se enculaba o tomaba era un desastre.
¿Era de tomar?
Sábado, domingos y feriados, sí; ahí ocurrían los hechos de violencia. De lunes a viernes tomaba terma.
¿A los cuadernos los pudo ver?
Vi los cuadernos pero no sabía que el contenido tenía tanta magnitud, no me puse a leer con determinada atención, pero sí los vi. 
¿Lo conoció a Roberto Baratta, exsecretario de Coordinación del Ministerio de Planificación y señalado como la mano derecha de Julio De Vido?
A Baratta sí porque fuimos a la casa de Mapuche (country exclusivo donde vivía el exfuncionario), que alquilaba en ese momento, para el cumpleaños de la hija. Pero no es que nos presentábamos todos y nos sentábamos en la misma mesa y charlábamos, nada que ver. Él con su familia en un costado y nosotros para otro lado.
¿Usted tiene hijos?
Tengo pero no quiero dar los nombres ni nada, no quiero hablar de ellos. 
¿Pudo hablar con ellos o con su familia sobre este tema? ¿Qué les dicen? 
Están preocupados porque me animé a hablar.
¿Está con custodia policía?
No.
¿Le gustaría tener?
No, para qué. Si te quieren hacer algo, con custodia o sin custodia te hacen igual, así que ¿para qué?.
¿Cuándo se separa de Centeno?
En el 2016, cuando termina la gestión anterior.
¿Tiene trabajo?
No estoy trabajando. Vendo alguna que otra cosa como golosinas.
¿Conoció algo de la vida de Centeno en Salta?
La vida de Centeno en Salta era muy precaria, la madre vivía en Cobos, y la conocen todos, es Adriana. Ahora Centeno le hizo la casa a la madre de dos pisos, todo desde cero. 
¿A qué edad se fue Centeno de Salta?
A los 17 años, cuando se casó con Marta.
¿Vino a Salta alguna vez con Centeno?
Sí, fui varias veces, no sé si tres veces, pero fui.
¿A qué venían?
A ver familiares. Yo conozco a la madre, a la hermana, a Gisela su hija, conozco a todos.
Mientras estaba con usted, ¿Centeno vino solo a Salta?
Sí también. Fue con la que me metía los cuernos, que era secretaria de Baratta, se llama María Eugenia, pero no me acuerdo el apellido. Cuando iba para allá, no era muy distinta su vida que acá. Se quedaba en la casa de la madre y le arreglaba las cosas y nada más. Tenía reuniones familiares.
Desde que Centeno está en libertad, ¿lo pudo ver?
No.
¿Tiene algún tipo de relación?
No.
¿Cómo está con todo esto?
Y bueno, como le dije al principio, me tengo que estar cuidando de los medios y salir un poco menos, pero después... No me siento culpable de nada, porque yo dije la verdad.
¿Qué piensa de todo lo que pasó y del escándalo de corrupción que se destapó?
Creo que en parte lo buscaron. Tanto Centeno como Baratta sabían todo esto, que yo iba a hablar, estaban prevenidos, o sea, si no me escucharon, o si hicieron oídos sordos porque pensaron que yo no iba a hablar.
¿Qué fue lo que la motivó a hablar?
Todo lo que es la agresión de Centeno, los malos tratos, el desprecio.
¿Sufría violencia de género?
Sí.
¿Tiene celular?
Los teléfonos me los secuestraron cuando vinieron a hacer el allanamiento en casa.
Se la nota muy tranquila...
Sí, yo estoy tranquila, todos me dicen lo mismo. Estoy tranquila porque digo la verdad y no estoy mintiendo, aparte no voy a andar diciendo una cosa por otra porque puedo ir presa.
Usted afirmó que a Centeno “le tiraban migajas”...
Esa es una frase de él, cuándo venía molesto, chinchudo porque le tiraban migajas. Es la frase de él, Roberto (Baratta) le tiraba migajas.
¿Qué nivel de vida llevaban ustedes en esa época? ¿Había lujos?
No, normal dentro de todo, tranquila.
¿Qué pasó con la casa de las Abuelas de Plaza de Mayo?
Me la sacaron después de que Centeno me compró este departamento en Capital.
¿Sabe qué pasó con los cuadernos? Algunos dicen que están en la Justicia, mientras que Centeno dice que los quemó...
Lo que tiene la Justicia son fotocopias, según el diario que los recibió se los devolvió al amigo de él, que después se lo devolvió a Oscar Centeno y él dice que los quemó.
¿No cree que los haya quemado?
Puede ser, no sé. No quiero decir una cosa por otra porque después voy a tener problemas con la Justicia. Es la palabra de él.
¿Cómo se llevaba con la familia de su expareja?
Me trataban bien, pero la madre le hinchaba mucho a Centeno para que no ponga nada a mi nombre, influía mucho en toda la relación.
 

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