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El diálogo, la negociación, no deberían darse al calor de los incendios. Se puede negociar con quien está empleando la violencia, pero para que la deponga de inmediato. Negociaciones de otro nivel son posibles, no importa si la contraparte nos caracteriza así o asá, restablecido un marco de paz.
En el corto plazo, no parece factible concretar un acuerdo del que sea parte el Gobierno nacional, pero muchas fuerzas políticas y sociales podrían comenzar a conversar.
A partir del 2023, quizás los fuegos continúen encendidos, quizás no. Con todo, los 600 mil mapuches chilenos y los 100 mil argentinos seguirán siendo parte de nuestra riqueza social y nuestra diversidad cultural.
Atención: cualquier persona puede ser interpelada por una propuesta identitaria. En un siglo algunos de mis tataranietos podrían descubrir que son calabreses. Mientras exista, el Estado tendrá mucho trabajo. Y todos tendremos que pagar algún precio.