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Tras las elecciones, o hay un acuerdo,o nos espera la anarquía

Martes, 16 de noviembre de 2021 02:07
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Concluidas las elecciones de medio término, la lectura de los resultados obliga a revisar la manera de evaluarlos.

El triunfo de Juntos por el Cambio fue contundente: el Congreso quedó en un estado de "empate técnico", por la paridad de fuerzas en diputados y el epílogo de la mayoría peronista en el Senado. Luego de 38 años, la pérdida del quórum propio erosiona sensiblemente el poder de Cristina Kirchner. En todo el país la diferencia a favor de Juntos por el Cambio es de casi el 10% sobre el kirchnerismo. En Salta, Tucumán, Chaco y San Juan, pintadas de celeste claro, los triunfos del oficialismo nacional fueron muy ajustados, y en la mayoría de los casos producto de la fragmentación de la oposición. Más allá de los guarismos crudos, la victoria tiene sabor a derrota para el jefe de Gabinete y gobernador de licencia de Tucumán, Juan Manzur; para una estrella naciente del peronismo, Sergio Uñac, y para el histórico Jorge Capitanich.

Las derrotas en Chubut, Santa Cruz y La Pampa son expresivas de un desencanto generalizado a lo largo de dos años.

La región central del país votó en forma categórica contra el kirchnerismo. En Córdoba se profundizaron las diferencias, quizá en parte como castigo a la imprudencia verbal de Alberto Fernández. Solo en parte. En Santa Fe el triunfo opositor cambió el mapa electoral y legislativo con respecto a 2019 y, salvo algunos bastiones, especialmente Formosa y Santiago del Estero, los escasos éxitos de la coalición gobernante fueron tenues. En el Conurbano bonaerense hubo un avance, que contrasta con el resto de la provincia gobernada por otro gran perdedor, Axel Kicillof.

El mensaje de las urnas

Más allá del discurso rayano en la ingenuidad, como si creyeran posible convertir con palabras mágicas la derrota en victoria, el Frente de Todos sabe que las urnas expresaron los datos que brindó el Indec en las últimas semanas: la pobreza, la inflación y el deficitario manejo de la pandemia no se resuelven, y más bien se agravan, con el "plan platita".

Pero quizá Juntos por el Cambio no lo vea tan claro: las urnas expresaron un voto castigo en todo el país; pero no es tan explícito que los circunstanciales ganadores distritales puedan sentirse ya una alternativa como nuevos líderes.

No empezó un nuevo país: hay un país que acarrea frustraciones desde hace medio siglo. Y que, además, hoy carece de expresiones partidarias orgánicas y de nuevos liderazgos. Las dos coaliciones que se reparten el grueso de los votos deben reacomodar las cargas internas inmediatamente antes de pensar el lo que ocurrirá dentro de dos años, porque la radiografía social del país y la falta de armonía entre la dirigencia hacen imposible anticipar qué ocurrirá en diciembre.

Los triunfadores del domingo deberían haber llegado a las elecciones sabiendo que, cualquiera fuera el resultado, no había lugar para "disputas de escenarios ni carteleras" para aparecer como los padres de la victoria. El fracaso de la presidencia de Mauricio Macri obedeció a la incapacidad de comprender que la coalición electoral solo tendría éxito si se convertía en coalición de gobierno. A veces los sondeos mal hechos llevan a la confusión a los dirigentes con poca experiencia política. Por eso, probablemente, algunos pensaron que la victoria iba a ser más amplia, y por eso no ponderaron la importancia de lo que realmente lograron.

¿Cuál es la victoria?

El Frente de Todos estaba preparado para lo peor y por eso Cristina Kirchner prefirió quedarse en su departamento de Recoleta. Sin embargo, los demás tampoco se prepararon para tener un estrategia creíble tras el escrutinio.

Los festejos forzados contrastaron con los datos de la realidad. Cuando Alberto Fernández convocó a "celebrar esta victoria" mañana miércoles, en referencia a la movilización organizada por la CGT y varios gobernadores, generó interrogantes, habló como si su gestión pudiera acreditar algún éxito y como si no hubiera percibido el humor popular.

También es cierto que cabría una interpretación de sus palabras: quizá la victoria a la que se refirió es interna, es decir, a diferencia de las PASO, la derrotada fue Cristina. Si así fuera, se olvidó que, como presidente, no puede erosionar aún más su credibilidad. Y mucho menos ahora.

Lo imprescindible

El humor popular, el descrédito de la política, la catástrofe social y económica y el "empate" en el Congreso no dan lugar a especulaciones: las dos grandes coaliciones deben resolver sus respectivos desórdenes internos y realizar un acuerdo en serio, asumiendo que, por este camino, vamos a un "choque de planetas" y a la anarquía.

No hay margen: el acto del Día de la Militancia se perfila como un intento del peronismo histórico para poner límites a La Cámpora. El presidente deberá asumir que con llenar la Plaza de Mayo nada estará resuelto. Es decir, debe empezar a actuar como un hombre de Estado e interlocutor creíble. Hasta ahora no lo hizo.

Y los dirigentes del PRO, la UCR y los otros aliados opositores mostrarse con aptitud para acordar metas a nivel interno, primero, como prolegómenos para una coincidencia crucial: la de cerrar la grieta ideológica y construir, con el debilitado oficialismo un plan de gobierno, un plan mínimo de exigencias máximas, que convierta a su vez al país en una democracia creíble, para los argentinos y para el mundo.

 

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