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2 de Julio,  Salta, Centro, Argentina
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Propuesta de un pacto fiscal mientras la economía marcha a tientas

El presidente ofrece “manos libres” para que los gobernadores aumenten impuestos localesBuscan resolver la crisis desatada por la falta de un presupuesto con bases que lo sustenten.
Domingo, 26 de diciembre de 2021 00:00
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El escenario económico, superpoblado de dudas e incertidumbres, pone a prueba a todos los gobernadores, pero especialmente a las provincias con menos capacidad de recaudación, que son las que dependen en un 75% de su presupuesto de la coparticipación federal y de la asistencia discrecional del Tesoro.

Mañana, lunes, Alberto Fernández tiene programado un almuerzo con todos ellos con el propósito de celebrar un nuevo "consenso fiscal" ubicado en las antípodas del que propuso Mauricio Macri en 2017, en el que las provincias aceptaron reducir las tasas de los impuestos locales, en especial, Ingresos Brutos, para reducir la carga impositiva, que en algunos casos supone una doble imposición.

Ahora, Alberto Fernández les propone subirlos de nuevo. Una señal clara de que los números para 2022 no cierran. En realidad no los obligaría a aumentarlos, sino los liberaría de cualquier compromiso para decidirlo. En 2017, el consenso incluyó también la restitución del Fondo del Conurbano Bonaerense y se produjo en un escenario en que las provincias habían incrementado sus ingresos por transferencias automáticas del 24% al 34% de la recaudación total.

Las alícuotas máximas para el impuesto sobre los Ingresos Brutos serían: para agricultura, ganadería, pesca y minería de 0,75%; para la industria manufacturera, 1,50%; para la construcción, 2,5%; para el comercio, 5%; para hoteles y restaurantes, 4,5%; para comunicaciones 5,5%; para telefonía celular 6,5%; para intermediación y servicios financieros 9%; para actividades inmobiliarias, empresariales y de alquiler 5% y para servicios sociales y de salud 4,75%.

Lo concreto es que la incertidumbre de los gobernadores no se despejará con este pacto que, en definitiva, no garantiza nada.

Remezones del fracaso

Alberto Fernández realiza esta convocatoria luego del rechazo del presupuesto en la Cámara de Diputados, un episodio que hizo evidente la imprevisibilidad económica del país. El Ministerio de Economía no pudo fundamentar las proyecciones de inflación de crecimiento del producto ni tampoco los cálculos de financiación externa con los que prometía obras a las provincias. El proyecto nunca había sido analizado desde septiembre y cuando se impulsó su "aprobación express" nadie pudo responder a preguntas elementales formuladas, especialmente, por los diputados con formación económica.

La retórica autoexculpatoria del oficialismo trata de imputar a la oposición el naufragio del proyecto, cuando la sesión de la semana anterior mostró a las claras que el presidente del bloque Frente de Todos había decidido abortar el pase a comisión del texto para introducir esas precisiones, propuesto por Alberto Fernández y apoyado por la parte más razonable de Juntos por el Cambio. Máximo Kirchner, por razones que probablemente nunca daría, precipitó el fracaso.

Con o sin presupuesto, nada impide que Fernández siga manejándose como hasta ahora, con decretos y distribuciones parcializadas de fondos, y hasta con medidas claramente arbitrarias como salvar a Axel Kicillof desbaratado por la rebelión policial quitándole coparticipación a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Fracasado el presupuesto nacional, los senadores salteños aprobaron el provincial, fundamentado en las mismas inconsistencias que Martín Guzmán no pudo resolver en su proyecto, y acusando a la oposición nacional por no votarlas.

La incertidumbre no nace de la falta de presupuesto, que es una anomalía, sino de la falta de certezas. Y de la discrecionalidad en el reparto, lógica en un régimen de emergencia que el Frente de Todos restableció a los pocos días de asumir.

El encuentro de mañana va a ser la puesta en marcha del típico intercambio de favores entre un gobierno nacional que atraviesa turbulencias y las provincias, amenazadas por la borrasca.

Certezas sombrías

Según previsiones del Instituto de desarrollo social de la Argentina, Idesa, los errores de la política económica y sanitaria llevaron a que la Argentina sea uno de los pocos países que no recuperó en 2021 los niveles de PBI de 2019.

Además " el bajo nivel de reservas internacionales, la elevada inflación en conjunción con las bajas tasas de interés en pesos y la deuda pública llevan a que la Argentina sea el país más vulnerable del mundo a una suba de las tasas en Estados Unidos, de acuerdo a The Economist y Bloomberg Economics". Y esa suba, por cierto, se considera inminente.

La vulnerabilidad nace de datos duros. Desde el año 2000, el récord de financiamiento del Tesoro había sido en 2014, cuando llegó al 2,5% del PBI. En 2020, saltó al 6% del producto y este año acumula 3% del PBI.

La inflación sigue siendo el gran problema y no tolera paliativos: los subsidios terminan siendo inflacionarios y se combinan con la brecha cambiaria y la pérdida de reservas del Banco Central.

Según la consultora Abeceb del exministro macrista de Producción y Trabajo Dante Sica, para 2022 se espera un magro desempeño del consumo, con poca recuperación del poder de compra, debilidad del mercado laboral y restricciones de acceso al crédito. En ese contexto, el piso inflacionario sería del 50%.

Pero no es la oposición la que genera incertidumbre. Para los funcionarios del Fondo Monetario Internacional, es Cristina Kirchner, a través de su hijo, que intenta evitar un acuerdo con el organismo y de postergar ad infinitum los pagos.

Y el informe del FMI, imaginado como una autocrítica, solamente ratificó que, para ellos, la economía argentina debe regirse por una "mayor ortodoxia". Es decir, una disciplina fiscal que, más allá del sentido común o de las ilusiones de Alberto Fernández, el país (y el cristinismo) no están en condiciones ni con ganas de ofrecer.

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