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La pandemia nos tomó por asalto

Viernes, 26 de marzo de 2021 02:31
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En estos días se cumplió el aniversario del primer confinamiento por la pandemia de coronavirus en el Reino Unido, el 23 de marzo del 2020.

También es el aniversario del puntapié de estas columnas: encerrado en Londres, escribir me ayudó bastante a hacerle frente a esta situación inaudita.

Marchas y contramarchas

Después de pasar la línea de 350 muertos a principios de ese mes, el premier britanico -Boris Jonhson- decide abandonar la estrategia de "inmunidad de rebaño" a una de "lockdown" (cierre total) y "aplanamiento del sombrero" paralizando a toda la economía, y por primera vez desde la Segunda Guerra Mundial, con una orden restringiendo la movilidad pública.

Claro, lo que ya padecía Italia, partes de Francia y España, sería realidad en pocas semanas en todo el Reino Unido pero con más casos y muertes en Inglaterra.

Boris Johnson a principios de marzo 2020 desalentó la importancia del virus como ocurrió, también en forma rimbombante, en Estados Unidos.

De los países de Europa, Boris fue el único líder sin usar barbijo o sin dejar de dar la mano y abrazos durante sus visitas políticas; unas imágenes que todavía llaman la atención, pero tienen una explicación: ver a la pandemia como desafío político y no como amenaza.

El inquilino furioso

El sistema político parlamentario británico tiene características envidiables en cuanto a la seriedad de la profesión de representar al ciudadano, y también en su afán de hacer valer las normas y reglas por sobre la coyuntura. Pero, como el mismo palacio de Westminster, sus rajaduras históricas cada vez son más difíciles de reparar. Boris, en este contexto, no es un albañil sino un inquilino furioso.

En Argentina tenemos la maldita costumbre de envidiar lo ajeno con opiniones formadas con sesgos y con poca dedicación a los datos o la experiencia real de aquellos países que nos gusta compararnos.

Quizás es más fácil ese análisis de conveniencia porque lo que nos motiva es el choque más que la iteración de mejorar lo propio.

No todo es lo que parece, menos en el Reino Unido que durante el 2020 no solo cometió errores gravísimos en el manejo de la pandemia, sino también fue el año del Brexit.

A un año del primer lockdown de marzo 2020 en el Reino Unido, todavía estamos en el tercero. Desde noviembre del 2020, la orden de quedarse en casa restringe el movimiento normal de las personas -algo así como la Fase 1 de Argentina-.

Antes de noviembre también estuvimos en confinamiento por cuatro semanas que no dieron resultado, pasando al lockdown estricto que estamos ahora.

Si sumamos los días de la cuarentena en Argentina y la comparamos con la británica, más de uno se sorprendería al ver qué país realmente tuvo la cuarentena más larga del mundo.

Pero aquí siempre vale aclarar algo: las comparaciones entre países sin tomar en cuenta sus contextos, son simplemente síntomas de vagancia intelectual. Claramente el Reino Unido no es Argentina, y no todas las estrategias sanitarias se aplican de igual manera. Por eso, aun en la comparación cualificada y contextualizada, los datos importan. Hoy el Reino Unido tiene 126.000 muertes (1862 muertes por millón de habitantes) y la Argentina 54.000 (1209 muertes por millón de habitantes).

El PBI per cápita del Reino Unido es cuatro veces más grande que el de la Argentina. Y mientras el gasto público es sinónimo de despilfarro en nuestro país, el Reino Unido tomó deuda para paliar la pandemia rompiendo todos los récords financieros y alcanzando el 97,5% del ratio deuda/PBI.

Entonces, mirando desde el Reino Unido a la Argentina, ¿se intenta decir que nuestro país hizo, hace, políticas públicas perfectas durante la pandemia? No. Lo que se intenta demostrar mirando a la Argentina desde el Reino Unido es la capacidad de aprender de los procesos fallidos y virtuosos de otros lados para perfeccionar lo propio, pero con espíritu de superación y no de pena política.

Educación

Ocurre con el tema de la educación en pandemia.

El ciclo lectivo presencial en el Reino Unido también sufre de problemas similares a la Argentina. La ventaja del ciclo lectivo en la Argentina permitió de alguna manera elegir la virtualidad dentro de un mismo año escolar. En el Reino Unido la pandemia afectó a las mitades de dos años escolares juntos que desencadenaron en una crisis mayor en julio 2020 cuando los exámenes para acceder a la universidad fueron cancelados de prepo.

Una generación entera no pudo acceder a la universidad, que no es pública en el Reino Unido. Por supuesto que pasar un período lectivo entero de manera online -con todas las inequidades que eso conlleva- no es una solución satisfactoria. Solamente notar que los contrapuntos con las comparaciones hacia el exterior parecieran hacerse para desprestigio propio y nunca para aprender, innovar y superar.

La eterna disyuntiva de que lo de afuera vale más promueve dos problemas a largo plazo: equipara lo que no es comparable, y tensiona la confianza en lo innato.

Otro ejemplo de impacto es el proceso de vacunación.
Primero el contexto. Argentina y el Reino Unido están en un selecto grupo de 18 países que juntan dos variables: tienen un programa de vacunación activo, y dos: ambos países están por arriba de la media mundial de cantidad de personas vacunadas por cada 100 habitantes que es 5.8 (Argentina tiene 6.9 y el Reino Unido 44.6). Más contexto: mientras la Argentina tiene dificultades para conseguir proveedores de vacunas que logren un flujo constante de dosis, el Reino Unido tiene suficiente stock para vacunar a su población entera (66 millones) dos veces. 
En otras palabras, tiene contratos firmados por 400 millones de dosis. No es casualidad que entre Estados Unidos y el Reino Unido concentran el stock de vacunas. 
No solamente el poderío económico tiene su rol, sino también la ausencia de un sistema multilateral que vea a la pandemia como una amenaza mundial y no una carrera hacia un nacionalismo de vacunas. 
Los años de Donald Trump quizás fueron la primera pandemia. Por eso, cuestionar la falta de vacunas en la Argentina tiene un correlato con el contexto del orden mundial. El vacunatorio de privilegiados no. El acceso sumamente inequitativo a la vacuna pone en relieve lo que Chile está haciendo: tomando el riesgo necesario de aplicar una vacuna con efectividad del 51% con tal de tener un flujo garantizado. 
La Argentina hoy tiene problemas de flujo, que como se está viendo en la región y en Europa, es lo único que garantiza evitar las terceras, y cuartas olas. 

Por eso terminar como en las últimas entregas: la pandemia no ha concluido. 
La experiencia desde Europa demuestra que la segunda ola es mucho más letal, y por eso, tanto en los datos, las comparaciones, como en los cuidados y el distanciamiento social debemos seguir atentos para aprender de la pandemia. 

 * Mg. Políticas Públicas. Codirector Jiménez- Buttazzoni Consultoría
 

 

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