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30 de Junio,  Salta, Centro, Argentina
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Fragilidades que ponen en juego la soberanía

Jueves, 13 de octubre de 2022 10:46
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El conflicto provocado por el activismo “mapuche” va creciendo en intensidad, alimentado por un gobierno disgregado.

Para los vecinos de villa Mascardi es imprescindible que no se retire del lugar el comando conjunto de fuerzas federales, que tuvo a su cargo el desalojo de un grupo de usurpadores.El presidente de la junta vecinal Diego Frutos sabe que los varones que escaparon a los cerros y cubrieron su retirada dejando a las mujeres en la ruta “van a bajar muy embravecidos y se van a descargar con los vecinos". Lo saben por experiencia, porque este conflicto ya lleva muchos años y ellos, los vecinos, son los que cargan con los costos de las veleidades ideológicas del oficialismo.

 ¿Por qué “veleidades”? Porque en la Argentina existen comunidades de pueblos originarios cuyos derechos no son respetados. La Constitución y la legislación ya reconocieronesos derechos,pero circunscriptos a aquellos que conserven su cultura, su lengua y sus costumbres, y que vivan en las mismas tierras que ocupaban sus ancestros antes de la llegada de los españoles a América. Esa es la situación que, concretamente, presentan las comunidades que habitan el chaco salteño.

Pero ninguna ley autoriza a ocupar tierras ajenas ni a agredir a los propietarios de los lotes que a ellos les parecen apetecibles y a los que atribuyen una condición sagrada. Ninguna ley legitima el clientelismo que practica el INAI en diversas regiones.

El caso patagónico es muy particular. De los cuatro grupos incluidosen el genérico “mapuche”, tres se identifican por su mismo nombre como procedentes de la ladera occidental de la cordillera: picunche, huilliche y moluche, mientras que los pehuenche son “la gente del pehuén”, es decir, de la ladera oriental donde crece la araucaria o pehuén. Y los pehuenches debieron soportar centenarios conflictos en cada incursión de los transcordilleranos, con los que no se sentían parte de una misma nación..

Mientras el gobierno de Alberto Fernández ejecutaba el desalojo, la ministra Elizabeth Gómez Alcorta renunciaba en solidaridad con las mujeres detenidas, y de paso, con sus defendidos Milagro Sala y Facundo Jones Huala. Y Fernández viajó a Neuquén donde se enorgulleció de la “diversidad cultural” y se reunió con manifestantes que lo recibieron recordándole que “el señor presidente está en suelo mapuche”. Acababa de designar como nueva ministra de la Mujer a Ayelén Mazzina, funcionaria puntana que en el mismo fin de semana organizó el encuentro plurinacional de mujeres y disidencias de género donde definieron a San Luis como “territorio huarpe, comechingón y ranquel“.

El problema del territorio, es decir, de la soberanía nacional, está explícito, tanto como la confusión sistematizada de las identidades. Mazzinacreó en San Luis un espacio físico para personas de LGTB denominado weye, palabra mapuche que nombra a quienes no son hombres ni mujeres.Huarpes, comechingones ni ranqueles nunca fueron mapuches.

La confusión, entonces, no es solo de identidades y, por cierto, alimenta más incertidumbres a las muchas que ya tiene el país.

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