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La guerra de Ucrania pateó el tablero geopolítico global y obligó a todos sus protagonistas, sin excepción, a revisar sus estrategias.
Como sucedió en las dos grandes guerras mundiales del siglo XX, Europa continental es el territorio de la contienda y experimenta sus consecuencias, que tienden a agravarse con la proximidad del invierno. Pero detrás de ese teatro de operaciones, y más allá del ancestral conflicto entre Rusia y Ucrania, juegan los intereses de las dos nuevas superpotencias: Estados Unidos y China. Esa presencia, abierta en el caso de Washington y subrepticia en el de Beijing, resultará decisivo a la hora de las negociaciones que en algún momento fijarán en el contenido de la paz.
En este reacomodamiento estratégico cabe inscribir sendas incipientes iniciativas de Francia y Alemania que intentan revalorizar políticamente a la Unión Europea y recuperar un margen de autonomía en relación a Washington dentro de la OTAN. El español Joseph Borrell, alto representante de la UE para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, lo definió con absoluta claridad: "Tenemos que asumir más responsabilidades nosotros mismos".
El presidente francés Emmanuel Macron advirtió que "la guerra no debe generar una dominación económica de Estados Unidos" y proclamó la necesidad de avanzar hacia una "europeización de la OTAN". En junio, el mandatario galo ya había reclamado reforzar la industria europea de Defensa. El objetivo demanda un incremento del gasto militar, con su obvio impacto presupuestario, y un replanteo de las prioridades de inversión para focalizarlas en una política de defensa común.
El canciller alemán, Olaf Scholz, propuso la creación de un sistema común europeo de defensa antiaérea, conocido con el nombre de "Escudo del cielo europeo", un proyecto que evoca aquella famosa iniciativa de Ronald Reagan de la "guerra de las galaxias", lanzada en la década del 80, que consistía en un escudo antimisilístico defensivo de Occidente para afrontar la amenaza nuclear soviética durante la guerra fría.
Aunque no lo manifiesten en público, franceses y alemanes comparten la preocupación de que un eventual triunfo de Donald Trump en las próximas elecciones presidenciales norteamericanas promueva otro viraje político en la Casa Blanca, insinuado ya durante el anterior mandato republicano, que reduzca la importancia de la OTAN en la estrategia global de Estados Unidos.
Esa alternativa tiene sus panegiristas, que dicen en voz alta lo que los diplomáticos callan. Emilio Ordiz, especialista en asuntos de defensa, afirma que "Europa ha fiado todo a una dependencia defensiva y militar de Estados Unido., La UE no nació como una estructura geopolítica, su influencia es comercial. Ese poder blando ahora ya no sirve. La UE está viendo que está llegando a sus límites en el margen de maniobra. Por pura inercia necesitará ser más soberana".
Resurgimiento
Ese proyecto de "europeización de la OTAN" planteado por Macron constituye, en realidad, una tentativa de adaptación a las nuevas circunstancias históricas de la visión geopolítica formulada a fines de la década de los años 50 por Charles de Gaulle, obsesionado por devolver a Francia, a través de un protagonismo activo en una Europa unificada, la condición de actor relevante de la política global que había sucumbido bajo los estragos de las dos guerras mundiales.
Con ese afán independentista, en 1966, el fundador de la Quinta República, sin retirar a Francia de las obligaciones derivadas de su carácter de miembro de la alianza atlántica, tomó la decisión de quitar su participación en el mando militar unificado de la OTAN. Estados Unidos tuvo que levantar una treintena de bases terrestres, marítimas y aéreas en territorio galo. Esa situación se prolongó durante 43 años. En 2009 el presidente Nicolás Sarkozy dio marcha atrás con esa medida.
De Gaulle, quien también fue el artífice de la transformación de Francia en una potencia atómica y promovió la Comunidad Económica del Carbón y del Acero, que estableció un sistema de cooperación binacional con Alemania y fue el punto de partida del Mercado Común Europeo y también de la UE, en su momento se opuso a la incorporación de Gran Bretaña, a la que no caracterizaba como un poder continental sino como una aliada estratégica de Estados Unidos.
En las recientes elecciones presidenciales quedó acreditado que, con los matices propios encarnados por cada uno de los candidatos, esa tradición "gaullista" es reivindicada no solo por Macron sino por la totalidad del espectro político, desde el nacionalismo derechista de Marine Le Pen y el "neogaullismo" de centro-derecha hasta el populismo de izquierda de Jean-Luc Mélechon.
Francis Choisel, autor del libro "Comprender el Gaullismo" explica esa unanimidad: "De Gaulle decía que él no era de derecha ni de izquierda, lo que también se puede interpretar como que era de derecha y de izquierda". Puntualiza que "cuando un movimiento pretende ser la síntesis de todas las corrientes políticas, cada partido puede reconocerse un poco en él". Certifica que si Napoleón fue la personalidad más importante de la historia de Francia en el siglo XIX, De Gaulle lo fue en el siglo XX.
El eje París –Berlín
Una dificultad que enfrenta París para su plan de reformulación de la OTAN es el sistema de decisión de la alianza atlántica, que requiere la unanimidad de sus miembros. Macron y Scholz se mostraron favorables a establecer un mecanismo del voto mayoritario para contrarrestar
el derecho a veto de países como Hungría, cuyo primer ministro Viktor Orbán viene entorpeciendo las sanciones contra Rusia, y homologar una vía institucional que posibilite eludir la parálisis.
La iniciativa alemana del "Escudo de cielo europeo" tiene la ventaja de plantearse fuera de la OTAN y estar exenta de esas trabas procesales. El proyecto ya consiguió el apoyo de 15 de los 32 miembros de la alianza atlántica. Scholz subraya que "un sistema de defensa aérea desarrollado conjuntamente en Europa sería más barato y eficiente que la construcción de nuestras propias defensas aéreas, costosas y muy complejas".
Berlín recalca que este escudo no está pensado como alternativo sino como complementario del sistema de defensa aérea de la OTAN. Al igual que Macron, Scholz enfatiza la necesidad de reforzar "el pilar europeo" de la alianza. La iniciativa se financiará con los fondos adicionales de defensa anunciados tras la invasión rusa a Ucrania, que terminó de convencer a la opinión pública de la urgencia de volver a convertir a Alemania en una potencia militar, condición que había resignado después de la segunda guerra mundial.
El pensador uruguayo Alberto Methol Ferré, cuya obra influyó fuertemente en la formación intelectual del Papa Francisco, en un libro titulado "Los estados continentales y el MERCOSUR", publicado en 2009, sostenía que la globalización de la economía tendía a fortalecer el poder de los grandes espacios continentales que lograran consolidar su unidad política. En la visión de Methol, esa característica constituía la ventaja competitiva de Estados Unidos, China, Rusia y la India, que son cuatro países - continente, y la posibilidad que tienen por delante América del Sur, a partir de una alianza estratégica entre Brasil y Argentina, y Europa, sobre la base del eje París - Berlín.
En una etapa muy difícil para la comunidad europea, Macron y Scholz intentan reflotar la entente franco - germana inaugurada en la década del 50 por De Gaulle y el primer ministro alemán Konrad Adenauer, artífice del "milagro alemán", que permitió la reconstrucción europea en la segunda posguerra, con el fin de reposicionar a Europa en este nuevo escenario mundial.
* Vicepresidente del Instituto de Planeamiento Estratégico