¿Quieres recibir notificaciones de alertas?

Su sesión ha expirado

Iniciar sesión
30 de Junio,  Salta, Centro, Argentina
PUBLICIDAD

Lula volvió a una región en retroceso

Martes, 01 de noviembre de 2022 00:00
Alcanzaste el límite de notas gratuitas
inicia sesión o regístrate.
Alcanzaste el límite de notas gratuitas
Nota exclusiva debe suscribirse para poder verla

El entusiasmo casi tablonero del Gobierno argentino por el triunfo de Lula sobre Jair Bolsonaro era esperable. Por las dudas, recién ayer por la mañana se organizó el viaje a Brasil del presidente Alberto Fernández y un numeroso séquito de funcionarios.

Por ajustada que haya sido la victoria, Lula es nuevamente presidente, aunque ahora deberá gestionar con un Congreso Nacional que no controla. Lula no es solo el PT, sino que llegó de la mano de una coalición formada por su electorado histórico más un significativo número de brasileños que pasaron por alto las decepciones más recientes y prefirieron a un Lula con muchos defectos por sobre un Jair Bolsonaro impúdicamente violento, y hasta soez.

Lula es el mismo, con más años y más sabiduría, pero Brasil y Sudamérica ya no son lo mismo. Y no hay un giro a la izquierda.

El entusiasmo de la comitiva argentina por la foto de Lula con el gorrito de "Cristina 2023" recuerda aquella foto del papa Francisco con Cristina Kirchner y el poco después derrotado candidato a diputado nacional Martín Insaurralde, dos semanas antes de las PASO de 2013. Una derrota que abortó los sueños de "Cristina eterna". Ni el Papa ni Lula, ni el mismo Néstor Kirchner con las candidaturas testimoniales de 2009 salvan al que está derrotado de la derrota.

Pero la agenda de los políticos sigue yendo en paralelo de las necesidades regionales.

Latinoamérica sufre varios desmembramientos, que no se van a resolver con el triunfo de un verdadero luchador de la política, como lo fue el líder metalúrgico que mostró una notable capacidad como hombre de Estado. Una capacidad que le permitió construir una alianza moderada con sus ex adversarios Gerardo Alckmin, quien ahora es su vice, y del expresidente Fernando Henrique Cardoso. Esa capacidad para democratizar las diferencias es una cualidad de la dirigencia del país vecino, que la nuestra no tiene.

El actual gobierno argentino no muestra capacidad diplomática para construir alianzas. Con torpeza, tanto el presidente como el ministro del Interior Wado de Pedro intentaron identificar a Lula y a Cristina como víctimas del "lawfare", un fantasma construido para encubrir la corrupción. No son inventos estrafalarios, ni el caso Odebrecht, que fue una ola de sobornos con base en Brasil que involucró a Petrobras y a presidentes y funcionarios de varios países, ni el desvío de los fondos para obras públicas por las que la vicepresidenta argentina está procesada.

La corrupción es un problema endémico en América latina que contribuye, en gran parte, a su infradesarrollo. Y por eso, debe ser un tema de agenda.

La integración

El continente necesita retomar el camino de la integración, luego de que el Mercosur y la Unasur hayan ingresado a una etapa de criopreservación. Para ello hace falta visión geopolítica.

Fernández viajó a San Pablo con la ilusión de acelerar el ingreso al BRICS, otra asociación en estado de letargo, aprovechando que termina su mandato Jair Bolsonaro, con quien convirtieron la relación de los países en un conventillo.

Pero los BRICS nacieron cuando China aparecía como una economía emergente, poderosa pero sin vocación de potencia. Hoy, el gobierno de Beijin apunta mucho más lejos porque compite directamente con los Estados Unidos. Rusia ha mostrado sus límites diplomáticos, militares e industriales, la India no se siente identificada con el Gran Dragón y Brasil transita momentos de gran incertidumbre.

Es de alto riesgo encolumnarse en esta década con los enemigos declarados de EEUU y Occidente.

Tiene algo de ilusorio hablar de un giro a la izquierda en la región. En los países donde hubo cambios de gobierno perdieron los oficialismos y los partidos tradicionales, y existe un enorme descrédito de la política, urgencias económicas y una muy notoria fragilidad institucional.

La integración regional es imprescindible, pero no se logra por afinidades sino con una línea estratégica rectora. Lula volvió, pero habrá que ver si está en condiciones de liderar ese proceso.

PUBLICIDAD
PUBLICIDAD