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La semana pasada se votó en las Naciones Unidas una resolución condenando la invasión rusa en Ucrania: 141 votos condenaron la invasión de Putin, 34 se abstuvieron y cinco votaron en contra de la condena (Bielorrusia, Etiopía, Corea del Norte, Rusia y Siria).
Regímenes autoritarios y/o dictatoriales (Argelia, China, Nicaragua o Cuba, entre otros gobiernos) que pueden estar alineados con Rusia y no con los Estados Unidos, votaron la "abstención", pero no votaron en contra de la condena a Rusia. Una lectura posible tiene que ver con la defensa de la "soberanía", la "no injerencia" y la "defensa de la integridad territorial de los Estados" que muchos regímenes repiten como mantras, especialmente ante sus récords lamentables en materia de violación de los derechos humanos.
Aunque la defensa territorial de Ucrania y la condena al invasor se impusieron en la votación, hubo 13 países que no votaron la resolución: Azerbaiján, Burkina Faso, Camerún, Guinea Ecuatorial, Esuatini, Etiopía, Guinea, Guinea Bissau, Marruecos, Togo, Turkmenistán, Uzbekistán y Venezuela.
En el caso del gobierno venezolano, Nicolás Maduro ya se había pronunciado, en días anteriores, en defensa de Putin. Al mejor estilo orwelliano, Maduro denominó "fascista" al gobierno electo de Ucrania, a la vez que afirmó su respaldo a Vladimir Putin -y a la invasión de un Estado soberano- en aquello que el autócrata bolivariano llamó alegremente "búsqueda de la paz". Por demás está decir, siguiendo al periodista venezolano Andrés Cañizález, que la gran mayoría de ciudadanos rechazan tanto la guerra desatada por Putin como el hecho de que el chavismo involucre a Venezuela en ese conflicto.
De los 13 regímenes que no votaron la resolución de la ONU llamó la atención la posición de Marruecos. ¿Por qué? Primero porque Marruecos busca ser un actor que juega en las grandes ligas como Estado árabe y africano, pero al optar por ser parte del grupo de países que no votaron la resolución y que no son precisamente campeones en materia de democracia, libertades o derechos humanos, rebaja notablemente su posición en la escena internacional.
En segundo lugar sus socios árabes (véanse países como Bahréin, Emiratos Árabes Unidos o Arabia Saudí) votaron la condena. Prensa israelí indicó que pudo haber cierta persuasión de Israel con un dubitativo EAU, ello a petición de los Estados Unidos. Hubo incluso quienes sugirieron cierto estrés entre los gobiernos de EEUU y EAU. No solo fueron los gobiernos occidentales los que condenaron la invasión rusa.
La diplomacia marroquí no abundó en detalles sobre su decisión. Indicó que "no puede ser objeto de interpretación alguna su posición al respecto". Analistas, periodistas y ciudadanos del país magrebí han planteado que Marruecos optó por la "neutralidad" entendiendo que su relación con Rusia ha ido a más en los últimos años, así como el malestar marroquí con algunos de sus socios europeos (especialmente con España la tensión ha sido ascendente, por la que se percibe como falta de apoyo frente al contencioso territorial del Sahara Occidental).
¿La posición marroquí sería una reacción que refleja el malestar con Europa por su "neutralidad" en la cuestión existencial para Rabat? ¿Continúa el revanchismo y el ajuste de cuentas con Europa? ¿Hasta cuándo? ¿Marruecos solo defiende su integridad territorial y la suerte de otro Estado soberano cuya integridad territorial ha sido atacada no le incumbe?
La decisión de Marruecos puede y debe ser cuestionada e interrogada por varias razones. Ese país norteafricano defiende su integridad territorial con uñas, dientes y todo lo que haga falta, ya sean mecanismos legítimos (diplomacia) e ilegítimos (por ejemplo, generar una crisis migratoria en Ceuta como retaliación a Madrid tal y como evidenciaron los eventos de 2021).
Cualquier observador internacional de Marruecos puede dar cuenta de que la cuestión de la integridad territorial, es decir la muy sagrada causa nacional o "marroquinidad" del territorio disputado del Sahara Occidental (cuyo estatus internacional es el de territorio no autónomo inscrito en el Comité de Descolonización de las Naciones Unidas y de cuya controversia se encarga el Consejo de Seguridad) se vive como una auténtica obsesión en el país, ya no solo por parte de políticos y diplomáticos, sino por amplios sectores de la ciudadanía.
Teniendo estas realidades como telón de fondo, ¿Cómo no condenar la invasión rusa en Ucrania y optar por la comodidad de una presunta "neutralidad" que sirve más a Putin que a la integridad territorial del Estado soberano de Ucrania, agredido y devastado por el invasor?
Aunque el gobierno de Biden no ha dado marcha atrás a la decisión tomada por la administración Trump, el entusiasmo demócrata con el reconocimiento estadounidense a la marroquinidad del Sahara luce moderado, pero hay intereses y asociaciones estratégicas de enorme importancia y grandes potencialidades que han evitado que Biden dé marcha atrás. ¿Qué pensarían y, principalmente, qué sentirían diplomáticos, políticos y ciudadanos marroquíes si, en nombre de la "neutralidad", el gobierno de los Estados Unidos retirase dicho reconocimiento?
No votar condenando la invasión rusa en Ucrania parece un desacierto de la política exterior de Marruecos. Cuando se elige ser cómodamente neutral frente a la invasión de Ucrania también se elige favorecer al invasor en sus acciones inaceptables. Rusia posiblemente apreciará la neutralidad marroquí y quizá Rabat obtenga algún incentivo. Pero, ¿Valdrá la pena?
Si a Rabat no le mueve o no le conmueve el sufrimiento y la devastación causadas por el autócrata ruso, ¿Sopesó todas las consecuencias de su posición? ¿No le jugará en contra, más adelante, esta decisión?
¿Qué harían y qué esperarían los marroquíes y, en sentido amplio, los ciudadanos de diferentes países y regiones del mundo, si en 2022 el presidente de un país vecino invade y destruye su país? ¿Cómo tomarían la neutralidad? ¿Abogarían y reclamarían neutralidad?