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26 de Agosto,  Salta, Centro, Argentina
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¿Quién roba a quién?

Lunes, 25 de abril de 2022 02:25
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Cuando le pedís referencias sobre una empleada doméstica a tu amiga, suele decirte: "¿.... es re honesta, nuuunca me levantó nada...!" Claro que no robar es un buen atributo para una persona que va a entrar y pasar un tiempo en casa, sin embargo, pensando en la precariedad laboral de las empleadas domésticas me pregunto ¿quién roba a quién?

En Salta, alrededor de 17 mil familias gozan de servicio doméstico, es decir, viven en hogares donde una persona realiza las tareas de limpieza u otras actividades típicas del hogar.

Las familias que contratan personal doméstico son principalmente las de altos ingresos, 1 de cada 5 familias de este estrato social cuenta con este servicio. Los miembros de estas familias tienen en promedio un ingreso de $70 mil.

La gran mayoría de las personas que cuentan con servicio doméstico, tiene entre 25 y 59 años (63%). Hay un grupo importante de personas mayores (16%) y 21% de niños, adolescentes y jóvenes. También, 8 de cada 10 adultos que gozan del servicio doméstico tienen una ocupación y el resto se encuentra en la inactividad (amas de casa o jubilados). No hay (o son muy pocas) personas desocupadas con empleada doméstica en sus hogares.

Del otro lado del mostrador, las empleadas domésticas tienen un ingreso máximo de $47.500 y en promedio de $16.399.

Prácticamente, son todas mujeres. Me animaría a decir que efectivamente todas son mujeres ¿o alguien conoce algún hombre que brinde este servicio? La gran mayoría (83%) de las empleadas tiene entre 25 y 59 años, 1 de cada 10 tiene más de 60 años, hay unas pocas jóvenes (7%) entre 18 y 24, y también trabajadoras con menos de 18 años (1,1%).

Entre las empleadas domésticas, 1 de cada 3 son única cabeza de familia. Tienen un hogar monomarental: ellas y sus hijos.

Estas mujeres trabajan en condiciones precarias. Cuando el nivel de informalidad en Salta es 43%, en el sector del servicio doméstico la informalidad alcanza el 78%. Tener una empleada informal significa no cumplir con las obligaciones como empleador de realizar los aportes necesarios para que ella goce de una jubilación, de una obra social (aún cuando la calidad de esta sea discutible), de todos los derechos que cualquier trabajador debe tener garantizados.

En otras palabras, un empleador que mantiene a su empleada doméstica sin registrar, aprovechando la necesidad de estas de contar con una entrada de ingresos y, probablemente, el desconocimiento o desinformación sobre sus derechos, está robándole.

"Si me pide algo se lo doy, pero nunca me lo pidió" declara una empleadora en un interesante estudio cualitativo de la investigadora Francisca Pereyra. Pero, la balanza de poder en la relación laboral de una empleada doméstica está muy desnivelada.

¿Cuánto espacio tiene para negociar, reclamar lo que le corresponde?

Por desconocimiento, o quizá temor a perder probablemente la única fuente de ingresos del hogar, las mujeres "no piden nada".

Un empleador que no realiza los aportes de su empleada doméstica, está robándole la capacidad de gozar en un futuro de una jubilación que le permita en una edad avanzada retirarse del mercado, está robando su derecho a licencias, vacaciones pagas, aguinaldo, etc.

La vergenza es mayor cuando conocemos que el monto que corresponde pagar para formalizar a las empleadas es como máximo de $3.023,41 sumando aportes, contribuciones y cuota de riesgo del trabajo. Pero que también puede costar un mínimo valor de $699,50 si la empleada trabaja 3 horas por semana.

Más aún, se encuentra vigente un programa del Gobierno nacional llamado "Registradas" que consiste en el pago de entre el 30% y 50% del salario durante 6 meses a las nuevas trabajadoras que sean registradas por sus empleadores. Que, además, está acompañado de la bancarización de las empleadas y es compatible con las transferencias sociales que suelen recibir las mujeres de bajos ingresos como la Asignación Universal por Hijo, Progresar y Potenciar trabajo.

Quién no escuchó decir,alguna vez, "ya no se consiguen empleadas", frase seguida de una crítica por los subsidios que reciben, y que el gobierno les da. Haciendo un poco de memoria, podemos recordar que en algún momento (y probablemente todavía existan casos), las mujeres trabajaban en casas de familias solamente por un techo y la comida. Los subsidios generan así una señal al mercado, el mercado no puede pagar un salario más bajo que el subsidio para motivar a las mujeres a trabajar. Es lo que en economía llamamos "salario de reserva".

Nuestra Constitución Nacional consagra el principio insoslayable de "igual remuneración por igual tarea", y estoy segura de que podemos acordar que la tarea de las trabajadoras de casas particulares vale más que un techo compartido con extraños y un plato de comida.

Con toda esta información, ¿qué piensan? ... ¿quién roba a quién?

 

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