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Colombia: Petro o el diluvio

Miércoles, 11 de mayo de 2022 02:24
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Gustavo Petro es el candidato del Pacto Histórico, coalición de las agrupaciones de izquierda en Colombia, y lidera las encuestas desde hace varios meses. Sin embargo, no tiene la victoria asegurada. El candidato de la derecha ha experimentado un significativo ascenso en las últimas semanas como atestiguan los sondeos más recientes.

Desde hace décadas América Latina conoce la decadencia de la realidad política y el desastre económico de la Argentina. Ese país arrastra con el signo inconfundible del populismo que ha lastrado su desarrollo y que continúa obstruyendo sus potencialidades hasta hoy. La mención viene al caso porque algunos analistas y columnistas en Colombia sugieren o perciben que el candidato Gustavo Petro apuesta a argentinizar la economía colombiana. ¿Cómo es que el exalcalde de Bogotá, quien culminó su gestión con un 70% de desaprobación, hoy está cerca de convertirse en el próximo presidente de Colombia?

Analistas, columnistas y periodistas de opinión cuestionan al candidato porque, en la lucha por ganar la elección presidencial se vale de verdades a medias y de contorsiones interpretativas para desafiar la realidad, legitimar la (in)viabilidad de sus propuestas y reescribir la historia del país. Los fact checking y la verificación de datos y hechos muestran que Petro no tiene problemas con apartarse de la realidad y presentar lecturas o explicaciones alternativas que se ajusten a su discurso. Lo anterior se evidenció en su forma de abordar lo relativo a los ahorros de los trabajadores en los fondos privados de pensiones.

Sin embargo, Petro está siendo franco al admitir qué es lo que va a estatizar y lo que hará de llegar a la Casa de Nariño: imprimir billetes, aumentar la burocracia, despojar el carácter técnico del Banco de la República y politizar esa institución, cambiando su estructura, para "capturar la emisión del banco central" y "gastar a la lata, lo que generaría mucha inflación", tal y como puntualizó el economista Salomón Kalmanovitz.

Asimismo, plantea renunciar a los ingresos del petróleo, expropiar los ahorros pensionales de 18 millones de trabajadores, cubanizaro venezolanizar el sistema de salud, esto es, desmontar el modelo de salud vigente desde los años noventa. Si lo anterior no luce esperanzador, tampoco vale la pena ahondar en los despropósitos sobre el metro de Bogotá o el tren elevado que irá, según el candidato, desde Buenaventura (Pacífico) a Barranquilla (Atlántico).

Petro evita ensalzar públicamente los regímenes de Cuba y Venezuela, pero la relación que mantuvo con Hugo Chávez es conocida.

Algunas de las ideas fundamentales de Gustavo Petro no son nuevas, han sido puestas en práctica por otros regímenes que se conectan entre sí a través del parentesco populista de sus líderes y, como cabe esperar, los efectos de esos experimentos han sido adversos para los países que los pusieron en práctica. De ahí que varios analistas de diferentes tendencias ideológicas observen con preocupación la inviabilidad de las propuestas del candidato de izquierda.

El 7 de agosto de 1939 el gobierno de la Provincia, durante el mandato de Luis Patrón Costas, adquirió la propiedad del palacio Zorrilla al objeto de convertirla en Casa de Gobierno. Con la “Ley Nº 1803 de adquisición” se dispuso que los Ministerios de Gobierno, Justicia e Instrucción Pública, junto a las Subsecretarías respectivas, la Fiscalía de Gobierno y Contaduría General de la Provincia se emplazarán en el mismo espacio. En la primera planta funcionó el despacho del gobernador, la salas de espera y otras oficinas que se instalaron en lo que antes era el primer patio-terraza que fue reformado para tal fin. Mientras que en la segunda planta se estableció el Ministerio de Hacienda, Obras Públicas y Fomento. Las oficinas gubernativas funcionaron en esta locación hasta 1950 cuando las autoridades provinciales, argumentando la necesidad de contar con un local más “apropiado”, expropiaron la sede del Club 20 de Febrero. Realizado este traspaso, surgió la posibilidad de que el edificio de Buenos Aires 177 fuera cedido a la CGT. proyecto que finalmente quedó trunco. 
El primer antecedente de estudios universitarios en Salta se remonta a 1948 cuando el Instituto de Humanidades, creado por Monseñor Roberto Tavella, se incorporó por convenio a la Universidad Nacional de Tucumán. A comienzos de los años ‘50 se organizaron la Escuela Superior de Ciencias Naturales (a partir del Museo Provincial de Fomento que funcionaba ya desde 1945), el Instituto de Humanidades y la Escuela Superior de Ciencias Económicas. Por propuesta del gobierno provincial, la U.N.T. los anexará como Facultad de Ciencias Naturales (1953), Departamento de Humanidades (1955) y de Ciencias Económicas (1959), respectivamente.
En el transcurso de la década de 1960 el Palacio Zorrilla, ya en desuso por las autoridades provinciales, fue cedido en carácter de “tenencia precaria gratuita sin límite de tiempo” para uso de los referidos Departamentos de Ciencias Naturales y de Humanidades, convirtiéndose en el espacio central donde se realizaban los trámites administrativos, se dictaban clases y se realizaban asambleas y reuniones. 
El cursado de materias y la toma de exámenes se realizaban tanto en Salta como en Tucumán, los tribunales se integraban con profesores de ambas ciudades; y algunos tramos de ciertas carreras se cursaban en la vecina provincia hasta avanzada la década de 1960. La vida universitaria implicaba entonces una permanente circulación de ideas, luchas y consignas que se materializaron en las voces de los Centros de Estudiantes Reformista, la Liga Humanista y la Federación Universitaria del Norte. En este marco se fue gestando el proyecto de una universidad propia impulsado por organizaciones estudiantiles, gremiales y políticas que finalmente dieron forma a una “Comisión de Factibilidad”, puntapié fundamental para la creación de la tan ansiada universidad.
La fundación de la Universidad Nacional de Salta se efectivizó en 1972 mediante la Ley 19.633. A inicios de 1973 comenzaron sus actividades. Esta nueva etapa comportaría algunos cambios significativos para el Palacio Zorrilla pues la construcción del Complejo Universitario Castañares en la zona norte de la ciudad implicó el traslado hacia allí de buena parte de las actividades académicas, permaneciendo el edificio de la Buenos Aires 177 como sede del Rectorado. 
En 1973, el gobierno de la provincia transfirió, en carácter de donación, el referido inmueble a la recientemente creada universidad, transferencia que recién se hizo efectiva en 1977. 
Entre 2007 y 2009 las oficinas administrativas dependientes del rectorado se trasladaron en su totalidad al campus Castañares. Una nueva etapa empezaba para el Palacio Zorrilla. 
 

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