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En estos días, Cristina Fernández volvió a demostrar que no echó en saco roto las clases de arte escénico que recibió de Andrea Del Boca. Y, también, que su mayor referencia para construir su visión política se la proporciona el cineasta Tristán Bauer. Ayer, pasando por alto el ABC de la economía, y buscando culpables como en una ficción dramática, intentó reforzar la hipótesis de que "los malos" de la inflación son los empresarios. Lo hizo difundiendo un video donde Federico Braun, presidente del supermercado La Anónima, responde a una pregunta elemental: "¿Qué hace La Anónima con la inflación?". Y la respuesta es la que todos sabemos: "Remarca precios todos los días". Chocolate por la noticia! Cualquier argentino que quiera vender cualquier cosa actualiza el precio. Pero esa no es la causa de la inflación. La suba de precios es expresión de la carencia de una política macroeconómica equilibrada, algo que ocurre en la Argentina desde hace ocho décadas.
La política basada en los subsidios para simular estabilidad o gratuidad (ni qué hablar de ocultar la inflación como ocurrió entre 2006 y 2015) es "economía de ficción". Nada es gratis y alguien lo paga. Por eso el Estado deglute cuánto dólar ingresa al país, aplica una presión tributaria extrema sobre la producción y, como resultado, cada vez hay más pobres, más desocupados, más déficit, menos dólares y sueldos empobrecidos.
Con ficciones no vamos a ningún lado. Los festejos por el centenario de YPF fueron una danza macabra en un país que en dos décadas construyó una injustificable dependencia energética y que no tiene gasoil para el agro y el transporte. En esa celebración, la vice reprochó a Techint por haber trasladado su producción a Brasil. Todas las empresas huyen de un país que cada semana inventa un impuesto, impone una restricción y está manejado por gente que no es capaz de licitar un gasoducto sin provocar el despido de un ministro y hacer estallar, nuevamente, la sospecha turbia de la corrupción.
En un mes el Gobierno logró recaudar más de 100 millones de dólares en concepto de retenciones anticipadas por maíz que recién comenzará a cosecharse en marzo de 2023. En lo que va del año la recaudación por retenciones ha llegado a casi US$ 5.000 millones, US$ 640 millones más que en 2021.
Pero el Tesoro no tiene reservas. Y la inflación no para. La economía de ficción puede ilusionar por un rato, pero solo agrava los problemas.