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6 de Julio,  Salta, Centro, Argentina
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Conspiraciones y fracasos antes de la Batalla de Salta

Lunes, 20 de febrero de 2023 02:11
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Luego de la Batalla de Tucumán (24/9/1812), el general Manuel Belgrano debió afrontar varios problemas mientras esperaba los prometidos refuerzos de Buenos Aires para reorganizar sus fuerzas y marcha tras los derrotados realistas. Y mientras se ocupaba de estos menesteres, más al norte, en nuestra provincia, sucedían algunos hechos ya casi olvidados, pero que ahora queremos refrescar en el marco de un nuevo aniversario de la Batalla de Salta.

Al parecer la noticia de la victoria de Tucumán llegó a nuestra ciudad dos días después, es decir el 26 de septiembre. De inmediato comenzaron por aquí las conspiraciones contra las realistas que ocupaban esta ciudad y San Salvador de Jujuy.

El general Arenales, que hasta entonces había permanecido oculto en su hacienda de Pampa Grande, de inmediato bajó al Valle de Lerma y el día 28 de se presentó en la ciudad con un pequeño ejército de medieros y peones propios. Cayó por sorpresa sobre los realistas que custodiaban la cárcel y liberó a los soldados patriotas que habían tomado a Díaz Vélez en el río de las Piedras. Llegó justo cuando estos también habían comenzado a conspirar alentados por un bravo tucumano de apellido Burgos.

De hecho, Arenales se transformó de inmediato en el nuevo gobernador de Salta y así fue que una de las primeras medidas que tomó fue celebrar con bombos y platillos la victoria de Tucumán. Lo hizo quizás para levantar el alicaído ánimo de los salteños, que comenzaban a sentir el peso de la ocupación realista. Es que se sentía la ausencia de hombres clave como José Moldes, que permanecía en Tucumán donde había tenido un destacado papel el 24 de septiembre. Y la otra figura que se extrañaba era la de Martín Güemes, ausente por órdenes de Belgrano.

Y así es que Arenales fue uno de los pocos que intentó aprovechar en Salta la ausencia realista y organizar la resistencia, pese a ser un militar español perseguido a causa de haber participado en las sublevaciones del Alto Perú en 1809 y 1811.

Retirada de Tristán

Luego de ser derrotado en Tucumán, Pío Tristán se retiró camino a Salta sin que Belgrano pudiese ordenar una persecución a fondo y arrolladora. No lo pudo hacer pero encomendó a Eustoquio Díaz Vélez, que con sus 600 hombres y los capitanes Cornelio Zelaya y Eustoquio Moldes hostigaran la retaguardia realista. Los patriotas no lograron dar alcance al ejército de Tristán y, quizá por eso, al llegar al río Pasaje, Díaz Vélez cambió de plan. En lugar de seguir tras la retaguardia realista, según la orden de Belgrano, tomó un atajo para llegar a Salta antes que Pío Tristán.

A poco, Díaz Vélez adelantó una fuerza conducida por el capitán Cornelio Zelaya, la cual se topó con una partida enemiga retrasada en el río de las Piedras, a la que venció en un breve combate el 30 de septiembre. Siguiendo camino, Zelaya llegó a Salta el 5 de octubre por la cuesta de La Pedrera. Ingresó sigilosamente de noche y se quedó en la ciudad dos días, tiempo que aprovechó para renovar cabalgaduras con el apoyo de Apolinario Saravia. Luego de reforzar su partida con 50 salteños, por orden de Díaz Vélez, Zelaya y Eustoquio Moldes partieron a San Salvador de Jujuy con el fin de apoderarse del dinero y las armas que guardaban los realistas en esa ciudad. Pero cuando el 8 de octubre se apersonaron en Jujuy y trataron de sorprender al jefe realista Indalecio Socosa, este, ya al tanto de la invasión, los derrotó. En el frustrado asalto, Moldes, hermano de José de Moldes, perdió el brazo derecho y, más aun, cayó prisionero. Por su parte, Zelaya regresó a Salta 9 de octubre y al día siguiente arribó Díaz Vélez por la Pedrera, mientras Pío Tristán le pisaba los talones.

Finalmente, antes del 15 de octubre el ejército realista arribó de Tucumán y de inmediato ocupó la ciudad de Salta sin encontrar resistencia, ya que Díaz Vélez, en un acto de cordura, rehusó enfrentar sus 600 hombres con los 2.500 del realista.

Ante tan adversa situación, Díaz Vélez optó por regresar a Tucumán, en tanto Arenales permaneció oculto en nuestra ciudad hasta el 10 diciembre, cuando, siguiendo los pasos de Díaz Vélez, pasó a Tucumán para incorporarse al Ejército del Norte.

A tres días del arribo de Arenales a Tucumán, el 13 de diciembre de 1812, el general Belgrano y sus tropas marcharon rumbo a Salta. Aquí lo esperaban Pío Tristán y una nueva victoria.

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