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Una pequeña población pensante gestaba la idea de una patria nueva. Luego de agotadoras jornadas, se concretó la revolución, aquel glorioso 25 de mayo de 1810. Se terminaba para siempre el poder del virrey y se empezaba a escribir en un libro de páginas blancas la historia de esta nueva esperanza.
Ese entusiasmo se fue reglamentando, dividiéndose la tarea entre los hombres valerosos, para juntos trabajar por el éxito de la Argentina naciente.
La noticia anduvo al galope por toda la geografía, sumando voluntades por la causa. Las poblaciones se abrazaban, porque percibían lo glorioso del momento.
Esos hombres primeros le pusieron capacidad y calidad; astucia y coraje; renunciando a todo, ya que la patria lo pedía y minuto a minuto la fueron construyendo.
El amor por esta noble lucha, hizo que se olvidaran de sí mismos, aunque algunos cometían errores, porque es parte de lo humano, lo cierto es que los caminos se fueron abriendo y las provincias acercaron sus distancias para estar en el ruedo.
Doscientos trece años han pasado patria y por el piso de tu historia han caminado los criollos abuelos con sus caballos y sus lanzas. Era una pasión que les venía de la sangre. La nobleza de la raza, se hacía fuerte en todo el mapa.
Tiempos de valor, de generosa entrega, lo que brindaron esos próceres verdaderos, que con inteligencia y con hierros, fueron doblegando al enemigo de afuera.
Han pasado los años, se fueron las carretas, las galeras y los caminos polvorientos que no los transitaba cualquiera.
Ahora están asfaltadas las rutas de mi tierra y los motores rugen con el progreso a cuestas. La fragancia del presente, moderna, bien vestida, se olvida con frecuencia del esfuerzo de la primera época. Como cambian los tiempos: ayer todo austeridad y sacrificio; hoy comodidad y resultado.
La patria de hoy es una teoría para las escuelas, el adulto tiene su patria en la moneda.
La patria es una oportunidad geográfica, aplicado a casi todos los quehaceres sociales, que permite manejar recursos. El poder es apetecible, porque la conciencia es una sombra, se ha hecho personal y pasa por el bolsillo.
Es menester trabajar para volver por la vieja senda, respetando la historia, la soberanía cultural, y la constitución que es la norma. En este marco más que fondos especiales, para fuegos de artificios, de bandas musicales, de comisiones de festejo, de frases sin consistencia; es necesario pensar medidas, que refundan la idea de patria, de buscar de todos los tiempos, esos modelos históricos que devuelvan la identidad.
Los niños, los jóvenes deben recibir lecciones magistrales, que enriquezcan la realidad del momento. Como comprender al general José de San Martín o a nuestro héroe gaucho el general Martín Miguel de Güemes. Como leer Sarmiento, a José Hernández, a Juan Bautista Alberdi. La producción televisiva apunta hacia otros fines, y el resultado ya se ve.
Esta magna fecha no debe tener únicamente actos académicos con fotos de funcionarios. Debe servir, no solo para recordar la historia, sino para producir los cambios que el país implora, que nos lleven de vuelta a los senderos de gloria que narra nuestra historia.
Estos son los recuerdos históricos, de los momentos fundacionales. Mucho coraje, esfuerzo, inteligencia. Estas evocaciones invitan a honrar la patria con lo mejor de cada uno, protegiendo su memoria pública, su identidad, su soberanía con lealtad. Que resucite el ideal y encuentre a todos trabajando con dignidad por la patria.