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El vía crucis de Massa

Miércoles, 16 de agosto de 2023 02:31
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El salto del dólar es un síntoma claro de la derrota de Sergio Massa (lo peor que le puede pasar a un candidato justicialista). "Eso es lo único que no se perdona", dice una de las verdades peronistas no escritas. Massa es el rostro de fracaso del domingo, porque los dos actores principales de estos cuatro años, Alberto y Cristina, evitan aparecer participando del duelo.

Juan Grabois, que se quedó con la quinta parte de los votos de Unión por la Patria, ya sin nada que perder (y no demasiado entusiasmado con la posibilidad de que Massa sea presidente) le hizo llegar un programa económico (supuestamente suyo) y reclamó que lo incluya en la plataforma. Es curioso: el kirchnerismo siempre se jactó de gobernar sin programa y de hablar sin discurso escrito –salvo Alberto Fernández -; ahora quieren un programa cuyas características, dado el perfil del emisario, es posible imaginar.

Dicen que Massa ni lo leyó, pero las primeras medidas adoptadas a partir del lunes muestran que los únicos recursos disponibles son los de siempre.

La devaluación era parte de un compromiso asumido con el Fondo Monetario; la suba de tasas y el endurecimiento del cepo, una muestra de desesperación por retener dólares en medio de la mayor sequía de divisas en mucho tiempo.

El primer efecto fue que el dólar blue trepó $ 125 y llegó a $ 730. Con el dólar oficial a $ 350; el contado con liquidación en $ 689 y el dólar MEP a $ 667,8. Está claro que la brecha ya llega al 100%. Con el instrumental clásico del kirchnerismo, cada ministro duplica el índice inflacionario de su antecesor y los mismo pasa con el deterioro del peso, de los salarios y de todo el sistema productivo.

Otra vez sopa

Los controles de precios son un dogma para quienes profesan el intervencionismo del Estado y el aislamiento del mundo en el manejo de la economía. Guillermo Moreno dejó su huella, ya que en su vehemente gestión logró que Argentina perdiera muchas posiciones en la exportación de origen agroganadero. El domingo, como candidato a presidente, sacó un 0,7% de votos.

Sin embargo, ayer la Aduana hizo desembarcar contenedores con carne para exportación hasta "tener asegurado el abastecimiento interno". Una decisión que revela lo poco que saben aquellos que la toman acerca de la producción, los mercados y la venta al exterior de ciertos productos. La carne es el alimento que menos aumentó en los últimos dos años y el intervencionismo estatal, generalmente, solo contribuye para que disminuya la oferta.

Tras la detonación del programa "Precios Justos", el secretario de Comercio, Matías Tombolini, fue postergado a un segundo plano en un nuevo intento voluntarista. La búsqueda de acuerdos de precios quedó a cargo del director de la Aduana, Guillermo Michel, que encabezará una comisión con Tombolini, el viceministro Gabriel Rubinstein y el titular de la AFIP, Carlos Castagneto.

Entre tanto, el anuncio de una inflación del 6,3% en julio resultó anacrónico. La inflación de agosto ya muestra indicios de que duplicará ese indicador y de que, hasta fin de año, los precios no darán tregua, la incertidumbre de los proveedores estará a la cabeza de los dilemas y el desabastecimiento seguirá creciendo, y no por culpa de las exportaciones.

Danza en torno del FMI

Massa viajará la semana próxima a reunirse con funcionarios del Fondo Monetario Internacional. El miércoles 23 el organismo debe ratificar el acuerdo que autoriza un desembolso de US$10.000 millones que evitarán que el país entre en cesación de pago y, además, pueda ajustar cuentas con los nuevos acreedores, China y Qatar, que nos sacaron las papas del fuego hace dos semanas.

En simultáneo, Javier Milei informó que había sido contactado por el organismo internacional para formalizar un encuentro de consulta. Lo presentó no sin un cierto aire triunfalista. La vocera del FMI advirtió que una invitación similar fue dirigida a Patricia Bullrich, es decir: los acreedores quieren escuchar a los tres candidatos principales.

Más interrogantes

La experiencia argentina en situaciones como la actual, con un oficialismo derrotado y una devaluación inmediata, enseña que lo peor puede pasar. En el caso particular de Massa, a diferencia de lo sucedido el 11 de agosto de 2019, cuando Mauricio Macri perdió en las PASO y todo el mundo empresario previó la llegada de un gobierno antimercado, intervencionista y, sobre todo, improvisado, ahora hay más seguridades de que el que venga será, por lo menos, igual. Bullrich ni Milei asustan a los inversores, y una presidencia de Massa, calculan, no tendría la fractura dramática que paralizó al binomio Alberto/Cristina. Esa historia no podría repetirse. Estamos ante el final de un ciclo, aunque el futuro sigue siendo impredecible.

 

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