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Tras casi tres horas de conversaciones en la base militar Elmendorf-Richardson en Alaska, Donald Trump y Vladímir Putin concluyeron este viernes su esperada cumbre bilateral con una breve rueda de prensa, sin preguntas y sin un acuerdo concreto para poner fin a la guerra en Ucrania.
“No hay acuerdo hasta que haya un acuerdo”, resumió el presidente estadounidense, marcando el tono prudente de su mensaje. Aun así, calificó el encuentro como “extremadamente productivo” y aseguró que se alcanzaron consensos en “muchos puntos”, aunque reconoció que persisten “algunos” desacuerdos. “Algunos no son significativos; uno es probablemente el más importante, pero tenemos una buena oportunidad de resolverlos”, precisó.
Gestos y advertencias
Trump adelantó que, al salir de la conferencia, llamaría al presidente ucraniano Volodímir Zelenski y también informaría a los líderes de la OTAN sobre lo tratado. Si bien no hubo un compromiso escrito, el mandatario advirtió que Estados Unidos impondrá sanciones “económicamente severas” a Rusia si no hay un avance sustancial en las próximas rondas de diálogo.
Entre los puntos abordados, Trump planteó la posibilidad de una segunda cumbre tripartita con Zelenski y Putin, destinada a sellar un acuerdo definitivo. Putin, por su parte, propuso que el próximo encuentro bilateral se realice en Moscú, una sugerencia que Trump calificó como “interesante” y “posiblemente viable”, pese a que podría generar controversia en Washington.
Putin pide un “balance justo de seguridad”
En su intervención, Putin habló en tono cordial hacia su par estadounidense y destacó que las negociaciones se desarrollaron en “un ambiente constructivo y de mutuo respeto”. Afirmó que Rusia está “sinceramente interesada” en poner fin a los combates, pero subrayó que cualquier solución debe “erradicar las causas del conflicto” y garantizar “todas las preocupaciones legítimas de Rusia”, además de asegurar la seguridad de Ucrania.
El presidente ruso pidió que la Unión Europea y Kiev “no intenten socavar el proceso de paz” y destacó que este encuentro marca un nuevo punto de partida tras “cuatro años sin cumbres” y en medio de la relación “más baja desde la Guerra Fría”.
Un regreso al diálogo presencial
La reunión en Alaska es la primera entre ambos mandatarios desde la cumbre del 16 de julio de 2018 en Helsinki, Finlandia. Para Rusia, supone un paso para salir parcialmente de su aislamiento internacional sin hacer concesiones previas; para Trump, una oportunidad de proyectarse como mediador en un conflicto que lleva más de dos años y ha dejado decenas de miles de muertos.
Un encuentro inusual desde el arranque
Antes de iniciar la reunión, Putin sorprendió al aceptar viajar en la limusina presidencial de Trump desde la pista de aterrizaje, un gesto poco común entre rivales que fue interpretado como señal de distensión personal.
Por ahora, ninguno de los mandatarios respondió preguntas de la prensa. El mundo sigue atento a si esta cumbre en Alaska será recordada como el primer paso hacia un armisticio o como una oportunidad perdida en uno de los conflictos más sangrientos del siglo XXI.
Pese a que la conferencia conjunta duró apenas unos minutos y no hubo anuncios concretos, el gesto de sentarse cara a cara fue interpretado como un movimiento significativo en la compleja trama diplomática que envuelve a Moscú, Washington y Kiev. Los próximos pasos, coincidieron ambos líderes, serán decisivos para saber si este acercamiento será el inicio de un camino hacia la paz o un capítulo más en una larga lista de intentos fallidos.