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27 de Junio,  Salta, Centro, Argentina
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Bienvenidos al poshumanismo

Domingo, 04 de agosto de 2024 01:55
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Los escritores solemos tener pesadillas recurrentes; «temas" sobre los cuales giramos como perros buscando morderse la cola. Podría ser por falta de imaginación; elijo creer que es, en cambio, porque con el tiempo, el «tema" se va haciendo una obsesión.

He planteado, varias veces, los enormes desafíos económicos, sociales, laborales, educativos, políticos, éticos y morales que van a provocar las nuevas tecnologías que estamos creando y desplegando. Se dice que todas ellas nos ayudarán a "mejorarnos como especie", a prolongar nuestra vida y a aumentar nuestra productividad. Ser productivo parece ser la meta; siempre. ¿Alguien se detuvo a pensar para qué -o por qué- es tan necesaria esa mayor productividad? ¿O alguien se detuvo a explicar por qué necesitaríamos "mejorarnos -física o cognitivamente-, como especie"? ¿No deberíamos "mejorarnos como personas" y como seres humanos, mucho antes? ¿Por qué sería deseable alcanzar esa tan ansiada inmortalidad? "Ser inmortal es baladí", escribió Jorge Luis Borges. ¿Habrá algo más tedioso -y más peligroso- que un ser humano inmortal?

La primera y la segunda revolución industrial modificaron la forma del trabajo físico. Pero, aún "mecanizados" por el sistema fordiano de producción o "programados" por la visión tayloriana de la vida, «permanecimos humanos".

La tercera revolución industrial modificó el ambiente intelectual de trabajo y cambió nuestra forma de interactuar "en" y "con" el mundo laboral. Actuó sobre nuestra capacidad intelectual, "potenciándola desde afuera".

La cuarta revolución industrial viene a borrar todo límite entre los mundos físicos, biológicos y digital, antes bien definidos y demarcados según fronteras que parecían infranqueables. Ahora se puede guardar información digital en una célula humana. Sabemos que vamos a poder modificar el ADN y de reingenierizar a cualquier organismo como deseemos. ¿Qué impedirá que mezclemos tecnologías biológicas y digitales en toda clase de organismos vivos; incluso en seres humanos? Especialmente en seres humanos. Si algo está claro es que la biología en general, y el cuerpo humano en particular, será la próxima gran plataforma de experimentación y de desarrollo tecnológico.

Ya se están logrando avances increíbles en la creación de ordenadores moleculares; computadoras en las que los símbolos lógicos se expresan por medio de unidades químicas de ADN en vez de por el flujo normal de electrones de las computadoras corrientes. ¿Qué impedirá que, en el futuro, el ser humano -una máquina biológica con percepción de sí misma-; no incremente su «potencia de cálculo" y su «potencial cognitivo" por medio de implantes diseñados de manera específica hacia esos fines específicos? ¿Qué evitará que se haga norma -y obligación- la implantación de estas interfases, chips, mejoras y dispositivos computacionales - inorgánicos u orgánicos- dentro del cuerpo humano? Que pasen a ser parte de nuestra biología y de nuestro "ser".

En el extremo, ¿por qué no se podría convertir a cada célula del cuerpo de cada ser humano en una unidad de procesamiento o de almacenamiento distribuido; y a todo ser vivo en no más que una pequeña parte de un organismo computacional mayor? ¿Qué impedirá convertir a la máquina biológica individual consciente -que somos- en una máquina integrada global de un orden superior?

Es fácil imaginar por qué esta nueva revolución podría modificar por completo el significado del término «ser humano". De lo que consideramos "ser humano". ¿Por qué hacerlo? Porque podemos; contestan muchos, con liviandad. ¿Por qué no? Repreguntan otros, con tedio y extrañados ante la pregunta.

Transhumanismo

El filósofo Nick Bostrom ha definido al transhumanismo como un "movimiento cultural, intelectual y científico que reafirma el deber moral de mejorar las capacidades físicas y cognitivas de la especie humana, y de aplicar al hombre las nuevas tecnologías a fin de que se puedan eliminar los aspectos no deseados y no necesarios de la condición humana: el padecimiento, la enfermedad, el envejecimiento e, incluso, la condición mortal". Bostrom es un firme opositor a estas ideas y a todas estas formas de "mejoramiento"; tanto las postuladas por el transhumanismo como las imaginadas por el poshumanismo.

Bostrom hace la siguiente diferencia entre transhumanismo y poshumanismo. El primero es un ser humano en transformación -ínosotros en algún futuro inmediato!-; con capacidades físicas y psíquicas superiores a las de un "ser humano normal". En cambio, un poshumano sería un «ser natural-artificial" con capacidades que sobrepasarían de forma excepcional los límites y posibilidades del hombre actual -incluso las de un transhumano-; una especie de androide biomecánico con una inteligencia «orgánica-artificial» no natural.

Un poshumano poseería una "inteligencia artificial singular" o, como prefiero llamarla yo, una "inteligencia alternativa". La distinción es importante por cuanto esta forma de inteligencia carecería de toda la carga de historia evolutiva, biológica, ética y moral que posee la inteligencia humana; resultando en una forma de inteligencia que, además de ser artificial e, intrínsecamente "no-humana"; podría resultar impredecible, incomprensible, y hasta «inhumana».

Sacerdotes del fetichismo

El ingeniero de Google, Ray Kurzweil, pronostica que el siglo XXI marcará la "liberación de la humanidad de sus cadenas biológicas" y la consagración de la «inteligencia singular» como el fenómeno más importante de nuestro universo conocido. Según él, la línea entre humanos y máquinas se hará borrosa como parte de esta evolución tecno-biológica. Los implantes cibernéticos serán una parte más de un proceso evolutivo que mejorará a los seres humanos, dotándolos de habilidades físicas y cognitivas hoy inimaginables, que les permitirá actuar de manera fluida con todo tipo de ser «orgánico-artificial».

Debido al crecimiento exponencial de las tecnologías computacionales, biológicas y de la inteligencia artificial, Kurzweil predice que en un futuro muy próximo tendrá lugar esta «Singularidad tecnológica», momento en el cual el crecimiento será tan rápido y profundo que será imposible predecir el "orden natural de las cosas", o sus consecuencias.

¿Se implementará una "noocracia" (un sistema social y político basado "en la prioridad de la mente humana"), asentada en la supremacía de la inteligencia colectiva, la sincronización global de la conciencia humana y en el poder distribuido horizontalmente que sólo busca el bien común mayor posible? ¿O se impondrá, en cambio, una Red como un súper cerebro único común que implantaría una forma de totalitarismo cibernético?

Como vemos, nos encontramos frente a un gran debate sobre el futuro de la condición humana, la organización social, el hábitat urbano, el misterio de la iniquidad y nuestra relación con el orden natural que rige el mundo y el cosmos.

La "Gran Convergencia"

Para abordarlo, hace falta una gran dosis de prudencia y de responsabilidad. El proyecto humano es abierto; su final, también. Acá no hay determinismo alguno. Tampoco previsibilidad. Necesitamos de un humanismo basado en la conciencia universal; trascendente; centrado en la libertad y en la dignidad de las personas; basado en su esencia, belleza y en su perfeccionamiento integral.

El filósofo Albert Camus dijo: "el hombre es la única criatura que se niega ser lo que es". Este inconformismo explica el éxito evolutivo del Homo sapiens. Nuestra extraordinaria incapacidad de adaptación expresa nuestro viaje desde la sabana africana, hace 250.000 años, hasta el espacio exterior, hoy. Pero, a la evolución biológica, en el ser humano, le lleva como mínimo unos 20.000 años para manifestarse; la sociedad humana tiene poco más de 5.000 años de historia, y nuestra tecnología tiene apenas poco más de 200 o 300 años. Esto quiere decir que, en realidad, la ciencia actual ha sido desarrollada por cerebros primitivos. Casi de monos.

¿Estamos preparados? ¿Entendemos las consecuencias? ¿De verdad podemos creer que seres poshumanos superdotados física y cognitivamente serán mejores? El hombre ha triunfado evolutivamente porque ha sido cooperativo, no porque haya sido egoísta. Albert Einstein afirmaba que "Dios no juega a los dados". ¿Lo haremos nosotros? El riesgo podría ser nuestra desaparición como especie y ceder nuestro lugar a otra especie por venir; desconocida por completo.

En el primer tomo de la colosal novela de ciencia ficción "El problema de los tres cuerpos" de Cixin Liu, el autor expresa una advertencia que nos debería hacer pensar: "La posibilidad de que el ser humano llegue a alcanzar por sí mismo un auténtico despertar ético resulta algo tan ridículo de pensar como imaginar que uno podía despegar los pies de la tierra a base de tirarse del pelo. Necesita la ayuda de una fuerza externa". Friedrich Nietzsche lo advirtió: "Nunca se necesitó tanto de educadores morales y nunca fue tan improbable encontrarlos. En las épocas en las que los médicos resultan más necesarios -en las grandes pestes-, es cuando, a la vez, mayor peligro corren".

Quizás, en los albores del poshumanismo, una reinvención ética y moral sea esa ayuda que tanto necesitamos.

 

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