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En este nuevo mundo político que asoma desde el abismo de las redes sociales, surge una idea que el propio presidente ha manifestado varias veces que asegura que, gracias a "las redes", la política ha adquirido una transparencia que no tenía.
Este nuevo contrato social reza que la gente y los líderes pueden comunicarse ahora de manera más directa y que esta comunicación –"des-intermediada, franca y desacartonada"-, acerca a la gente al líder. Que "genera confianza". Hermosa falacia. Falsa utopía. Para comenzar, la pretendida transparencia no es tal. Por el contrario, existe un espacio de opacidad -cuando no una completa oscuridad-, desde el mismo momento en el que no se sabe -nunca- quién está del otro lado de la red.
De un lado hay sólo un avatar y un nombre de usuario; no mucho más. Puede o no haber una persona del otro lado. Incluso cuando la cuenta "sea oficial", y cuente con el inefable "ok" pegado al final, tampoco sabremos si la persona que responde a los mensajes es quien dice ser. Si es un "bot" o si es una horda de troles mediáticos manteniendo los temas y las conversaciones alimentados por los infinitos algoritmos que la nueva ciencia política basada en datos les provee. Verdad sea dicha, no sabemos nada sobre quién -o qué-, está del otro lado de la red. Desde el vamos, nada es lo transparente que clama ser. Además, en la esta declamación de "transparencia" hay un problema mayor. La confianza no existe. Si quien declama "transparencia" lo hace desde un espacio de opacidad o, incluso, de oscuridad, la confianza no podrá nacer jamás.
Byung-Chul Han, el filósofo que, quizás, más se ha dedicado a desnudar las infinitas malversaciones detrás del mundo digital, dice -artero e implacable-: "Donde domina la transparencia, no se da ningún espacio para la confianza. En lugar de «la transparencia produce confianza» debería decirse: «la transparencia deshace la confianza». La exigencia de transparencia se hace oír, precisamente, cuando ya no hay ninguna confianza". En otro tramo del ensayo "La sociedad de la transparencia", dirá: "Esta vigilancia total degrada la «sociedad transparente» hasta convertirla en una inhumana sociedad de control. Cada uno controla a cada uno". Control que da lugar a la "Policía del Pensamiento" y a sus inefables "Policías".
Aprovechando esta «opacidad», pululan cuentas de las que nadie se hace cargo pero que, sin embargo, son seguidas con un temor reverencial. Cuentas, por ejemplo, que "interpretan el pensamiento y el sentir del «Javo», mejor que el propio «Javo»". Una cuenta de esas, por ejemplo, es atribuida a Santiago Caputo; el "Ingeniero del Caos" detrás de Milei.
Choques
Poco importa si la cuenta -o la veintena de otras cuentas que se le atribuyen-, pertenece a él, o no. Lo que sí importa es que los funcionarios del gobierno creen que es de él y que la leen e interpretan como si fueran mensajes cifrados para ellos; de él. También importa que nunca nadie lo desmiente. Importa también que, desde esa cuenta, se hacen fuertes proclamas antidemocráticas. Más grave aún; desde esa cuenta se han lanzado amenazas a varias personas junto a un video en el que se ostentaban armas de guerra. En la misma cuenta se puede leer un diálogo en el que, además de reiterar esta postura antidemocrática, ante alguien que dice: "Perfecto, la próxima no mandes gente del gobierno a callarme", la respuesta fue: "Si te hubiera mandado a alguien, estarías callado".
De nuevo. No sabemos si la cuenta es o no de Santiago Caputo. Pero todos aseguran que sí. Y nadie lo desmiente. Si fuera cierto, que esta respuesta sea de quien hoy maneja la (nueva) SIDE, estremece. "A los que dicen estar de este lado del Rubicón, pero creen ser una alternativa más «seria» o «moderada» para una segunda etapa les quiero decir que ese escenario es una quimera. Esto sale bien (para todos) o sale mal (para todos). No hay otra alternativa", advierte. Espeluzna.
Para cerrar, desde esta cuenta se reposteó otro tweet que dice: "El liberalismo snob cree que el problema del kirchnerismo radica en el ejercicio del poder en sí mismo, y no en las ideas de mierda que intentaron implementar. Creen que la respuesta al verticalismo es la fragmentación, y no un verticalismo igual de fuerte. Por eso perdieron siempre". Traducido, para combatir al kirchnerismo, más kirchnerismo. Verticalización absoluta. Autoritarismo puro. Para este usuario de la red, hay horrores malos (el kirchnerismo) y horrores buenos (el mileísmo). Y la respuesta es la verticalización total y la imposición.
Me pregunto cuánto más poder tiene un Caputo virtual frente a un Moyano real, por ejemplo. Si todo esto no es más que un cacareo virtual. Pero encuentro la pregunta difícil de contestar. Uno encarna una fuerza nueva sobre la que desconocemos por completo su devenir. El otro es un dinosaurio aferrado a un método que muere cuando más crece el poder virtual.
Me pregunto cuánto tardará la violencia real ejercida en los espacios virtuales en convertirse en violencia real en el espacio real. Me pregunto si no es posible que la "Policía del Pensamiento" virtual, traspase a la realidad y se convierta en una "Policía del Pensamiento" real. Ojalá que no. Ojalá.