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La compañía Tesla, propiedad de Elon Musk, es la principal fabricante de vehículos eléctricos e híbridos de EE. UU, y de todo tipo de actividad en el campo de la Inteligencia artificial, y está valuada en U$S 1 billón. De ese total, más de 40% proviene de su planta completamente automatizada situada en Shanghai, y que es más relevante que las 2 fábricas de Tesla en EE. UU, instaladas en California y Texas, respectivamente.
La planta de Tesla de Shanghai es la primera empresa extranjera 100% norteamericana que se establece en la República Popular, lo que significa que es totalmente ajena al tradicional régimen de "joint ventures" por el cual las compañías foráneas compartían la propiedad con una firma china en una proporción 50% a 50%.
Tesla/Shanghai se construyó con un crédito de U$S 1.400 millones otorgado hace 5 años por un consorcio de los 5 principales bancos chinos, todos ellos de propiedad estatal. Ese crédito fue devuelto en su totalidad en los primeros tres años. Esto es lo que ha convertido a Elon Musk en el segundo productor y exportador de automóviles eléctricos de la República Popular, con ingresos que ascendieron a U$S 53.000 millones en 2023.
Inteligencia artificial
Musk aspira a multiplicar por cinco la valuación de Tesla en los próximos cinco años y llevarla a U$S 5 billones y ahora ha fijado su prioridad en la fabricación y venta de automóviles autónomos sustentados completamente en Inteligencia artificial.
Tesla compite en China con las principales compañías de la República Popular, ante todo BYD (que es la número 1), así como Baidú, Xiaomi, y Huawei. Conviene agregar, para advertir lo que significa el proceso de globalización del capitalismo, que el mayor inversor extranjero en BYD es Warren Buffet, el mayor inversor de EE. UU y del mundo, con 30% del total de las acciones.
Musk ha señalado repetidamente que "China es una sola, y Taiwán una parte integral de ella", por lo que su recuperación por la República Popular debe ocurrir necesariamente.
La visión de Musk sobre China siempre ha sido extremadamente admirativa, y ha considerado verdaderamente "milagroso" a su fenomenal crecimiento económico, una visión ampliamente compartida por las "high tech" norteamericanas, y ante todo por Tim Cook, titular de Apple y heredero de Steve Jobs.
La última vez que Musk estuvo en China fue en abril de 2024 cuando se entrevistó dos veces con el primer ministro Li Qiang, y también con el presidente Xi Jinping, que ha manifestado repetidas veces su estima personal por el gran innovador norteamericano. En septiembre del año pasado, Xi Jinping participó de la cumbre de la APEC en San Francisco donde se entrevistó con Joe Biden; y luego los altos empresarios norteamericanos prácticamente sin excepción, y en primer lugar la totalidad del mundo "high tech", le organizaron una recepción, en la que fue recibido con una "ovación" según "Financial Times".
Ciertamente el alto empresariado estadounidense, y en especial el de Silicon Valley, no parece manifestar una actitud antagónica con la República Popular; y a la cabeza de ese empresariado se encuentra hoy Musk, que a su vez es la mano derecha de Trump, que asume el poder en la Casa Blanca el 20 de enero del próximo año.
Estrategia
Lo que está en marcha en EE. UU con Donald Trump es un acuerdo político, estratégico y de seguridad con China, centrado en el dominio de las tecnologías de avanzada de la 4ta Revolución Industrial, y en especial de la Inteligencia artificial, en donde EE. UU y China son la número 1 y la número 2.
Hay que agregar que, a partir del 20 de enero, EE. UU deja atrás definitivamente la situación de extraordinario debilitamiento geopolítico experimentado en los últimos 4 años de gobierno de Joe Biden, que llegó incluso a un vacío de poder en Washington. Ahora, con Trump a la cabeza, EE. UU vuelve a ocupar el primer lugar y de esa manera abre paso a un acuerdo estratégico, productivo, y de seguridad con la República Popular China.
Scott Bessent, el secretario del Tesoro designado por Trump, se propone alcanzar 3 objetivos fundamentales en una perspectiva 3/3/3:
- Recortar el déficit fiscal de 6% del producto a 3% en 2028.
- Elevar el crecimiento económico a 3% anual a partir de 2025.
- Alentar a la industria petrolera a producir un adicional de 3 millones de barriles de crudo por día (o el equivalente en materia de energía) a partir del próximo año.
En este esfuerzo monumental el papel de Musk es absolutamente crucial, porque para recortar en 3 puntos el déficit fiscal se requiere disminuir más de 80% de la burocracia estatal para el 4 de julio de 2026, tarea que Trump le ha asignado a Musk con la creación del "Departamento de Eficiencia Gubernamental" (DOGE).
Lo previsible ahora es que el acuerdo estratégico entre EE. UU y China, que ya Donald Trump realizó exitosamente en su primer mandato, tenga lugar anticipadamente; y en ese momento, que cambia la historia del mundo por el nuevo vínculo entre las dos superpotencias, el papel de Elon Musk será nuevamente crucial, lo que se debe, sin duda, a que su lenguaje es el de la época, que es el de la instantaneidad y de la constante innovación, sustentada en la tecnología esencial de la Inteligencia artificial.
* Jorge Castro es presidente del Instituto de Planeamiento Estratégico y miembro del Centro de reflexión política Segundo Centenario