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El gobierno de Javier Milei entra a jugar su "segundo tiempo"

Domingo, 07 de diciembre de 2025 01:27
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El fortalecimiento político surgido de los resultados electorales del 26 de octubre le permite encarar los desafíos de una nueva etapa, cimentada en el éxito obtenido hasta ahora en la lucha contra la inflación y centrada en la consolidación de la estabilidad monetaria y la reclamada puesta en marcha de un proceso de desarrollo económico sustentable.

Pero este "segundo tiempo" requiere un cambio cualitativo en relación con el anterior: sólo será posible avanzar en la exacta medida en que puedan articularse los consensos políticos y sociales necesarios para la garantizar la aprobación parlamentaria de la ley de presupuesto para el ejercicio 2026 y del paquete de leyes que permitan la consecución de los objetivos declamados.

En el último bimestre el índice de confianza en el gobierno elaborado por la Universidad Torcuato Di Tella, un estudio que se realiza mensualmente desde 2001, tuvo un repunte altamente significativo, después de una fuerte caída experimentada en los meses anteriores. En noviembre esa confianza subió un 17,5% sobre la cifra de octubre, que a su vez había aumentado en octubre un 8,1% sobre septiembre. Esto implica que en dos meses aumentó más de un 25%.

Podría decirse que en la disyuntiva entre "Milei o la nada", surgida del agotamiento del "kirchnerismo" y la fragmentación de la oposición, el sano instinto de supervivencia prevalece sobre el nivel de disconformidad. En ese escenario en que la esperanza colectiva convive con un cierto grado de resignación anidan las expectativas favorables que acompañan la apertura del diálogo entre el gobierno y el conjunto de las fuerzas políticas y sociales, que coincide con las recomendaciones del gobierno de Estados Unidos y el FMI sobre la necesidad de avanzar en la construcción de acuerdos básicos que garanticen la sustentabilidad en el tiempo de las reformas económicas imprescindibles para superar el estancamiento estructural que padece la Argentina en las últimas décadas.

Etapa de diálogo

Lo más trascendente de esta negociación en marcha, impuesta más por el desarrollo de los acontecimientos que por la voluntad de sus protagonistas, es que coloca sobre la mesa las oportunidades y limitaciones que presenta el campo de lo posible en el actual contexto nacional y mundial. Pocas veces tuvo tanta vigencia aquel apotegma de que "la única verdad es la realidad". El "bilardismo" proclamado por Milei supone la obligación de flexibilizar posiciones para priorizar resultados.

Este es el trasfondo del diálogo iniciado entre el Poder Ejecutivo con la activa participación del flamante Ministro del Interior, Diego Santilli, cuya reconocida ductilidad hace honor a una cultura política forjada en el peronismo, y los gobernadores, los diversos bloques parlamentarios de la oposición, las centrales empresarias y la CGT sobre la apertura de la economía, la modernización de la legislación laboral, la reforma del sistema tributario, la privatización de empresas estatales y la futura modificación del régimen previsional.

Pero estos temas indispensables de negociación son parte de una agenda más amplia, que necesariamente incluye cuestiones como el desarrollo de la infraestructura la totalidad de sus niveles, especialmente en el terreno de transportes y comunicaciones, erigido en el principal reclamo de todas las provincias, más allá de la filiación partidaria de sus gobernantes.

En términos de largo plazo, esa ampliación de la infraestructura generará las condiciones para un proceso de descentralización productiva que abrirá camino a una paulatina desconcentración demográfica orientada a superar la macrocefalia económica, una deformación estructural que hace que más del 30% de la población habite en menos del 1 % de su territorio, erigido además en el principal foco de reproducción de la pobreza y la marginalidad social.

Reposicionamiento internacional

Sólo una respuesta efectiva a esta necesidad estratégica tornará viable el gigantesco salto productivo indispensable para superar la crisis y colocar nuevamente a la Argentina a la altura de los tiempos. En esa respuesta, que exige también la satisfacción de las urgentes necesidades de financiación externa, cumple un papel decisivo el reposicionamiento internacional de la Argentina.

El alineamiento con Estados Unidos en materia de defensa, seguridad, lucha contra el narcotráfico y afirmación de los derechos humanos tiene que articularse con la necesaria intensificación de las relaciones económicas con China y el fortalecimiento del indispensable vínculo estratégico con Brasil, que exige una reformulación integral del MERCOSUR, orientada hacia una apertura internacional, cuyo primer paso es la inminente firma del largamente demorado tratado de libre comercio con la Unión Europea.

La estrecha correlación entre la política exterior y la política de defensa permite calibrar el valor simbólico de la designación como ministro de Defensa del teniente general Carlos Presti, primera vez que un jefe militar en actividad ocupa un cargo en el gabinete nacional desde la restauración de la democracia en 1983. La última vez que ocurrió algo semejante fue en 1975, cuando la presidente Isabel Perón designó ministro del Interior al coronel Vicente Damasco, nombramiento que generó un amotinamiento y motivó su renuncia. De ese modo, encumbró como Comandante General del Ejército al entonces general de brigada Jorge Rafael Videla, quien meses más tarde encabezó el derrocamiento del gobierno constitucional.

Sólo Oscar Aguad, ex ministro de Defensa de Mauricio Macri, Agustín Rossi, que ocupó ese cargo con Alberto Fernández, y algunos dirigentes de organizaciones de defensa de los derechos humanos salieron a criticar el nombramiento. Pero el hecho de que los tenientes generales Martín Balza, que desempeñó la jefatura del Ejército entre 1991 y 1999 durante la presidencia de Carlos Menem, César Melani, que ocupó ese cargo entre 2013 y 2015 durante el mandato de Cristina Kirchner, y Juan Martin Paleo, que lo hizo entre 2024 durante la gestión de Fernández, hayan coincidido en reconocer la legalidad de esa designación, recibida por la mayoría de la oficialidad como un gesto de reconocimiento histórico, supone la irrupción de un consenso implícito sobre una decisión política que simboliza la plena integración de las Fuerzas Armadas en el sistema institucional.

Paralelamente, la totalidad de los gobernadores empezaron a asumir un inédito protagonismo. La total orfandad del gobierno nacional en materia de control territorial, la inédita circunstancia de que ningún gobernador reconozca hoy una referencia partidaria nacional y la crisis de conducción que atraviesa el peronismo y obstaculiza la existencia de una oposición organizada provocan que el centro de la negociación política pase por el diálogo entre el Poder Ejecutivo Nacional y las provincias.

Al mismo tiempo, el sindicalismo peronista, forzado por las circunstancias a una negociación con el gobierno y las entidades empresarias para acordar las modalidades de la reforma laboral en ciernes, reivindica su autonomía política dentro del peronismo y encara un novedoso proceso de renovación interna. El hecho de que una de las primeras iniciativas de la flamante conducción de la CGT haya sido la convocatoria a una jornada de debate sobre "La inteligencia artificial el mundo del trabajo" revela la existencia de una clara conciencia de la necesidad de formular nuevas respuestas a los desafíos sociales que plantea el cambio de época.

La Argentina atraviesa un punto de inflexión histórica. En abril de 1955, cinco meses antes de su caída, Perón convocó al Congreso Nacional de la Productividad, con el objetivo de generar los acuerdos necesarios entre los actores productivos para iniciar una nueva etapa de su política económica, una vez agotada la fase inicial, centrada en la ampliación del consumo interno y la mejor distribución del ingreso. Su derrocamiento no permitió conocer los resultados del intento. 70 años después, tras haber vuelto a tocar fondo, las circunstancias colocan a la Argentina, y especialmente también al propio peronismo, frente a un desafío de similar envergadura que, quiérase o no, habrá de determinar la agenda pública de este año 2026 que está a punto comenzar.

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