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24 de Agosto,  Salta, Centro, Argentina
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Indignación: Torrico recibió un celular nuevo dentro de Villa Las Rosas

Se trata nada menos del despiadado asesino de los hermanitos Leguina. Cuenta con un Motorola E7 con el que podría utilizar las redes sociales.
Domingo, 24 de agosto de 2025 02:44
Marcelo Torrico, con el uniforme de guardiacarcel en otro de los polémicos hecho. El celular que recibió el interno. Imagen ilustrativa.
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En un hecho que vuelve a poner bajo la lupa la situación carcelaria en Salta, trascendió que Marcelo Alejandro Torrico, uno de los asesinos más despiadados de la provincia y protagonista del aberrante crimen de los hermanitos Leguina, recibió un nuevo teléfono celular dentro del penal de Villa Las Rosas.

La novedad llegó mediante un oficio firmado por la jueza de Garantías Ada Zunino y dirigido al director del Servicio Penitenciario, prefecto mayor Enrique Daniel Torres. En el documento se informa sobre recientes denuncias realizadas por el interno y se da curso al pedido de reemplazar su antiguo celular por un modelo nuevo, un Motorola E7 que finalmente fue entregado por su pareja.

El hecho, que no deja de ser indignante, evidencia los privilegios con los que cuenta Torrico, considerado uno de los personajes más siniestros de la historia criminal salteña.

El interno ya poseía un celular desde la pandemia, cuando una medida judicial permitió su uso dentro de los establecimientos penitenciarios para garantizar la comunicación con familiares durante el aislamiento obligatorio. Sin embargo, el aparato era limitado: solo servía para llamadas.

Según averiguó El Tribuno, así como Torrico cuenta con un aparato celular también hay otros internos que gozarían de dicho beneficio.

Ahora, con el nuevo dispositivo, Torrico podrá acceder a redes sociales, descargar aplicaciones y utilizar funciones que van mucho más allá de la comunicación básica. Desde el penal se advirtió que "no sería aconsejable que un interno de su peligrosidad disponga de este tipo de aparato", y se elevó un informe pidiendo la revocación del beneficio.

A pesar de las restricciones, Torrico utiliza el celular una hora por la mañana y otra por la tarde, aunque insiste en quedarse con él todo el día.

Quejas del interno

El oficio judicial se originó en base a reclamos del propio Torrico, quien se quejó por las demoras que –según él– sufren sus visitas al ingresar, las requisas que considera "excesivas" y los controles permanentes en su celda. Torrico cuenta con un régimen de visitas diferenciado al del resto de la población penal, precisamente por la gravedad de su prontuario.

Este episodio surge en un contexto delicado: actualmente se lleva adelante un juicio contra 20 personas, entre ellas funcionarios penitenciarios de Villa Las Rosas, acusados de corrupción y de otorgar beneficios a cambio de coimas a internos del penal.

La entrega de un celular nuevo a un asesino de la talla de Torrico no hace más que reforzar las sospechas y la indignación social respecto del manejo dentro de los penales salteños, donde la permeabilidad de las normas parece favorecer siempre a los reos más peligrosos.

El horror perpetrado en 1998

Marcelo Torrico fue condenado junto a Esteban Brandán por el brutal asesinato de Octavio (6) y Melanie (9) Leguina, ocurrido en mayo de 1998. Los hermanos fueron drogados, uno de ellos violado y ambos golpeados hasta la muerte, en un hecho que marcó para siempre la historia policial de Salta.

La escena descubierta en un descampado de La Silleta tras seis días de búsqueda fue calificada por los investigadores como dantesca. Los niños habían salido de su casa en el barrio Alto La Viña rumbo a desayunar en la Casita de Belén, en barrio San José, pero nunca llegaron a destino. Los asesinos los interceptaron, los subieron a un vehículo y los sometieron a un calvario inimaginable antes de asesinarlos.

La motivación detrás del crimen fue aún más perturbadora: según la propia declaración de Torrico en el juicio, se trató de una venganza contra el padre de las víctimas, a quien acusaba de haberlos estafado en un negocio vinculado a drogas. Esa sed de revancha derivó en un crimen atroz que destruyó a una familia entera y conmovió a todo un país.

El caso se convirtió en uno de los más espeluznantes de la historia criminal salteña, no solo por la crueldad del acto sino porque los propios asesinos describieron sin remordimientos cómo planificaron y ejecutaron el secuestro y posterior asesinato. La sociedad quedó marcada por el recuerdo de dos pequeños inocentes que fueron víctimas de la brutalidad y perversión de dos adultos, hoy condenados a perpetua.

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