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Desde los doce años, Santiago Arias Figueroa (ahora 20) vive mirando el mundo a través de un lente. La pasión por la naturaleza nació mucho antes, en el campo familiar donde pasaba los veranos explorando animales, plantas e insectos. "Más que un momento puntual, fue un proceso de descubrimiento constante", recuerda. Aquella curiosidad infantil se transformó con el tiempo en una misión: mostrar la belleza, la fuerza y la fragilidad de la fauna argentina para generar conciencia y empatía.
"Comencé a sacar fotos con una pequeña cámara prestada y nunca dejé de hacerlo. Hoy dedico mi trabajo a la conservación de la fauna, buscando dar a conocer especies únicas de nuestro país. A través de mis fotografías intento transmitir la belleza, la fuerza y la fragilidad de los animales que nos rodean", cuenta.
Su historia es la de un joven que decidió seguir su intuición, incluso cuando el camino no parecía claro. "Cuando terminé el secundario, me costó decidirme a dedicarme por completo. Probé una carrera de marketing, pero no era lo mío. Sentí que tenía que lanzarme, aunque diera miedo, y elegí hacerlo a pleno con la fotografía".
Esa decisión lo llevó lejos. Hoy, uno de sus videos sobre especies nativas supera los dos millones de visualizaciones en Instagram y una de sus fotografías —la de un yaguareté— acaba de ser elegida como tapa de la revista Crikey Magazine, publicación australiana fundada por la familia del célebre naturalista Steve Irwin. "Fue un orgullo inmenso. Steve Irwin fue uno de mis grandes referentes: su manera apasionada y sensible de hablar de los animales me marcó. Que su hijo, también fotógrafo, haya reconocido mi trabajo lo hace todavía más especial".
Detrás de cada imagen hay un proceso de observación, estudio y espera. "Un día de trabajo empieza mucho antes de salir a fotografiar. Hay una gran parte de preparación previa: investigar el ambiente, el clima, las especies que quiero registrar y decidir qué equipo llevar. Cuando llego al sitio, hago un recorrido general para conocer el terreno y elegir los puntos donde quiero pasar más horas. Es un trabajo de observación y paciencia, de entender cómo se mueve la naturaleza antes de apretar el botón".
Esa rutina puede ser físicamente exigente y emocionalmente intensa. "Una de las expediciones más duras que viví fue en Costa Rica. Llovió todos los días, sin parar, y tuve que seguir saliendo a fotografiar. Pasé jornadas enteras empapado, con el equipo y la ropa mojada, sin lugares para secar nada ni agua caliente. A la mañana me ponía la misma ropa húmeda del día anterior. Fue muy exigente, pero también una experiencia que me hizo valorar aún más el esfuerzo detrás de cada foto".
El sacrificio encuentra su recompensa en los momentos irrepetibles, como el encuentro con un yaguareté en el monte chaqueño. "Fue uno de los momentos más fuertes de mi vida. Es un animal que impone respeto y transmite una energía increíble. Su belleza, su silencio al moverse, ese sigilo absoluto en medio del monte… es algo que no se olvida. En cuanto se adentra unos metros en la vegetación, desaparece. Es la perfección del camuflaje".
Entre los lugares que más lo marcaron, los Esteros del Iberá ocupan un sitio especial. Allí trabajó junto a Rewilding Argentina, la organización que reintrodujo el yaguareté en Corrientes y que hoy impulsa la creación del Parque Nacional El Impenetrable en Chaco.
"Iberá no solo tiene una biodiversidad impresionante, sino que es un ejemplo de cómo se puede recuperar un ecosistema y generar desarrollo local al mismo tiempo. Gracias al trabajo de Rewilding y de la comunidad, muchos pobladores pasaron de vivir de la caza o la pesca a hacerlo del ecoturismo. Hoy el lugar está lleno de vida, de fauna y de historias de transformación".
El joven fotógrafo considera que esa experiencia fue determinante para su crecimiento profesional y humano. "Trabajar con Rewilding fue muy enriquecedor. Es una ONG que tiene muy claro su objetivo: no solo conservar la naturaleza, sino también trabajar junto a las comunidades locales. Me impresionó cómo logran mostrarles a las personas que se puede vivir de otra manera, de forma sostenible y en armonía con el ambiente. Ese enfoque social y humano me pareció tan importante como el ecológico".
También destaca otros destinos que lo marcaron, como el Parque Nacional Estancia del Rey, donde fotografió por primera vez a un grupo familiar de carpinchos, una especie que no había sido registrada en la zona. "Son pequeñas señales de recuperación, de equilibrio, que me inspiran a seguir".
Para Santiago, la fotografía no es solo arte: es una herramienta de transformación. "Creo que la fotografía es una de las herramientas más poderosas para la conservación. Las imágenes apelan directo a la emoción, y muchas veces logran generar más conciencia que simples palabras. Mostrar animales poco conocidos o especies en peligro puede despertar empatía y curiosidad, y eso es clave para protegerlos".
Su enfoque no busca el dramatismo, sino la inspiración. "Con mis fotos busco generar emoción. No me interesa mostrar el desastre o el sufrimiento, sino la belleza. Quiero que la gente sienta ganas de proteger la fauna por amor, no por miedo a perderla. Que vean lo hermoso que es lo que tenemos y lo cuiden por eso".
En un mundo urbano y acelerado, cree que la fotografía puede volver a conectar al ser humano con su entorno. "Somos parte de este planeta, y a veces lo olvidamos. Mostrar lo que hay en nuestro país, los animales que viven a nuestro lado, es una forma de recordarlo".
Su trabajo también se volvió viral en redes. "Ver que un video mío de fauna nativa superó los dos millones de visualizaciones fue una alegría enorme. Llevo años compartiendo mi trabajo en redes, intentando dar visibilidad a nuestras especies, y ese alcance demuestra que el esfuerzo valió la pena. Además, abre muchas puertas nuevas".
Conciencia
A diferencia de otros fotógrafos, Santiago defiende el uso consciente de las plataformas digitales. "Siento que las redes sociales son aliadas del ambientalismo. Nos permiten llegar a personas que quizás nunca tuvieron contacto directo con la naturaleza. Si se usan con conciencia, son una herramienta increíble para educar y conectar".
Sobre la conciencia ambiental de su generación, tiene una mirada equilibrada. "Veo una mezcla: por un lado, crece el interés por el ecoturismo y la conservación; pero también hay mucha desconexión, exceso de estímulos y consumismo. Cuesta parar, mirar y apreciar con respeto. Es un proceso que lleva tiempo, pero creo que vamos en camino".
Santiago ya planifica un nuevo viaje a Costa Rica, abierto a fotógrafos y aficionados a la observación de aves y fauna. "La idea es recorrer distintos ecosistemas para fotografiar serpientes, ranas y algunas de las aves más coloridas del mundo", anticipa.