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VIDEO. Gustavo Orozco: "Me preocupa que la cocaína de la narcoavioneta tenga el sello del cartel mexicano de Sinaloa"

“El cartel de Sinaloa es una organización extremadamente violenta, que no solo trafica droga sino que busca apropiarse del territorio mediante el miedo y la corrupción", dijo el diputado provincial. 
Miércoles, 12 de noviembre de 2025 21:55
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El diputado provincial Gustavo Orozco visitó el estudio de El Tribuno tras mostrar en un video cómo puede operar una avioneta sin control. Orozco advirtió sobre la infiltración del narcotráfico en la política y las instituciones, la complicidad de algunos sectores locales, y reclamó con urgencia la aplicación de la ley de derribo para frenar los denominados narcovuelos.

 

Diputado, ¿cómo surgió la idea de realizar este vuelo y mostrarlo públicamente en la Cámara?

Antes de ser diputado provincial fui jefe de la Brigada en Rosario de la Frontera durante más de siete años. También me desempeñé como jefe de Inteligencia y jefe de destacamento en zonas donde ocurren la mayoría de los aterrizajes ilegales. Conozco bien cómo operan esas avionetas. Desde que ingresé a la Cámara, hace ocho años, intenté visibilizar este problema, hice denuncias, advertí sobre la magnitud del narcotráfico aéreo, pero en aquel momento muchos no creían. Me tildaban de loco. Con el tiempo los hechos demostraron que era verdad lo que decíamos.

Del total de cocaína que ingresa al país, el 95% entra por vía aérea desde Bolivia. El resto, apenas un 5%, lo hace por tierra. Para que se entienda: la última avioneta que cayó en la frontera llevaba casi 400 kilos de cocaína. Una persona, una mula, puede transportar alrededor de un kilo en su cuerpo. Habría que reunir 400 personas para igualar la carga de una sola avioneta. Es decir, una cancha de fútbol llena de gente. Eso muestra la magnitud del problema.

¿Cuál es, entonces, la falla principal del sistema de control?

El problema está en el aire. No hay ninguna herramienta disponible para interceptar estos vuelos clandestinos. Por eso impulsamos que se debata y apruebe la Ley de Derribo, porque es la única posibilidad que tienen las fuerzas del Estado de frenar este tipo de tráfico. El Congreso Nacional debe tratarla, ya que el control del espacio aéreo es competencia del Estado nacional. Desde la Cámara provincial aprobamos una declaración para instar a los legisladores nacionales a poner el tema en agenda.

Tenemos en funcionamiento el Plan Güemes y el Plan Roca. Esos programas actúan sobre el territorio, no sobre el aire. Atacan parcialmente el problema, porque solo el 5% del narcotráfico entra por tierra. No hay nada que impida el ingreso aéreo. Cuando una avioneta tiene un desperfecto o se queda sin combustible, como pasó hace poco en la frontera, recién ahí se logra detectar algo. Pero esos casos son excepcionales: una de cada cien avionetas tiene algún accidente. Las demás pasan sin control.

Usted realizó un vuelo para demostrarlo. ¿Qué ruta siguió?

Alquilé una avioneta, simulé el ingreso desde Bolivia y recorrí la misma ruta que utilizan los narcovuelos hasta llegar al departamento de Anta. En esa zona ocurre lo que llamamos la "lluvia blanca": arrojan la mercancía en fincas y regresan a su punto de partida. Algunas naves siguen hasta Rosario de la Frontera, pero ahí deben aterrizar para reabastecerse. En todos los procedimientos donde se secuestraron avionetas se encontraron bidones de combustible, lo que confirma este circuito.

El límite entre Argentina y Bolivia es prácticamente invisible. Son caminos que unen fincas de un lado y del otro, muchas veces del mismo propietario. No hay una línea divisoria clara. Esas rutas sirven para trasladar personas, cargas y combustible sin control alguno. Desde allí las avionetas avanzan hacia el sur provincial, hasta lugares como Balboa, San Lorenzo, Antilla, Horcones, donde "enfrían" la droga, es decir, la dejan guardada hasta conseguir el seguro para transportarla.

Desde esas fincas la mercancía sale por dos vías principales: la ruta 3, que conecta con Santiago del Estero, y la ruta 34, que atraviesa el país hacia el centro. Desde ahí se distribuye hacia los puertos de Santa Fe y Buenos Aires, desde donde se embarca por las hidrovías hacia otros destinos: Asia, Europa, Australia o Estados Unidos. Una parte también queda en el mercado interno. La oferta es tan grande que genera un residual de consumo que agrava los problemas sociales.

¿Ese aumento del ingreso se refleja en los niveles de consumo local?

Sí. Antes, en Rosario de la Frontera, el principal problema era la marihuana. Hoy es la cocaína. Es tan fácil conseguirla que se volvió la droga más consumida. Y eso tiene un efecto directo sobre la inseguridad: ocho de cada diez hechos violentos son cometidos por personas que consumieron algún tipo de sustancia. El narcotráfico no es solo un delito económico, es un factor de descomposición social.

En su presentación habló también del rol de las fincas privadas y pidió que la Policía pueda intervenir sin orden judicial. ¿Por qué considera necesaria esa medida?

Porque no se trata solo de detectar pistas, sino de investigar las actividades sospechosas que ocurren en esos campos. Una pista puede estar marcada con tachos o señales, pero lo importante es lo que se hace alrededor. Y hay algo que quiero dejar claro: nadie aterriza una avioneta en una finca sin que el dueño lo sepa. Es imposible. Si alguien pone una carpa en el fondo de tu casa, te enterás. Acá pasa lo mismo. Por eso hablo de complicidad.

¿Cree que este video tendrá impacto nacional?

Ojalá sirva para abrir los ojos. Lo que hicimos fue mostrar con hechos lo que venimos denunciando hace años: que Salta es la puerta de entrada aérea de la cocaína a la Argentina. Si no se actúa con decisión, seguiremos teniendo más droga, más violencia y menos futuro. Es un dato muy llamativo. En el video del aterrizaje forzoso se escucha claramente: "Es el mismo lugar del otro día". Eso muestra que no fue un hecho aislado, sino que era un punto recurrente de operaciones. Además, no cayó en cualquier finca. La estaban esperando. Las coordenadas que le pasaron al piloto correspondían a esa propiedad, lo que demuestra que estaba todo programado.

Fotos: Javier Rueda

En esa avioneta, de la semana pasada, se secuestraron unos 140 kilos de droga, pero luego se encontraron más de 200 enterrados. ¿Qué interpretación hace?

No me sorprendió. Ese mismo día dije públicamente que faltaba droga, que la carga no cerraba. Las aeronaves narco nunca viajan a media capacidad, siempre van al tope. En este caso se trataba de una Cessna 210, con capacidad para seis personas. Si viajaban dos pilotos bolivianos, quedaban libres cuatro asientos. A razón de 90 kilos por persona, hablamos de unos 360 kilos de capacidad. Al haberse incautado solo 160 o 170, era evidente que faltaba parte de la carga. Después aparecieron otros 200 kilos enterrados y la suma final da 364, justo dentro del margen esperable.

Según los datos extraoficiales, el auto que chocó con la avioneta la estaba esperando al final de la pista. Donde cayó no es tan cerca de la frontera, y para esconder la droga tuvieron que internarse en el monte. Es decir, contaban con tiempo, conocimiento del terreno y apoyo logístico. Todo eso demuestra organización y complicidad.

Usted realizó su propio vuelo para probar cómo se mueve el narcotráfico aéreo. ¿Qué comprobó en esa experiencia?

Comprobé que no existe ningún control. Volé desde Bolivia hasta Rosario de la Frontera, pasando por Anta, sin que nadie me detuviera ni me pidiera identificación. En Anta verifiqué que se puede arrojar cualquier cosa desde el aire. Luego aterricé en el aeroclub de Rosario de la Frontera y tampoco se acercó nadie a preguntarme qué traía. Si en un aeroclub nadie controla nada, imaginá lo que sucede en una pista privada o en una finca. Hay absoluta libertad para volar.

Las fuerzas de seguridad están limitadas. Las fuerzas tienen autos, motos, camionetas, pero el enemigo se mueve en avionetas. Te lo grafico con un ejemplo: podés ser el mejor león del mundo, el más fuerte, pero si tu presa es una paloma que vuela a 150 metros sobre tu cabeza, nunca la vas a atrapar. Las fuerzas no tienen medios aéreos ni radarización suficiente. Es una pelea desigual.

¿Qué pasa con las fincas donde aterrizan esas avionetas? Usted insiste en que hay complicidad.

Sin ninguna duda. Nadie aterriza una avioneta en una finca sin que el dueño lo sepa. Es imposible. Si alguien acampa en el fondo de tu casa, te enterás. Bueno, acá pasa igual. Detrás de cada pista hay una cadena: los que llevan el combustible, los que descargan la droga, los que la transportan y los que la esconden. Son eslabones de un mismo circuito. No es casualidad ni desconocimiento, es colaboración consciente.

¿Y cómo vive esta situación el vecino del sur provincial, en zonas como Antilla o Rosario de la Frontera?

Con miedo y resignación. Los que fueron detenidos recientemente son chicos de Antilla, jóvenes que conozco desde muy chicos. Algunos fueron mis alumnos cuando era instructor en la escuela de cadetes. Me duele profundamente, porque se arruinaron la vida. Pero también hay que decirlo: muchos son captados por estas redes. Es gente común a la que el narco le ofrece dinero rápido en lugares donde no hay oportunidades.

Usted mencionó la presencia de organizaciones extranjeras. ¿Qué nivel de penetración tienen?

Es un dato muy grave. Hasta hace algunos años, los procedimientos que me tocó intervenir tenían relación con carteles bolivianos, que si bien son narcotraficantes, no se caracterizan por ser extremadamente violentos. Pero ahora la cocaína que llega tiene el sello del cartel mexicano de Sinaloa. No significa que se haya fabricado en México, porque allá no se produce cocaína, pero sí que fue adquirida en Bolivia y trasladada bajo ese sello. La de Sinaloa es una organización sanguinaria. No solo trafican droga, también buscan apropiarse de las zonas donde operan, imponiendo miedo y control a través de la violencia. Eso es lo que hicieron en México y en otros países. Y por eso es tan importante reaccionar a tiempo: no podemos permitir que Rosario de la Frontera ni Salta se conviertan en lo que advertí hace dos años.  "Hace dos años lo dije y lo sostengo: si seguimos así, vamos camino a convertirnos en Sinaloa."

¿Qué espera que ocurra tras sus denuncias y este nuevo video?

Espero que el país tome conciencia. No alcanza con operativos en tierra. Mientras el aire siga siendo una frontera abierta, la droga va a seguir entrando como si nada. Necesitamos radarización, coordinación y una ley nacional de derribo que les dé herramientas a las fuerzas. Si no, seguiremos discutiendo mientras los narcos nos pasan por arriba.

En México hay crímenes mafiosos con mensajes claros de los narcotraficantes, y espero sinceramente que eso no llegue a Salta. Es muy peligroso lo que está ocurriendo y ojalá se le preste atención. Hay que trabajar en conjunto para controlar esto, porque me preocupa la seguridad de todos: de los rosarinos, de los salteños y del país en general.

Estos carteles no solo trafican droga: se adueñan de las instituciones, se infiltran en la política, en la justicia y en la policía. En Rosario de la Frontera tuvimos casos concretos. Parte del esquema político local fue detenido y condenado por narcotráfico. En la gestión anterior, cuando Gustavo Solís era intendente. Una era el excuñado del exintendente Solís, encargado del canchón municipal. No es un dato menor, porque quien maneja el canchón controla los vehículos del municipio, y esos vehículos tienen facilidades para pasar los controles. Fue detenido por narcotráfico. También fue detenida otra persona que era encargada de periferia. Ambos fueron condenados y estuvieron más de dos años presos. Lo grave es que, cuando salieron, el actual intendente contrató a uno de ellos como una de sus manos derechas.

"¿Cómo le explicás a la gente que la política no tiene nada que ver con el narcotráfico, cuando pasan cosas así?"

¿Qué mensaje deja esa situación?

Un mensaje terrible. La sociedad percibe que la política protege a los narcos. Si alguien condenado por narcotráfico vuelve a trabajar para el Estado, la gente entiende que hay impunidad. Uno de los detenidos incluso participó activamente en la campaña de una candidata en la última elección en Rosario de la Frontera, sobre todo en la segunda sección. Ese tipo de cosas hay que cortarlas de raíz. Hay que atacar este problema de una vez por todas. Los políticos corruptos deben ir presos, igual que los narcotraficantes. No se trata de colores partidarios, se trata de recuperar la credibilidad de las instituciones. Estoy gestionando una reunión con el ministro de Gobierno y otras autoridades para coordinar acciones concretas. No podemos mirar para otro lado.

En cuanto al control aéreo, ¿qué medidas concretas propone?

La ley de derribo es una herramienta indispensable. El presidente podría dictar un decreto y aplicarla hoy mismo, pero prefiero que el Congreso la trate. Si los diputados nacionales no lo hacen, es porque no les interesa. Y si el presidente no toma la decisión, también preocupa. Necesitamos actuar ya. No se trata de derribar por derribar: la ley establece un protocolo muy claro y el derribo es la última instancia. Primero se intenta identificar la aeronave, luego se le ordena aterrizar en zona segura. Solo si se niega y representa un peligro, se la derriba.

El radar de Mocoví está funcionando, pero sin un protocolo legal no sirve de mucho. Hoy se detectan vuelos, pero no se puede intervenir. Yo hice mi vuelo desde la frontera en unas dos horas y media y nadie me controló. Eso muestra la vulnerabilidad de nuestro cielo. Sin ley de derribo, sin capacidad de respuesta inmediata, estamos desprotegidos.

¿Cuándo realizó el vuelo?

El sábado. Partí desde Salta a las nueve y cuarto de la mañana, sobrevolé la zona limítrofe, simulé el ingreso desde Bolivia y aterricé en Rosario de la Frontera. Lo hice para mostrar lo que venimos denunciando: que cualquiera puede cruzar el espacio aéreo argentino sin ser detectado. Nadie me pidió documentación ni controló la aeronave. Eso no puede seguir ocurriendo.

En la sesión, varios diputados lo felicitaron por su exposición. ¿Qué sintió en ese momento?

Una enorme satisfacción. Fueron ocho años de insistir con este tema, de hacer denuncias que muchos consideraban exageradas. Ayer recibí el apoyo de casi todos los bloques, incluso del diputado Durand Cornejo, que se acercó a felicitarme. Sentí orgullo porque significa que, finalmente, entendieron que decíamos la verdad. Es una lucha de años, incómoda, pero necesaria.

Su proyecto unificado con el de la diputado Villamayor fue aprobado de manera unánime. ¿Qué espera ahora?

Espero que tenga eco a nivel nacional. Ayer se aprobó por unanimidad la declaración para que el Congreso trate la ley de derribo. Estoy convencido de que, si se aplica, el problema se reducirá en un 80%. En Brasil pasó lo mismo: cuando derribaron una o dos avionetas, el espacio aéreo quedó prácticamente blindado. En Estados Unidos ocurrió algo similar durante los ochenta y noventa, cuando enfrentaron a Pablo Escobar. Endurecieron los controles y el narcotráfico cambió de ruta.

"Hoy esa nueva ruta incluye a la Argentina, y Salta está en el mapa del narcotráfico". El narcotráfico ya no solo financia campañas, sino que busca ocupar el poder directamente.  Porque entendieron que es más fácil manejar desde adentro. Antes financiaban campañas políticas, hoy muchos narcotraficantes prefieren ser candidatos o integrar las estructuras de gobierno. Eso ya está pasando. Por eso insisto en que debemos actuar en conjunto y con valentía. Si no frenamos esto ahora, después va a ser demasiado tarde.

El gobernador Gustavo Sáenz comparte la preocupación. Me alegra que hoy muchas voces coincidan en lo que vengo reclamando desde hace años. El Gobierno de la Provincia está dispuesto a acompañar, y eso es importante. Pero hay que hacerlo ya.

Diputado, me comentaba fuera de cámara que esta mañana se realizó un narcotest. ¿Por qué tomó esa decisión?

Sí. Fui y me hice un narcotest. Voy a presentar el resultado en la próxima sesión de la Cámara, probablemente mañana o pasado. Lo hago porque creo que hay que tener coherencia. Si pretendo luchar contra el narcotráfico, no puedo drogarme. No tengo problema con quien consume, al contrario, si puedo ayudar a alguien a salir de eso, lo haré, pero como autoridad y como alguien que se considera un referente en esta lucha, no puedo permitir ni la mínima duda sobre mí. Por eso me hice el test: para demostrar que la coherencia es necesaria.

¿Cómo continúa su trabajo contra el narcotráfico?

El martes me voy a presentar en la Fiscalía Federal, donde están radicadas las causas por las avionetas narco. Voy a aportar información y datos concretos, como hice hace años cuando llevé una carpeta a Patricia Bullrich, que derivó en el Operativo Balboa en Rosario de la Frontera. En ese momento se secuestró una avioneta, se incautó droga y se detuvo a personas. Esa información sirvió, igual que la que aportamos en su momento a la Jefatura de Policía con un relevamiento de zonas donde vecinos reportaban vuelos ilegales.

¿Qué tipo de información presentará ahora ante la Justicia Federal?

Voy a señalar zonas específicas donde me informaron que se observan vuelos clandestinos. Es información reciente, proveniente de pobladores de distintas zonas rurales del sur provincial. Luego será la justicia la que determine qué hacer con esos datos. Pero yo voy a cumplir con mi deber.

 

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