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A un mes de las elecciones nacionales, la industria argentina se convierte en un termómetro clave de la economía y un eje central del debate político. Gustavo Marangoni, politólogo, consultor y docente universitario, adelantó en diálogo con Radio Salta los temas que abordará en su disertación: ¿Qué define la política en octubre? del ciclo "Hablemos de lo que viene: industria en clave electoral", organizado por El Tribuno, que se realizará el próximo jueves a las 10.30 hs. en el Centro de Convenciones.
¿Por qué la industria está en clave electoral?
Porque, como el resto de las actividades económicas de la Argentina, está esperando definiciones, sobre todo en lo que respecta a insumos básicos para la industria: política cambiaria, política monetaria e incentivos fiscales o su ausencia. En los últimos meses se dispararon las tasas de interés, lo que afecta cualquier actividad productiva. También preocupa si la relación peso-dólar se mantendrá alrededor de los 1.400 o subirá. Hay un consenso de que, gane quien gane, habrá algún tipo de reseteo del programa económico. Además, se plantea una pregunta política: si la segunda parte del mandato de Javier Milei tendrá la misma impronta que la primera. Y aquí es clave analizar a un actor fundamental en la política argentina: las provincias y sus gobernadores, quienes, incluso siendo constructivos con el gobierno nacional, saben que un reseteo económico requiere también un reseteo en el relacionamiento político.
En Salta y otras provincias hay un alzamiento político, un "grito federal". ¿Puede consolidarse después de octubre?
Sin duda, es necesario recordar que la Constitución Nacional, aunque sea una cuestión que parece formal y que ha olvidado, cuando dice las formas de denominar a la Argentina, dice que hay tres: Provincias Unidas del Río de la Plata, República Argentina y Confederación Argentina. Eso es lo último, porque de alguna manera en esa nomenclatura hay un recordatorio que las provincias son preexistentes a la Nación y que se unieron para, en determinadas condiciones de federalismo, de respeto de las autonomías, poder llevar adelante el país que somos hoy. Pero cuando eso quizás es percibido como descalibrado o ni asimétrico en la relación, bueno, se suelen reunir formal o informalmente los representantes de estas provincias y si me permitís el término, procurando establecer como una suerte de pantalla, no? Diciendo, bueno, discutamos algunas cuestiones y hay bastantes que discutir, sobre todo lo vemos en la actividad del Congreso a partir de la presentación unánime de los 24 gobernadores, de los 23 gobernadores y del gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.
Esto es histórico para Salta. El gobernador pidió abiertamente a los legisladores nacionales un voto específico, incluso cuando varios no le responden directamente. ¿Qué refleja esto?
Sí, porque se involucra la más política de todas las discusiones que es la que tiene que ver con los recursos, con lo fiscal. Señalaba que los 24 gobernadores plantearon en un escrito por unanimidad poco tiempo atrás la necesidad de distribuir como corresponde según la ley el impuesto a los combustibles y también con un criterio ecuánime y federal los aportes del Tesoro Nacional. Entonces creo que indudablemente, luego de octubre, e insisto, con cualquier resultado, hay probablemente que rediscutir algunas cosas. Yo creo que hay un consenso bastante amplio en la Argentina respecto a que el Estado Nacional y también los estados provinciales tienen que equilibrar sus cuentas, privilegiar la sana administración de los recursos pero hay muchas formas de alcanzar este propósito y creo que inicialmente distintos actores políticos le cedieron en el 2023-2024 la facultad al presidente Milei como para arrancar el tema, pero es público y notorio que probablemente haya que reconsiderar algunas formas porque no hay nunca un solo modo de llegar a un objetivo. No sé si todos los caminos conducen a Roma, pero seguramente hay más de uno que conduce a Roma. Entonces creo que las bases del equilibrio presupuestario que en la primera instancia se lograron entre otras cosas por el camino del cambio del régimen jubilatorio, la suspensión o cancelación casi total de la obra pública y otro tipo de envíos que correspondían a fondos provinciales, bueno, es ahora que se está planteando rediscutirlo.
Esto parece volver al siglo XVIII: una confederación del interior, un gobierno central aislado… ¿tres fuerzas distintas que podrían surgir?
Hay discusiones que son permanentes, ¿no? La forma de relacionarse de la Nación con las provincias es algo que está en permanente dinámica porque la coyuntura cambia. No es lo mismo una fase expansiva de la economía que a veces se explica por cuestiones externas. Ejemplo, cuando la soja estaba a 600 dólares, el Gobierno nacional mediante los derechos de exportación, tenía recursos para financiarse y probablemente eso hacía que tuviese una conducta respecto de los estados provinciales. En época de austeridad se pone a lo mejor mucho más exigente, pero también en esa exigencia puede estar cometiendo algunas injusticias o dejando de ver algunas perspectivas. Es claro que todos estamos de acuerdo en que uno de los caminos para que la Argentina pueda crecer y desarrollarse es la exportación y para eso se requiere no solo incentivos fiscales, sino algo tan elemental como rutas, puertos y si no se invierte en las rutas y en los puertos, y no me refiero solo en las rutas nacionales o provinciales, sino también en todas aquellas que rodean, por ejemplo, nuestro complejo agroalimentario, bueno, uno puede producir más en su campo, pero si tiene enormes dificultades o enormes costos para llevar eso, ya sea vía camión o tren a los puertos, bueno, está de alguna manera como el perro que se muerde la cola.
Hace poco se concretó una inversión millonaria en Salta: 50 millones de dólares por un campo de 24 mil hectáreas y 16 mil cabezas de ganado. ¿Qué nos dice esto sobre el potencial de la industria si hubiera mínimas reglas claras y visión estratégica?
Indiscutiblemente, hay que encontrar un nuevo punto de equilibrio. Cuando uno piensa dónde se generan los dólares en la Argentina tiene que mirar al interior, no al AMBA. El AMBA es un consumidor de dólares, y el interior de la Argentina es un generador de dólares: complejo alimentario, pesca, combustibles, minería, explotación del litio. El problema es que esos dólares parecen nunca ser suficientes, no solo para garantizar estabilidad. Comparando con Uruguay, Paraguay, Perú, Chile, países con estrategias cambiarias estables, vemos que nuestras oportunidades se pierden y eso lo aprovechan los vecinos.
¿Y Brasil?
Ha multiplicado por más de 5 su producción sojera en los últimos 20 años y tiene 350.000 millones de dólares de reservas. Nosotros tenemos reservas negativas, y eso se traduce en pérdida de oportunidades. Además, la desinversión extranjera neta ha sido constante. La inestabilidad de reglas de juego hace difícil que la Argentina sea un destino atractivo. Un país necesita estabilidad, crecimiento y una distribución también del ingreso, tanto personal como regional, equitativa, para poder alcanzar ese punto de equilibrio del cual siempre estamos lejos, porque nuestras políticas suelen ser muy pendulares, nuestros cambios suelen ser de una enorme amplitud térmica, como esas regiones en las cuales durante el día hace mucho calor y durante la noche hace mucho frío.