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El gran Roger Federer, demoledor e implacable

Lunes, 21 de enero de 2013 15:32

Número dos del mundo y cuatro veces campeón del torneo, Roger Federer batió al canadiense Milos Raonic por 6-4, 7-6 (7-4) y 6-2 en un partido de 113 minutos en el que su rival defraudó. "Estaba fresco y eso quizás me ayudó", analizó Federer antes de bromear: "¡Y tuve buenos reflejos!". 

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Número dos del mundo y cuatro veces campeón del torneo, Roger Federer batió al canadiense Milos Raonic por 6-4, 7-6 (7-4) y 6-2 en un partido de 113 minutos en el que su rival defraudó. "Estaba fresco y eso quizás me ayudó", analizó Federer antes de bromear: "¡Y tuve buenos reflejos!". 

"Milos es un gran talento, tiene un gran futuro, era un partido importante para mí, un desafío", añadió el suizo, amable con el decimoquinto del ranking mundial, que no lo exigió como se esperaba. 

Porque la noche de Melbourne prometía un duelo con chispas, un partido en el que el veterano y exitosísimo suizo de 31 años debía sufrir hasta el límite con el joven y ascendente canadiense de 22. 

Pero no hubo nada de eso, y Federer jugará el miércoles ante el francés Jo-Wilfried Tsonga buscando un lugar en las semifinales del primer Grand Slam del año. 

El suizo amplió a 35 su récord de cuartos de final consecutivos en torneos de Grand Slam. "Jo-Wilfried es un buen chico, con un gran juego, muy buenos tiros. No jugamos el año pasado, pero el anterior jugamos como tres veces en diez días. Y hace unas semanas en Sudamérica jugamos un par de exhibiciones y salimos juntos, nos divertimos". 

No se divirtió en cambio Raonic, que había llevado al límite a Federer las tres veces anteriores que lo enfrentó, pero hoy, quizás intimidado por el imponente escenario que es el Rod Laver Arena, quizás demasiado presionado por demostrar que ya está en condiciones de dar un gran golpe, defraudó. 

Su mejor arma, el servicio, no le funcionó al canadiense nacido en Montenegro en la medida que necesitaba. Convirtió 19 aces, sí, pero el primer servicio no lo ayudó cuando más lo necesitaba y, sobre todo, falló groseramente con sus golpes de fondo, que fueron un concierto de errores.

Así, una doble falta dejó a Raonic set point abajo, y una subida con demora a la red derivó en que dejara la pelota en las mallas para ceder el set inicial por 6-4. 

Federer, vistiendo las zapatillas con cordones rosas que siguen siendo comentario en Australia, tuvo algunas dificultades más en el segundo set, en el que le costó leer el servicio del rival, pero en el tie break, como acostumbra, no defraudó: con una derecha paralela se llevó el segundo parcial y Raonic, abrumado, se hundió. 

Treinta y cinco minutos más tarde otra derecha paralela contundente le dio el triunfo a Federer, que continúa así en la búsqueda de hacer crecer su récord más valioso: lleva 17 títulos de Grand Slam y quiere el decimoctavo. Tan confiado y relajado estaba Federer tras el partido, que se permitió varias bromas con su entrevistador, el ex número uno Jim Courier. 

El tema fue la camiseta con detalles rosados que vistió hoy el suizo. ¿Por qué volviste a vestirla? La respuesta fue inesperada, escasamente "federiana". "Me la puse porque mis grandes músculos tienen que mantenerse calientes. En especial mi brazo izquierdo, que impresiona, asusta al rival".

Murray, otro que suma y sigue

El británico, tercer favorito, alcanzó sin sobresaltos los cuartos de final del Abierto de Australia tras arrollar al francés Gilles Simon (6-3, 6-1 y 6-3).

El escocés, campeón del Abierto de Estados Unidos y finalista en dos ocasiones en Melbourne (2010 y 2011), rentabilizó la merma de su rival, que acusó el esfuerzo ejercido ante su compatriota Gael Monfils en el compromiso de tercera ronda. Simon necesitó entonces 4 horas y 43 minutos para superar aquel partido.

Murray dominó desde el principio y solo se dejó siete parciales. Un ahorro de fuerzas para el británico, que en cuartos de final espera a otro francés, Jeremy Chardy, que superó al italiano Andreas Seppi por 5-7, 6-3, 6-2 y 6-2.

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