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Gabriela Costas pertenece a algunas de las familias más reconocidas de la ciudad de Orán, pero tiene una faceta que pocos conocen aquí, salvo en su círculo íntimo: es pintora. Solo que la gran parte de su carrera la ha desarrollado afuera del país.
Si bien en casa le estimularon la sensibilidad artística y el desarrollo temprano de habilidades, allí nadie se dedicó al arte. Por eso, cuando dijo que deseaba hacerlo, le contestaron que no era posible. Descartó, aunque por un tiempo, la idea de estudiar arte y estudió para docente en el Colegio del Huerto de Orán, hasta que llegó el momento en que se dijo “si no lo hago ahora, no lo haré nunca”.
Así fue que obtuvo el título de Licenciada en Pintura y Profesora de Educación en Artes Plásticas en la Universidad Nacional de Córdoba, y se dedicó básicamente a la docencia en varios colegios de la ciudad norteña, mientras trabajaba de manera particular en su propio atelier.
Con 30 años y una vasta trayectoria en la docencia tuvo la oportunidad de migrar a Canadá. Allí se estableció en Montreal, estudió francés, inglés, un poco de italiano y nuevamente enfocó toda su energía en la docencia, convencida de que los niños desarrollan mucho más su personalidad y autocrítica a través del arte.
Pero en el fondo sabía que le faltaba algo y era el tiempo y el espacio para dedicarse de manera profesional a la pintura, poder exponer en galerías, “poder vivir de lo que me apasiona” remarca.
Aunque no se arrepiente nunca de que las cosas hubieran resultado así, comenzó a cumplir su sueño de pintar hace un par de años de manera profesional, pero ahora radicada en Carolina del Norte, EEUU, participó de varios festivales de artistas plásticos. Expone en galerías, e invierte mucha parte de su tiempo en investigar, estudiar, para hacer sus propias producciones, hoy con 47 años siente que nada la detiene y aún tiene mucho por hacer.
Exponer es intimidante
“Cuando uno muestra sus primeros cuadros siente como si estuviera desnudándose. Una cosa era mostrar mis obras en Orán , donde la gente que las veía era amiga, y otra totalmente distinta es hacerlo en EEUU, donde hay mucha competencia y hay críticos muy versados en arte. A partir de entonces, los últimos cuatro años ha tenido intensa actividad en muestras a las que son muy difíciles de acceder” asegura.
Pintora de emociones
Está dedicada al arte abstracto, el cual está más expuesto al rechazo y a la crítica, porque hay que tener conceptos sólidos sobre las teorías del color, la armonía y la perspectiva, para poder romperlas. En cuanto a los recursos técnicos, Gabriela trabaja con acrílicos intensos y saturados pero va cambiando y es un proceso. “Hace unos años mi paleta de colores era muy distinta en la gama de los azules”
Dice que la inspiran, la naturaleza como madre tierra. “Busco crear espacios, con los elementos que vemos en la naturaleza, con la luz, el contraste el color, son abstracto pero surgen de la realidad” aclara.
“Lo que hago es reinterpretar sentimientos, que le genera el sol resplandeciente, verde profundo de las selvas, bosques, montañas. Me fascina todo lo que sale de lo que uno encuentra y permite expresar muchas cosas” explica.
Gabriela cuenta que ella siente una conexión con sus obras, que mientras pinta entabla un diálogo, con ellas. “Cada una dice lo que falta, o basta aquí termina; son momentos mágicos”
Sin duda, una de las materias pendientes es poder venir a Orán como cada año, pero no solo a visitar su familia que disfruta de sus logros a lo lejos, sino realizar una exposición para que la gente conozca sus obras “Ojalá llegue el día”, sostiene.