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El ajuar de los Niños del Llullaillaco se desvela al público en todo detalle

En el Museo de Arqueología de Alta Montaña se podrá ver “Los tesoros del volcán”. La muestra, del fotógrafo Lisardo Maggipinto, está compuesta por 11 cuadros.
Miércoles, 16 de mayo de 2018 19:06

Recientemente se inauguró en el primer piso del Museo de Arqueología de Alta Montaña (MAAM, Mitre 77) la muestra de imágenes “Los tesoros del volcán”, de Lisardo Maggipinto. Maggipinto, también ingeniero industrial, viene trabajando para el MAAM desde 2006, poco tiempo después de que el hallazgo en la cima del volcán Llullaillaco de los cuerpos congelados de una niña de alrededor de 15 años, la Doncella; el Niño, de 7; y la Niña del Rayo, de 6, colocara a Salta ante el desafío de conservación, investigación y difusión de un patrimonio cultural único. 
Para esta ocasión Maggipinto seleccionó registros pormenorizados de algunos objetos de carácter ceremonial de entre el centenar de piezas que fueron colocadas en ofrenda a la “huaca” (montaña sagrada) en el volcán Llullaillaco, a 6.739 metros de altura sobre el nivel del mar y ubicado sobre el límite de Tolar Grande con Chile. 
Mediante estas tomas el espectador puede acercarse al ajuar funerario de estos niños entregados a los dioses en el ritual incaico de la capacocha, como si los viera a través de un microscopio. 
“Con la dirección del museo estuvimos siempre diseñando algo para que el turista pueda ver lo que de otra manera no ve. Las miniaturas son chiquitísimas y las estoy mostrando en gigantografías, por eso se aprecia en mayor detalle el trabajo manual que tenían estas piezas. Algunas miden menos de medio centímetro y son objetos con un trabajo manual increíble. Cada objeto tiene un significado y cuenta una historia. Traen con ellos mensajes de una cultura ancestral que hace parte de nuestra identidad”, comentó a El Tribuno Maggipinto. 
Además de las imágenes del ajuar se expone una panorámica del volcán Llullaillaco. 
“Los tesoros del volcán” se exhibirá por tiempo indeterminado en el MAAM, cuya colección principal presenta la ofrenda de los tres niños incas acompañados de su ajuar funerario. También el museo cuenta con muestras permanentes y temporales exhibidas en salas con condiciones climáticas estrictas y tecnológicamente controladas, lo que permite presentar esta colección con características particulares. 
En la del Llullaillaco imperan objetos que denotan una gran diversidad de materialidades, formas y significados que representaban a pequeña escala el mundo inca. 
Los cuerpos de los niños se conservan mediante un complejo sistema de criopreservación, único en el mundo por sus características tecnológicas. 
Maggipinto retrató el ajuar en 2006 y a los niños en 2007. Incluso llevó su tarea hasta el propio Llullaillaco. El complejo arqueológico de este volcán comprende diversos sitios distribuidos desde la base hasta la cima. En la cima secundaria -a 6.730 metros- se localiza un conjunto arquitectónico conformado por recintos, caminos y plataforma ceremonial, que constituye el sitio arqueológico más elevado del mundo. En 2008 Maggipinto permaneció una semana en la zona y actualmente se encuentra planificando un nuevo ascenso que concretará en 2019. 
“A mí mi trabajo con el MAAM me cambió la vida, me hizo trascender a nivel internacional y que mucha gente pudiera conocer lo que hago”, sintetizó. Añadió que debió adaptar sus equipos fotográficos para que funcionen bajo un frío extremo y así no dañar los cuerpos. “Todo se hace con sumo cuidado porque son aspectos complejos. Esta es una labor muy especial y soy una de las pocas personas que pueden ver a los niños sin cápsulas puestas”, comentó. Para realizar el registro monumental de enorme valor científico y estético de las colecciones conservadas en el MAAM él inventó un sistema de patrones para que las fotografías que efectúa distanciadas entre sí por el tiempo se vean exactamente igual. “Cada vez que se hace algún estudio de ellos o el recambio, estoy presente para registrar cada cambio posible de color en las muestras de tejido”, dijo.

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Recientemente se inauguró en el primer piso del Museo de Arqueología de Alta Montaña (MAAM, Mitre 77) la muestra de imágenes “Los tesoros del volcán”, de Lisardo Maggipinto. Maggipinto, también ingeniero industrial, viene trabajando para el MAAM desde 2006, poco tiempo después de que el hallazgo en la cima del volcán Llullaillaco de los cuerpos congelados de una niña de alrededor de 15 años, la Doncella; el Niño, de 7; y la Niña del Rayo, de 6, colocara a Salta ante el desafío de conservación, investigación y difusión de un patrimonio cultural único. 
Para esta ocasión Maggipinto seleccionó registros pormenorizados de algunos objetos de carácter ceremonial de entre el centenar de piezas que fueron colocadas en ofrenda a la “huaca” (montaña sagrada) en el volcán Llullaillaco, a 6.739 metros de altura sobre el nivel del mar y ubicado sobre el límite de Tolar Grande con Chile. 
Mediante estas tomas el espectador puede acercarse al ajuar funerario de estos niños entregados a los dioses en el ritual incaico de la capacocha, como si los viera a través de un microscopio. 
“Con la dirección del museo estuvimos siempre diseñando algo para que el turista pueda ver lo que de otra manera no ve. Las miniaturas son chiquitísimas y las estoy mostrando en gigantografías, por eso se aprecia en mayor detalle el trabajo manual que tenían estas piezas. Algunas miden menos de medio centímetro y son objetos con un trabajo manual increíble. Cada objeto tiene un significado y cuenta una historia. Traen con ellos mensajes de una cultura ancestral que hace parte de nuestra identidad”, comentó a El Tribuno Maggipinto. 
Además de las imágenes del ajuar se expone una panorámica del volcán Llullaillaco. 
“Los tesoros del volcán” se exhibirá por tiempo indeterminado en el MAAM, cuya colección principal presenta la ofrenda de los tres niños incas acompañados de su ajuar funerario. También el museo cuenta con muestras permanentes y temporales exhibidas en salas con condiciones climáticas estrictas y tecnológicamente controladas, lo que permite presentar esta colección con características particulares. 
En la del Llullaillaco imperan objetos que denotan una gran diversidad de materialidades, formas y significados que representaban a pequeña escala el mundo inca. 
Los cuerpos de los niños se conservan mediante un complejo sistema de criopreservación, único en el mundo por sus características tecnológicas. 
Maggipinto retrató el ajuar en 2006 y a los niños en 2007. Incluso llevó su tarea hasta el propio Llullaillaco. El complejo arqueológico de este volcán comprende diversos sitios distribuidos desde la base hasta la cima. En la cima secundaria -a 6.730 metros- se localiza un conjunto arquitectónico conformado por recintos, caminos y plataforma ceremonial, que constituye el sitio arqueológico más elevado del mundo. En 2008 Maggipinto permaneció una semana en la zona y actualmente se encuentra planificando un nuevo ascenso que concretará en 2019. 
“A mí mi trabajo con el MAAM me cambió la vida, me hizo trascender a nivel internacional y que mucha gente pudiera conocer lo que hago”, sintetizó. Añadió que debió adaptar sus equipos fotográficos para que funcionen bajo un frío extremo y así no dañar los cuerpos. “Todo se hace con sumo cuidado porque son aspectos complejos. Esta es una labor muy especial y soy una de las pocas personas que pueden ver a los niños sin cápsulas puestas”, comentó. Para realizar el registro monumental de enorme valor científico y estético de las colecciones conservadas en el MAAM él inventó un sistema de patrones para que las fotografías que efectúa distanciadas entre sí por el tiempo se vean exactamente igual. “Cada vez que se hace algún estudio de ellos o el recambio, estoy presente para registrar cada cambio posible de color en las muestras de tejido”, dijo.

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