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Todos piensan en el poder mientras el país toca fondo

Domingo, 26 de mayo de 2019 00:40

En el país, las elecciones presidenciales ocupan un lugar preponderante en la agenda de la política y los medios. Al mismo tiempo, las preocupaciones y el interés de la mayoría de los ciudadanos comunes giran en torno de la inflación, la educación, la falta de trabajo y la inseguridad.

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En el país, las elecciones presidenciales ocupan un lugar preponderante en la agenda de la política y los medios. Al mismo tiempo, las preocupaciones y el interés de la mayoría de los ciudadanos comunes giran en torno de la inflación, la educación, la falta de trabajo y la inseguridad.

El país tiene problemas muy serios, que vienen empeorando desde hace décadas, y los postulantes a la presidencia no los abordan y carecen de un diagnóstico profundo y honesto; verificable, como lo exige la ciencia social.

Hasta hoy, todos los que se anotaron en la carrera se concentran en "la rosca" y omiten responder las preguntas del ciudadano: ¿cómo salimos de la crisis? ¿cómo podemos alcanzar un país con empleo, con escuelas sin paros, con posibilidades de creer en el futuro?.

Uno de los principales candidatos es el presidente Mauricio Macri, que insiste en afirmar que "vamos por el camino correcto". Debería explicar, junto con sus funcionarios, cuándo terminará la caída de la economía y cuándo podremos disfrutar de los beneficios de la estabilidad monetaria y la generación de empleo que su gobierno promete. Cuándo se podrá avanzar, aunque sea un paso, en la disminución de la pobreza. Hoy, los rostros visibles del oficialismo se embarcan en negociaciones electorales, pero solo conjeturan sobre nombres de candidatos, sin mencionar objetivos con plazos más o menos precisos.

La opinión pública parece polarizada entre el oficialismo y la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner, de quien cabría esperar, porque ella no lo aclara, la repetición de una gestión en la que se estancó la economía, el gasto del Estado pasó del 24% al 45% del PBI en cuatro años y la pobreza creció hasta el 30%. La falta de certezas se agudizó en la última semana, cuando ella misma instaló como candidato principal de la fórmula a Alberto Fernández, su exjefe de Gabinete que se convirtiera en ácido crítico de su gobierno y con quien ahora se ha reconciliado.

Y la tercera opción, que generó expectativas acerca de un camino de salida alejado de ambos extremos, muestra a figuras notables del peronismo, como los exministros kirchneristas Sergio Massa y Roberto Lavagna, el senador Miguel Pichetto y el gobernador Juan Manuel Urtubey enfrascados en un intento que parece desvanecerse para conformar un proyecto alternativo. Tampoco ellos son muy claros acerca de cómo harán para salir del pozo.

El mal momento que atraviesa el país debería obligar a todos a una actitud comprometida y responsable. Todos ellos han tenido responsabilidades en los espasmos agónicos que sufre nuestra economía. El país salió de la hiper recesión de 2001 a través de un ajuste que se prolongó hasta 2006, por lo menos, aliviado por el paliativo del precio de la soja y con una política de endeudamiento interno que reactivó la capacidad ociosa del país pero sin crear condiciones elementales de estabilidad.

El macrismo, ilusionado con los buenos resultados que le brindó la polarización, no se ocupó de frenar la inflación, controlar al dólar y generar inversión. Hoy el país vive momentos de incertidumbre, que ponen en riesgo el futuro mismo del país.

Sin inquietud por proponer políticas de Estado en serio, los candidatos no ahorran calificativos estruendosos sobre la situación del país, y se manejan con discursos tan emocionales como anacrónicos. Actúan como si el mundo de hoy fuera el mismo de los años ochenta, pero la realidad planetaria es elocuente: dos superpotencias económicas, Estados Unidos y China, se disputan el mercado estratégico de la tecnología, con resultados asombrosos, y a esa disputa quedan subordinados el resto de los países. La fisura de la Unión Europea, los conflictos militares en Medio Oriente y la vulnerabilidad de América latina se extienden en el escenario mundial.

La Argentina debe definir sus vínculos con ese mundo complejo.

Quienes nos gobiernen deberán asumir esa realidad y ajustarse a ella, porque de lo contrario, se agudizarán los problemas que ubican a nuestro país como uno de los que exhibe el mayor índice de retroceso en el mundo.

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