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La Congregación de Rosa Torino tuvo su segundo cura condenado en el sur del país

Es el primer religioso condenado por abuso sexual en Santa Cruz. Aseguran que “al menos” falta juzgar a 6 sacerdotes más que pertenecían al Instituto que se fundó en Salta.
Domingo, 12 de septiembre de 2021 02:44

Esta semana se condenó a 17 años de prisión en Santa Cruz al cura Nicolás Parma por abuso sexual simple y gravemente ultrajante agravado por ser ministro de culto y por la guarda contra dos seminaristas. Los mismos jóvenes que denunciaron en el sur a Parma habían denunciado antes en Salta al fundador del instituto religioso Hermanos Discípulos de Jesús de San Juan Bautista, Agustín Rosa Torino.

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Esta semana se condenó a 17 años de prisión en Santa Cruz al cura Nicolás Parma por abuso sexual simple y gravemente ultrajante agravado por ser ministro de culto y por la guarda contra dos seminaristas. Los mismos jóvenes que denunciaron en el sur a Parma habían denunciado antes en Salta al fundador del instituto religioso Hermanos Discípulos de Jesús de San Juan Bautista, Agustín Rosa Torino.

El caso del excura Agustín Rosa Torino, por tres denuncias de abuso sexual, se transformó en la primera condena en el país contra un fundador de un instituto religioso. Esto resonó en la otra punta del país y logró otro hecho inédito: la condena a 17 años de prisión a Parma. Fue el primer fallo contra un sacerdote en la provincia de Santa Cruz. En ambos casos, que marcan un antes y un después, los protagonistas fueron los mismos: Yair Gyurkovitz y Jonatan Alustiza. Ambos jóvenes provenían de familias vulnerables, Gyurkovitz de una familia numerosa de artesanos de Cafayate y Alustiza de Pergamino, provincia de Buenos Aires. Ambas familias decidieron enviar a sus hijos a ser parte de la Congregación con la esperanza de que tuvieran "una mejor educación".

    Yair fue el primero en denunciar a ambos curas. J. CORBALÁN

El primero en tomar la posta fue Yair, que en el 2016 denunció abusos de Rosa Torino, luego se sumó Jonatan. Posteriormente ambos denunciaron a Parma. Las declaraciones de los jóvenes dejaron en claro que no se trataba de hechos aislados. Ambos contaron ante los Tribunales el nexo entre un caso y otro: primero sufrieron abusos en Puerto de Santa Cruz. Al volver a la casa central del Instituto en Salta, le contaron a Rosa Torino los abusos sufridos por el encargado de la Congregación en el sur. "Me dijo que lo perdone, que eran tentaciones del diablo y luego me abusó él a mí", repitieron ambos jóvenes.

   Jonatan pidió que se juzguen otros abusos. J. CORBALÁN

 

De esta manera se fue tejiendo el camino que llevó al sur. "Cuando aparecieron las primeras noticias sabía que la causa iba a llegar en algún momento, y cuando mandaron desde Salta la parte que correspondía a los hechos de Santa Cruz, de inmediato me declaré competente y corrí vista a la Fiscalía, conformando un equipo muy escueto para que no se filtrara nada", dijo al diario Nuevo Día la jueza de Instrucción de Puerto Santa Cruz, Noelia Ursino, una de las primeras que tomó el caso.

Red de abusos

Rosa Torino fue condenado en julio y Parma en septiembre. En tan solo dos meses, Yair y Jonatan vieron cómo sus exguías espirituales eran condenados por los abusos cometidos contra ellos cuando no alcanzaban siquiera la mayoría de edad. "Es terrible porque uno no terminó de caer en lo que pasó en Salta y de golpe y porrazo estábamos en el sur. Fue reconstruirse, animarse, gastar el último de fuerza que tuvimos tras 15 días de juicio. Fue muy complicado en el ámbito emocional para ser claros y concisos a la hora de declarar para saber a dónde te tenés que dirigir para contarle al Tribunal lo que pasamos", indicó Jonatan, que ingresó al Instituto a los 14 años. El joven aseguró que hubiera preferido que el segundo juicio fuera después, para tener tiempo de recomponerse.

El juicio a Rosa duró casi dos semanas y tuvo como condena 12 años de prisión. Mientras que para el caso de Parma bastaron un par de audiencias para que tuviera una condena mayor a la de su superior (17 años). Para Jonatan, la condena al fundador de la Congregación se logró gracias a la presión mediática y social. "Se sintió un poco más de justicia que en Salta porque la condena de Rosa Torino fue una condena más social. Si no hubiésemos tenido el apoyo de los medios y de manifestantes en las puertas, no sé si hubiésemos llegado a la sentencia. Fue una burla, le dieron 4 años por cada uno de los denunciantes que éramos tres y varios testigos declararon otros abusos. El Tribunal tenía muchos argumentos para dar más que 12 años" reflexionó el exseminarista.

Durante las audiencias del juicio al fundador del Instituto, se escucharon diferentes relatos que advirtieron una red de abusos en la que más de un sacerdote de la Congregación quedó sospechado. "Fácil son 5 o 6 más los que yo sé que también deberían ser denunciados", indicó Alustiza. El joven además advirtió que a pesar de que se juzgaron los abusos sexuales cometidos, dentro de la Congregación se sufrieron otros abusos que no fueron juzgados: "Se tendrían que haber incorporado algunas cosas más como el trabajo infantil, el quite de documentación, de un montón de cosas más. Podríamos estar muchos años porque es infinidad de delitos los que padecimos ahí adentro", recordó.

El primer cura de Santa Cruz juzgado por abuso

Con la sentencia a 17 años de prisión por abuso sexual contra dos exseminaristas, Nicolás Parma se transformó en el primer sacerdote condenado por abuso sexual de Santa Cruz. “El caso despertó mucho interés”, resaltó el fiscal de la causa, Iván Saldivia.
Cuando sucedieron los abusos, la Congregación de Rosa Torino no llevaba mucho tiempo en el sur; sin embargo, fue el tiempo suficiente como para que, cuando Yair Gyurkovitz y Jonatan Alustiza asentaron las denuncias, un grupo de vecinos de la iglesia Exaltación de la Santa Cruz de la ciudad de Puerto Santa Cruz apoyara públicamente al sacerdote y hasta incluso juntaran dinero para pagarle un abogado. “Pero luego se dieron cuenta de que esta persona había cometido delitos y le retiraron el apoyo”, indicó el fiscal, que si bien destacó que allí la mayoría pertenecen al credo católico, “no es como en Salta, ahí la religión es muy potente”.
Los testimonios que se fueron recolectando y las pruebas que tuvo en cuenta el Tribunal fueron contundentes, entre ellos la descripción de parte de uno de los seminaristas de una cicatriz que tiene Parma producto de una vieja cirugía. Las pericias psicológicas también le jugaron en contra a quien fue el representante de la Congregación en el sur. “Le dio una personalidad con rasgos muy complicados”, destacó Saldivia. Parma estaba a cargo de los seminaristas que tenían alrededor de 14 años y eran enviados al sur. Allí consiguió donaciones y puso a andar la delegación de la Congregación. “Ellos estaban en una especie de convento en Puerto Santa Cruz, un pueblo muy tranquilo de 7 mil habitantes. Además de abuso sexual había un abuso psicológico, maltrato. Eran chicos, preadolescentes que están en plena formación de su personalidad y la cuestión sexual. La persona que dirigía la Congregación era como el padre para ellos, chicos con mucha vulnerabilidad y solos”, resaltó el fiscal. Cuando fue denunciado, Parma estaba en España, donde había sido enviado para que se encargara de la delegación del Instituto en dicho país.

 

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