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Iluminando la oscuridad del sendero

Miércoles, 08 de marzo de 2023 02:48

En el transcurso de nuestra historia provinciana encontramos numerosas mujeres dignas de ser recordadas y elogiadas por su extensa labor en diferentes campos de la ciencia, la política, la educación, la salud y la caridad. Pero todas, desde la cotidiana labor doméstica hasta los altos puestos de mando, siempre cumplen con una función honrosa que enaltece a quienes forman parte de su círculo.

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En el transcurso de nuestra historia provinciana encontramos numerosas mujeres dignas de ser recordadas y elogiadas por su extensa labor en diferentes campos de la ciencia, la política, la educación, la salud y la caridad. Pero todas, desde la cotidiana labor doméstica hasta los altos puestos de mando, siempre cumplen con una función honrosa que enaltece a quienes forman parte de su círculo.

En ese universo femenino encontramos algunas que tienen como vértice una sensibilidad especial, un empecinado afán por hacer más grata la vida a quienes el infortunio les acompaña a perpetuidad. Permítaseme en esta jornada del Día Internacional de la Mujer recordar con algunas palabras a una de entre muchas esclarecidas damas salteñas, a la señorita Corina, quien iluminó el sendero de los no videntes.

Corina Lona nació en San José de Metán el 21 de agosto de 1887. Sus padres fueron Enrique Lona y Petrona Sierra, y sus antepasados, fundadores de su ciudad natal.

Los primeros estudios los realizó en la ciudad de Salta, en la escuela Domingo Faustino Sarmiento. Posteriormente proseguirá estudios en la Escuela de Profesores Domingo F. Sarmiento, adscripta a la Universidad Nacional de Tucumán. A los 17 años obtuvo su título de maestra.

De regreso a la ciudad de Salta se inició en la docencia en el mismo solar en el que había transcurrido su niñez y como alumna, en la escuela Domingo F. Sarmiento. Posteriormente fue trasladada a la escuela Bernardino Rivadavia, en la que llegó a merecer un ascenso al cargo de vicedirectora hasta su jubilación en 1937.

En 1929 tuvo oportunidad a viajar a Europa, visitando Francia y España. Corina pudo ser testigo presencial de las consecuencias que la Primera Guerra Mundial había ocasionado en los cuerpos de los soldados y de la población, entre ellos la pérdida de la vista, sumiendo a estos seres en la penumbra y la soledad.

Tuvo oportunidad de visitar institutos especializados en las técnicas de la enseñanza y conducción de no videntes. Esta aproximación al mundo de los privados de la vista y su acendrado espíritu caritativo fue la base de su futura vocación y razón de vida: guiar y educar a los ciegos.

Para cumplir con esta autoimpuesta misión se trasladó a Buenos Aires para aprender el sistema Braille. De vuelta en Salta se dedicó a la abnegada labor de educar niños ciegos en la escuela Bernardino Rivadavia utilizando su tiempo libre. El 21 de abril de 1930 fundó la Escuela para Ciegos, que funcionó en el local de Alberdi N° 314. Es el momento en que comienza formalmente en Salta la enseñanza para no videntes. Un detalle no menor es que el alquiler de dicha escuela era solventado del bolsillo de la noble Corina.

Un hito en la labor caritativa de esta dama salteña fue el de erigir un edificio definitivo para sus amados cieguitos. En un terreno donado por la familia Durand, ubicado en las estribaciones del cerro San Bernardo, fue el sitio del emplazamiento de la sede actual del Hogar Escuela para ciegos Corina Lona. La piedra fundamental se colocó en 1953 y al año siguiente se inauguraban sus instalaciones.

Muy pronto este establecimiento demostró su capacidad de asimilación, al punto de constituirse en modelo de organización y una avanzada entre sus similares, ya que no solo brinda conocimientos generales sino que todos aprenden diversos oficios manuales, con lo que solventan parte de su propia manutención.

En el año 1953 la sociedad El Círculo le ofreció un homenaje por su labor caritativa en el Teatro Victoria. Se la premió con una medalla de oro en la que el poeta Manuel J. Castilla escribió esta dedicatoria: "La luz que has buscado te ha acercado a Dios", dignas palabras para tan humanitaria labor.

En 1963 la delegación local del Rotary Club le otorgó el Premio al Servicio Distinguido por su dedicación a los no videntes.

La señorita Corina Lona falleció el 23 de enero de 1964, rodeada de sus "queridos hijos", como llamaba a los internos del Hogar Escuela, que a partir de ese momento pasó a denominarse con el nombre de su fundadora. Para recordarla, el Club de Leones hizo emplazar un busto en su homenaje en la entrada de dicho Hogar.

De su óbito se hizo eco el Gobierno de la Provincia, que decretó honras fúnebres. Para recordar su memoria, dos escuelas portan su nombre: una en Orán y otra en Metán, la tierra de sus ancestros.

Corina Lona integra ese universo de damas que sacrifican horas, días y años de su vida cómoda y placentera para superar las limitaciones, los escollos y las barreras de muchos hombres y mujeres a los que se brindan irrestrictamente y que posibilitan hacer de esta patria chica un lugar mejor, posibilitando una mayor calidad de vida a sus hijos.

Recordamos hoy a Corina, pero también a muchas meritorias salteñas que buscan construir un mundo mejor. Nuestro homenaje para todas ellas.

 

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