inicia sesión o regístrate.
Se acaba el tiempo de la motosierra. Dentro de una semana, las elecciones definirán un nuevo Congreso y para Javier Milei se plantea la posibilidad de avanzar con bloques propios más numerosos en el Congreso. El golpe estratégico del kirchnerismo logró incinerar a José Luis Espert, además de forzar su desplazamiento como primer candidato de la crítica provincia de Buenos Aires. Y fue golpe estratégico, ya que se produjo cuando las listas de diputados ya estaban cerradas, las boletas impresas y las soluciones posibles, casi bloqueadas. Pero, además, la denuncia aparece cuando el empresario y diputado había logrado instalarse como la presencia más dura e intolerante del mundo libertario, porque quienes dejaron la denuncia a cargo de Juan Grabois sabían de la existencia de los contactos de Espert con el narcotraficante Fred Machado desde hace una década.
Luego de un largo período de luna de miel, este año, la estrella de Javier Milei comenzó a apagarse: el entusiasmo adolescente por resolver problemas estructurales y endémicos de la economía del país con pases mágicos del "dios mercado" fue retrocediendo por un baño de realidad: las transformaciones de los países se hacen con trabajo, sacrificio y la confianza de la sociedad.
Esa confianza, en el caso de la presidencia de Milei se diluyó lentamente por la caída del poder adquisitivo del ingreso y el empantanamiento de cualquier indicio de reactivación económica. Pero esto último podría ser tolerado por un país como el nuestro, cansado de fracasos populistas y sin opciones ni proyectos opositores confiables. Sin embargo, la corrupción (y la insensibilidad) reapareció y golpeó a los discapacitados, con las denuncias (y autoinculpaciones) de un torpe funcionario como Diego Spagnuolo, sumado a las absurdas andanadas contra el Hospital Garrahan y a una torpe batalla contra la universidad pública. Allí surgió una sensación de "más de lo mismo".
El tablero legislativo
Consultar las encuestas que se publican en estos días no permite proyectar razonablemente saber cuál va a ser el resultado del domingo.
La Libertad Avanza necesita contar con 87 bancas en Diputados. Actualmente cuenta con 37 diputados, de los cuales solo 8 están en juego. Por eso aspira a alcanzar entre 70 y 76 bancas tras los comicios, lo que le permitiría acercarse al tercio necesario para blindar vetos presidenciales.
En el Senado cuenta con 6 senadores actuales y no arriesga ninguna banca. Si gana en algunas provincias, LLA podría obtener entre 10 y 12 senadores, lo que representaría un salto significativo que le permitiría acercarse al tercio necesario (24 de 72) para bloquear leyes adversas o sostener vetos presidenciales.
Lo que viene en pocas palabras
Tras las elecciones del domingo, Javier Milei deberá redefinir su estrategia de poder: el tiempo de la motosierra se agotó y la gobernabilidad solo podrá sostenerse con acuerdos amplios y un proyecto nacional claro. Si logra acercarse al tercio legislativo en Diputados y Senado, podrá blindar vetos y negociar reformas estructurales. Pero sin consensos reales, y con un gabinete más técnico y menos dogmático, el superávit y la estabilidad seguirán pendiendo de un hilo político. El futuro inmediato del Gobierno dependerá menos de la aritmética parlamentaria que de su capacidad para construir confianza y liderazgo en una sociedad agotada. En la nueva etapa, el poder no se medirá por la imposición, sino por la habilidad de acordar sin renunciar a las convicciones.
El kirchnerismo logró un golpe al desplazar a Espert y exponer sus vínculos con Fred Machado, afectando el frente libertario.
En la capital federal, Patricia Bullrich encabeza la lista de senadores, con perspectivas de obtener dos bancas. En Chaco y Entre Ríos, en alianzas con oficialismos provinciales, aspiran a ganar dos senadores. En Río Negro y Neuquén, se pactó con fuerzas antikirchneristas para repartirse bancas (dos para el ganador, una para el segundo).
En Salta, Santiago del Estero y Tierra del Fuego, LLA compite directamente, aunque enfrenta oficialismos fuertes.
Esos logros, de concretarse, representarían un triunfo para Javier Milei, más allá de que la suma de votos a nivel nacional, no le resulte favorable. Pero sería un triunfo engañoso. Por una parte, el presidente tendría la posibilidad de volver a garantizar la gobernabilidad, como en sus primeros 15 meses de Gobierno. De todos modos, le quedará por delante un giro copernicano en su estrategia, por estos días, difícil de imaginar.
En primer lugar, deberá analizar cuál es el porcentaje de votantes que concurre a las urnas y cuántos votan en blanco. Porque, por cierto, hoy ningún líder en la Argentina goza de popularidad. Y ese factor es decisivo para sostener un proyecto, por encima, incluso, del número de legisladores.
LLA busca alcanzar entre 70 y 76 bancas en Diputados (sobre 87 necesarias para el tercio) y 10 a 12 senadores, sin arriesgar las 6 actuales.
Si alcanza el tercio de cada cámara con legisladores libertarios, esto permitiría sostener vetos presidenciales y frenar leyes adversas. Además, sería una plataforma para establecer acuerdos serios, sin estridencias ni pantomimas, con bloques no kirchneristas, -para avanzar en reformas tributarias, laborales o previsionales, que son imprescindibles.
Representan, en realidad, una condición "sine qua non" para que el país comience a superar la recesión, avance en la exportación de productos primarios elaborados y semielaborados, en la inversión tecnológica y el desarrollo industrial.
Sin dudas, el presidente Milei necesita realizar cambios en el Gabinete. Ya lo anunció, sin dar nombres. Sería bueno para aprovechar, y poner funcionarios idóneos en las áreas de salud y educación. Es probable que se incorporen al gabinete algunos ministros del PRO. Es primordial que sean políticos idóneos en la materia que les toque. Solo con amigos, un gobierno no funciona.
Alcanzar el tercio en ambas cámaras permitiría a Milei frenar leyes adversas y sostener vetos presidenciales.
Pero, además, necesita dejar de lado el dogma libertario y generar un proyecto concreto, con plazos y objetivos, para que la estabilidad monetaria y cambiaria, así como el superávit fiscal, dejen de estar sujetos a las reglas de la "timba" (como ocurre desde hace décadas) y se sostengan en un aparato productivo y exportador con efecto multiplicador inmediato en la calidad de vida de la gente.
En función de ese proyecto, que debe abarcar a todo el país, debe acordar con los gobernadores y las legislaturas provinciales, la inversión pública y las políticas de licitación para generar infraestructura de transporte y logística, y llevarlas adelante. Se trata de obligaciones del Estado nacional y de los Estados provinciales, nacidas del espíritu de nuestra Constitución Federal.
Los zafarranchos con los fondos de obras públicas tienen como emblema de nuestra historia reciente a los manejos del kirchnerismo, el enriquecimiento exponencial de Lázaro Báez y los "bolsones de López". Claramente, hay que cambiar la conducta. Los casos Espert, Spagnuolo y la cripto moneda $LIBRA, sobre los cuales no hay pronunciamiento judicial aún, hacen temer que "todo es más de lo mismo". El presidente y los gobernadores deben demostrar ahora que la política es mucho más que negocios. Es proyecto de desarrollo. Y aquellas esas obligaciones constitucionales son insoslayables.